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La cantaleta del Juracán (vídeo)

Recientemente, el amigo Ramón Rodríguez me hizo llegar un facsímil de un anuncio 'retro' de la cerveza Corona local, que me hizo recordar tiempos de hace casi medio siglo atrás.

Debe ser que ya entre en la recta de los suspiros, y debo tirar los cartuchos que me quedan recordando lo que fue nuestro hipismo, cuando el deporte crecía de la misma forma que el espejismo del Estado Libre Asociado.

Para aquella época, todo era energizante, el país y todas sus actividades comenzaban a dejar claro todo lo que podíamos hacer.

Gracias al inusitado fenómeno de Camarero (creado por tantas razones que son para el desarrollo de otra columna), la otorgación de la licencia a intereses norteamericanos, pasando por alto las franquicias de tres hipódromos que operaron durante la última década, el deporte se montó en esa ola y causó su vertiginoso desarrollo.

Como uno de los gestos de 'buena voluntad' de los americanos acabados de llegar, la San Juan Racing Corporation importó al país un grupo de caballos que rifaron entre los dueños de caballos.

Uno de los agraciados fue Enrique 'Quique' López, al que le tocó en suerte un ejemplar llamado Berne que fue importado para que sirviera de semental.

Berne era hijo de Bernborough en Dark Tower por Blenheim, medio hermano de la buena ganadora clásica Gay Grecque (Test Stakes, llegando segunda en el Comely Handicap y tercera en el Maskette y Alabama, ahora todos con gradación clásica).

Me cuenta Alfonso 'Fonsi' Escudero, que el padrote fue movido a unos terrenos que eran propiedad de su familia paterna cerca de lo que era el Mr. Martínez Place, muy cercanos a la base militar que allí ubicaba y de lo que posteriormente fue Hacienda Don Tomás en Sábana Seca.

Berne fue utilizado, junto al bravo corredor Counsellor, en un grupo de yeguas que eran propiedad de Fonso, su hermano Modesto y otros dueños de caballos amigos de la familia.

Entre ellas se encontraba Dolly Derby, que fue importada de Maryland, y corrió en varias carreras durante 1959 antes de que probara no ser nada del otro mundo como corredora.

Me cuenta Fonsi que tanto Berne como Dolly Derby murieron al poco tiempo de estar en la finca, pero tuvieron la suerte de procear a este caballo que fue otra muestra de la calidad de ejemplar que Puerto Rico producía para aquella época, que todavía no puedo explicar las razones de por qué no se han repetido en las últimas décadas.

Dolly Derby también fue la madre posteriormente del gran campeón Temporal, cuyo cuerpo reposaba en el infield del antiguo hipódromo como recordatorio de la vil jugarreta que le hicieron unos truhanes a Escudero por este ser símbolo de los dueños de caballos durante aquel fatídico conflicto huelgario de hace treinta años.

Juracán fue originalmente nombrado 'Cantalicio' por aquel personaje símbolo que hizo de la cerveza Corona (la local, no la importada mexicana) la más popular en el mercado boricua por tantos años.

Cantalicio era el jíbaro que desapareció con el espejismo capitalista que nos vendieron los arquitectos de la farsa que resultó ser el Estado Libre Asociado y que esperamos desaparezca tan pronto los dueños del país decidan que esta patraña no puede seguir funcionando.

Los personajes que acompañaban a Cantalicio básicamente eran un español, como evidencia del antiguo dueño del kiosco que veía sus intereses desaparecer ante el embate de la comercialización estadounidense, y Johnny El Men, prototipo del boricua que había tenido que emigrar a los Estados Unidos y que regresaba a su lar nativo tan aculturalizado como podía con las grandes urbes americanas.

En aquella época, nuestro hipismo era el deporte más popular en la isla, probablemente por el fenómeno de Camarero y la creación del hipódromo El Comandante, que fue creado cuando unos 'businessmen' americanos convencieron al gobierno que la isla necesitaba un nuevo hipódromo y los dueños de los antiguos redondeles alegadamente 'no quisieron unirse' para construir uno nuevo.

Cuando debutó el caballo fue un corredor aceptable, ganando y perdiendo frente a los buenos corredores nativos, pero sin demostrar que iba a ser el corredor dominante que posteriormente fue.

De acuerdo con Escudero, el caballo tenía un serio problema en sus menudillos, razón por la cual sus periodos de inactividad eran mucho más largos que los que ahora se acostumbra.

'A los buenos se les daba tiempo', afirmó Fonsi. 'No como ahora que se alivian y se mantienen activos con medicamentos hasta que no puedan correr más'.

Agustín Mercado Reverón fue nombrado por Luis Muñoz Marín como el primer administrador hípico, a pesar que él mismo aceptaba su total desconocimiento del deporte, pero todo el mundo aceptaba su honestida gerencial y 'mano de hierro' administrativa.

Cantalicio debutó y al principio demostró tener habilidad, pero en algún momento luego de comenzar a competir, alguien alertó a Mercado que el nombre del caballo era en referencia del popular personaje comercial.

Con su acostumbrada mano dura fiscal, Mercado ordenó a Fonso que tenía que cambiarle el nombre porque la nueva administración no iba a permitir que corredores tuvieran nombres referentes a firmas comerciales.

'Aquí nadie va a coger pon con el deporte', alegadamente dijo Mercado Reverón a la Junta Hípica en vista celebrada para oponerse al nombre del ejemplar.

A pesar de la buena intención de Escudero, el nombre de 'Cantalicio' corrió la suerte de tantos otros nombres de purasangre que tuvieron que ser cambiados y se le ordenó que lo cambiara.

Cantalicio se convirtió en Juracán, gracias a la firmeza administrativa de Mercado, que una vez me confesó que' la primera vez que el entró en un hipódromo' fue luego del nombramiento que le hiciera Muñoz Marín como primer administrador hípico.

Dicen por ahí que 'la ley de Dios no tiene trampa' y aparentemente así fue.

Luego de haber corrido en una carrera de reclamos, el caballo mejoró lo suficiente como para terminar el año ganando el clásico Navidad de 1962.

Los problemas físicos del ejemplar lo plagaron durante toda su vida, porque en 1963, luego de ganar la Copa Gobernador en el mes de enero, tuvo que estar fuera de competencias hasta el mes de octubre, siendo la victoria clásica su único triunfo de ese año.

Los próximos años fueron una repetición de sus campañas anteriores.

Demostraba su inmensa calidad, ganaba par de competencias y tenía que volver a remendarse bajo las manos prodigiosas de don Juanito Rodríguez Díaz.

En 1964 se impuso en 10 ocasiones, incluyendo un triunfo en el José De Diego de ese año.

Así se mantuvo activo hasta que ya en 1968 comenzó a bajar en picada y fue reclamado por un señor de apellido Mercado hasta que realizó su última misión en 1968 y desapareció del hipódromo.

El hipismo continuó a subir como espuma, según aumentaba la capacidad económica de los puertorriqueños durante los próximos años.

Escudero recibió un golpe mortal cuando su poderoso establo Clinton fue quemado en un acto de violencia laboral que nunca se pudo esclarecer, muriendo achicharrados algunos de los mejores corredores de la época sencillamente porque lo señalaron a él como símbolo de los dueños opresores que mantenían a los empleados hípicos al borde de la pobreza extrema.

El deporte continuó desarrollándose saludable luego del triste suceso.

Después de todo, los caballos ni se enteraron de aquellos problemas.

Escribo este artículo para que los que ahora comentan que el deporte 'está pasando por momentos terribles' entiendan que la situación actual son 'pajitas que le caen a la leche' comparados con la magnitud de aquel acto de terror.

Ojalá algún día Puerto Rico pueda volver a vivir aquella época, donde un burócrata gubernamental tenía el poder de cambiarle el nombre a un caballo de carreras, porque alegadamente se aprovechaba un nombre comercial para darle publicidad a una marca.

En la actualidad, los anuncios comerciales de nuestro deporte favorito se limitan a los avisos de subastas y promociones para que los hípicos mantengan el nivel de ingresos de la empresa operadora jugando unas máquinas tragamonedas administradas por un poder extranjero.

Cada día que pasa los montos de las jugadas continúan en picada, sin tomar en cuenta la inflación del dólar.

La planta física del hipódromo se parece cada día mas a Las Casas y Las Monjas que lo que fue en época de gloria.

Pero vale la pena recordar a Cantalicio y su caballo Cantalero, que 'era purito de Laris y pariente de Camarero', pero que los genios del gobierno decidieron que era prudente cambiarle el nombre para que no se aprovechara una firma comercial con la popularidad del deporte.

Habrá algún deportista que le pueda devolver al hipismo la popularidad que se esfumó con el tiempo?

Esa es la verdadera pregunta que Cantalicio debe hacerse dentro de la desvaneciente memoria colectiva de nuestra población.

TOMATAZOS
Foto:
TOMATAZOS
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