Buscan 'antibióticos antárticos' para combatir bacterias multirresistentes
Un equipo de científicos chilenos busca en la Antártida nuevos antibióticos capaces de combatir peligrosas bacterias multirresistentes que en 2050 pueden llegar a causar más muertes que el cáncer.
'El surgimiento y propagación de bacterias patógenas multirresistentes es considerado en la actualidad como una de las crisis sanitarias más graves del siglo XXI', dijo a Efe el investigador Andrés Marcoleta.
'Su impacto potencial es comparable al causado por el calentamiento global o el terrorismo', señaló este académico del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile.
El año pasado murieron en el mundo alrededor de 700,000 personas por infecciones causadas por bacterias multirresistentes a muchos de los antibióticos actualmente disponibles.
De seguir así, en 2050 estas bacterias pueden causar la muerte de diez millones de personas al año, según estimaciones de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).
En septiembre pasado murió en Estados Unidos una paciente supuestamente infectada por una cepa de la bacteria Klebsiella pneumoniae (bacilo de Friedlander) resistente a todos los antibióticos existentes, incluida la potente colistina.
Esto reavivó los temores de la propagación de estos agentes patógenos.
La mayoría de estas bacterias se dan en ambientes intrahospitalarios, donde se propicia la transferencia de material genético entre distintas bacterias con diferentes resistencias, lo que da lugar a microorganismos multirresistentes.
Es por esto que un grupo de científicos chilenos, liderados por el doctor Marcoleta, viajó hasta el continente blanco con el objetivo de descubrir y caracterizar nuevos antibióticos producidos por bacterias del suelo antártico.
'El aislamiento de la Antártida y sus condiciones extremas favorecen la evolución de microorganismos únicos en su especie que, probablemente, produzcan sustancias también singulares', indicó el científico.
Otra de las metas es investigar la resistencia a los antibióticos en ambientes naturales y si esa resistencia se puede transferir a otras bacterias que causan enfermedades.
'Ello permitiría anticipar nuevos mecanismos de resistencia que pudieran aparecer contra los futuros antibióticos', apuntó Marcoleta.
En los últimos años 'se han producido y utilizado indiscriminadamente millones de toneladas de antibióticos', lo que ha coincidido, según el microbiólogo, con la detección, 'cada vez más frecuente', de 'bacterias capaces de resistir al efecto de dichos medicamentos'.
El 70 % de los antibióticos descubierto hasta el momento ha sido obtenido a partir de microorganismos que viven en el suelo de distintas partes del mundo.
Sin embargo, recientemente, el estudio y aislamiento de bacterias 'está llevando a la obtención de compuestos similares a los ya conocidos'.
De ahí que los científicos se hayan decidido a explorar ambientes remotos como la Antártida con el objetivo de descubrir microorganismos que produzcan nuevas sustancias con potencial terapéutico.
Para llevar a cabo su investigación, el microbiólogo y su equipo tuvieron que vivir un mes sometidos a las extremas condiciones climáticas de la Antártida.
Los científicos caminaban entre 4 y 6 horas diarias con temperaturas de 2 y 3 grados y una sensación térmica de -10 para llegar a lugares inhóspitos donde pudieran recolectar muestras de suelo antártico virgen.
A pesar de que la existencia de estas bacterias multirresistentes constituye un problema sanitario que requiere la aplicación de medidas urgentes, la industria farmacéutica no está destinando recursos a la búsqueda de nuevos fármacos.
'Las farmacéuticas ya no invierten en el desarrollo de nuevos antibióticos porque son medicamentos que se usan por pocos días. La industria se centra ahora en la creación de medicamentos para tratar enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes o la hipertensión porque son más rentables económicamente', señaló el científico.
Por ello, la investigación sobre este tema ha recaído principalmente en científicos que trabajan en universidades e institutos de investigación quienes, al interesarse sobre este grave problema de salud pública, invierten su tiempo y sus recursos para descubrir y patentar nuevos fármacos.
'Nuestro trabajo contribuye a suplir el déficit de investigación en el área por parte de las grandes compañías, aunque con muchos menos recursos económicos e instrumentales; esto nos hace ir más lentos', concluyó el científico.