El portón de atrás
Cada cuatro años se repite el mismo escenario y el país vuelve a apostarse frente a la sede del tribunal de distrito federal a la espera de nuevas noticias. La perdida de nociones básicas acerca de la etica en el servicio público fomenta un ambiente donde todo se vale. Pero nuestra vida en democracia no puede estar a la merced de aquellos que persiguen el enriquecimiento personal a costa del erario, ni puede continuar siendo rehen de la propaganda y la manipulación política.
Acepto que yo también me convencí, como le sucede a tantos, de que en esta ocasión sería distinto. Y contribuí a lograr una plataforma de gobierno que movió a mucha gente a votar por un cambio que prometía acabar con los amigos de la casa y con las políticas neoliberales de la administración Fortuño. Mas he llegado a pensar que lo que representaba ese programa de gobierno nunca se entendió y que se utilizó como una herramienta publicitaria más.
Cuando inicié como Secretaria de la Gobernación sabía que la experiencia sería difícil, y que tendría que nadar contra la corriente para revertir prácticas enraizadas en la estructura gubernamental. El legado de la administración Fortuño era espantoso. Pero la entrada de la administración no intimidaba a los buscones. Merodeaban la periferia, amolando sus colmillos ante el banquete que representa el gasto público: en educación, en servicios de seguridad, en publicidad, en las privatizaciones, en servicios legales, en informática, en energía, en la videolotería, en el incinerador. Por todas partes.
Y aunque trabajé para que las cosas se hicieran bien, encontraron otras vías para sus atracos. Lo triste es que con alta probabilidad mucho de lo que hicieron y consiguieron no sea ilegal. Pero no hay duda que es inmoral y nos destruye el país. La pregunta que hay que hacerse es: en ausencia de las conexiones, la persona hubiese logrado la contratación en una evaluación por mérito? En demasiados casos la respuesta es que no.
Este es el modus operandi del Partido Nuevo Progresista y del Partido Popular Democrático. Y aunque hay que reconocer que en ambos partidos hay personas que se indignan y denuncian el inversionismo político, la realidad es que tanto el PNP como el PPD se han tornado en instituciones por cuyas venas corre la ambición desmedida del lucro.
Y no importa que a la mona la vistan de seda: no importa a quien estos partidos postulen como sus candidatos. Pues cuando usted vota hoy en día por esos partidos, no está votando por el candidato, está votando por el grupo de personas que está detrás, listo para recibir el batón y correr para ver quien obtiene los contratos de las agencias o quien logra acceso por el portón de atrás. Por eso, luego de cada elección, surge la euforia y se crean nuevas corporaciones que vienen a prestar servicios al gobierno y aparecen nuevos cabilderos para mover intereses. La transición oficial entre el gobierno entrante y el saliente no se da en el Departamento de Estado; se da tras bastidores, entre contratistas e inversionistas políticos que salen y entran de un partido y otro. Por eso también vemos reacciones tan cautelosas y generales de los políticos ante situaciones como esta.
Hay que exigirles a los funcionarios electos acción: que presenten legislación que prohíba el financiamiento privado en campañas electorales. Punto. Como he dicho anteriormente, si nos detienen a nivel federal en este proceso, nos toca insistir en la evolución de nuestro estatus para asegurar un sistema democrático que corresponda a nuestras aspiraciones y exigencias como pueblo. Y hay que asegurar la profesionalización y despolitización en el servicio público, incorporando un sistema de mérito para reclutar y contratar a la vez que se garantiza la transparencia en todo el quehacer público.
Hay que exigir más allá de promesas y simpatías. El único con capacidad para detener esto es el pueblo y sus armas son su voz, su acción y su voto.
*Ingrid Vila Biaggi es exsecretaria de la Gobernación. Columna tomada de su blog*