Una noche de boda
El Licen estuvo llamando toda la semana antes de la boda del pasado sábado. Al menos una vez por día.
Aunque mantenía sus conversaciones breves, como quien no quiere la cosa, encontró una excusa para sus toques telefónicos diarios.
Siempre que no sea la mía, las bodas me emocionan y mucho. Mas esta me estaba poniendo con los nervios en las puntas; tantas preparaciones me hacían sentir que iba a un evento importantísimo.
El martes llamó porque se había pintado las manos mientras confeccionaba unos muebles para su 'living room' y que no sabía si para el sábado podía deshacerse de las manchas. El miércoles para darme los detalles de vestimenta y otros asuntos relacionados con el casamiento; el jueves para dejarme saber que había comprado yo no se que y el viernes para invitarme a que empezáramos la fiesta desde ya con una velada en su casa.
Preferí esperar hasta el sábado al mediodía.
Almorzamos algo liviano tan pronto llegué a su casa, nos servimos un whisky con coco y ya no pudimos resistir el calor que por tantas veces y desde hace años corría por nuestros cuerpos cada vez que nos cruzábamos.
Estábamos a tiempo aún para llegar a Naguabo pero mientras nos estrenábamos perdimos la noción del tiempo. Todos los vecinos debieron haberse enterado, no recuerdo haber gemido tan duro y de forma tan incontrolable nunca.
Después de tantos preparativos, ni llegamos a la ceremonia. Salimos de la casa a eso de las 4:30 y para colmo estuvimos perdidos casi una hora.
Resulta que yo fui uno de las mejores vestidas porque era mucho más casual de lo que me había hecho creer mi Licen.
Bailamos, bebimos, comimos y seguimos bailando. En una nos escapamos al carro para saciar la calentura que nos invadía en la pista bajo el cielo estrellado y la luna perfecta. Nos estrujamos, nos despeinamos, nos sentimos.
Como a las 3 de la mañana llegamos a nuestro paradero allá en el área este. Aún tuvimos suficientes energías como devorarnos una vez más antes de acurrucarnos.
Esta vez el Licen no duró más de 20 minutos cuando quedó rendido entre mis brazos.
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