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Entre Vietnam y el Islam: A medio siglo de Alí versus Liston (vídeos)

El 25 de febrero de 1964 - parece que podría ser esta noche- tuve mi primer encuentro sentimental con una de las figuras más relevantes de mi vida.

Un grupo de amigos de la desaparecidísima bolera Star en Rio Piedras fuimos a la casa del amigo Nando Muñoz en Miramar, a jugar un juego de cartas llamado 'May I' y a oír por radio la transmisión de la pelea por el campeonato mundial de boxeo entre Sonny Liston y un joven boxeador de Louisville, Kentucky llamado Cassius Clay.

Cassius Marcellus Clay, fue campeón olímpico semipesado de las Olimpiadas de Roma de 1960.

Clay había sido asesorado por un grupo de inversionistas de Louisville, Kentucky que lo había guiado en los primeros pasos de su carrera profesional, representando para los medios el modelo estadounidense de como los negros podían asimilarse al 'American way of Life', siendo un ciudadano ejemplar que podia adelantar su vida jugando el juego como los blancos querían, especialmente con la llegada a la política de los nuevos derechos civiles.

Me había impresionado su figura porque para aquella época pensaba que esa era la forma en que se debía hacer. Era una época en que no se planteaban abiertamente las diferencias y los prejuicios y dentro de mi inmadurez juvenil, ni me pasaba por la mente si eran justos o no.

Desde sus comienzos, Clay comenzó a expresar lo que pensaba, aparentemente sin importarle lo que el 'establishment' esperaba que dijera.

Muy en contra de sus 'asesores' Clay fue polarizando a los seguidores del boxeo según aumentaba su prestigio en el deporte. El primer apodo que recibió fue el de 'Louisville Lip', apodo que recibió de una Prensa no acostumbrada a su estilo.

Liston, por su parte, se había 'graduado' de varias instituciones carcelarias, antes de comenzar a boxear, como una manera de un sacerdote de tratar de alejarlo de su verdadera profesión de 'pichón de gangster'.

Nacido en 1932, era el número 24 de 25 hijos que dejó su padre en los campos algodoneros de Arkansas y había ganado el título mundial al pulverizar a Floyd Patterson con el más fulminante nocaut en la historia de los campeonatos del peso completo en 1962.

Durante los próximos tres años, el pichón de criminal, había dispuesto de cuanto contendiente se le enfrentara en un cuadrilátero, tal vez ayudado por asesores de dudosa reputación.

Esto preparó el escenario para la primera gran confrontación mediática de las muchas que viviría la figura de Cassius Clay.

El ex-presidiario 'regenerado' con una reputación de amansaguapos ganada en las esquinas de las grandes ciudades americanas, versus el 'All American Negro Boy' que había hecho todo lo que sus asesores le aconsejaron fue el tema de aquella pelea, la primera de las grandes presentaciones de la época en el deporte.

Realmente, nadie pensó que Clay pudiera derrotar a Liston.

Las gavelas de apuestas eran de 15 a 1 a favor del campeón, que probablemente pensaba que se iba a tirar otro parguito en camino a continuar su reino como campeón de los pesados.

Para no cansarlo con mi descripción de la pelea, y no pudiendo contar con los acertados comentarios de Felo Ramírez o Mariano Artau, lo invito a que vean la pelea, si no es que ya la han visto:

Luego de esa derrota, la consabida revancha no duró ni lo que dura un cubo de hielo en un palo de ron, para copiarme, pero a lo criollo, de Joaquín Sabina.

Liston continuó cuesta abajo, pero como un canto de cisne, ganó su última confrontación sobre el 'cogepuños' Chuck Wepner hasta que fue encontrado por su esposa en el apartamento que vivía en Las Vegas, muerto de un supuesto paro respitatorio, y con una jeringuilla al lado de su cadáver.

Dieciocho días antes de su pelea con Liston, ya Clay había hecho su ingreso al Islam gracias a la influencia del asesinado Malcom X., creando conmoción dentro de la comunidad boxística.

Debido a sus convicciones pacíficas, cambió su nombre a Muhammad Ali y se declaró en contra de la guerra en Vietnam, alegando que él nunca le haría daño a nadie por querer defender su soberanía y le cayó encima todo el peso de 'la ley y el órden' norteamericano hasta el punto que su licencia para boxear fue revocada por todas las comisiones de boxeo que regían el deporte.

Recuerdo, que para la época fui llamado al Servicio Militar gracias a mi pobre desempeño universitario y me dio vergüenza no haberme atrevido a negarme, como él.

Como buen macho, Alí tuvo que soportar la crítica de los medios norteamericanos; le privaron pelear en territorio norteamericano, se ganó el odio de los 'rednecks' que vieron a más de 50,000 de sus hijos morir en aquel país supuestamente defendiendo la democracia y no los intereses globales de los Estados Unidos, antes de tener que salir corriendo, o mejor dicho, volando de Saigon cuando el Viet Cong los derrotó.

El héroe olímpico, campeón mundial invicto, buen ciudadano y mejor ejemplo del negro norteamericano adaptado al juego de los blancos, fue privado de ejercer su arte por espacio de tres años.

No fue hasta el 1971, luego que el Tribunal Supremo revocara las sentencias impuestas por tantas otras agencias, que Alí pudo regresar al cuadrilátero, donde eventualmente perdió su invicto ante Joe Frazier, que debe haber tenido mucho menos inteligencia y conciencia humana que él.

La secuela de su historial boxístico es mejor que la describa algún experto en el deporte.

Debo apuntar que su triunfo sobre George Foreman varios años después, tiene que ser considerada como uno de los más sorprendentes en la historia del deporte.

Con toda seguridad, Ali se mantuvo demasiado tiempo boxeando y cayó víctima de daño neurológico que lo privó del habla y de convertirse en el portavoz de la lucha por los derechos civiles que hubiera podido ser, luego del asesinato de Martin Luther King.

No creo que habrá otro momento más enternecedor que ver aquel cuerpo escultural, magullado por todas las peleas que tuvo que librar más afuera del ring que dentro, ser el que encendiera el fuego olímpico en las Olimpiadas de Atlanta en 1996.

Era como si los Estados Unidos cerrara un capítulo negro en su historia, diciéndole al Mundo que había estado erróneo y tenía a uno de sus mejores hijos, triste víctima del racismo y la opresión gubernamental, para que iluminara el espíritu con la antorcha olímpica en esa antigua capital de la Confederación Sureña.

Los millones de ojos llorosos de orgullo, de coraje, de redención, de alegría y de admiración por la importancia histórica de su figura, tienen que haber sido el más sentido homenaje a este ser, que con mucha razón se apodó 'El Más Grande' y ha vivido el resto de su vida atestiguándolo.

Alí: Amo tu figura histórica y lo que representas!

Icónica imagen de Muhammad Alí pegándole a Sonny Liston. (www.cyberboxingzone.com)
Foto: