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Primera cena...y de postre, el 'Licen'

Al rato de haber despertado el sábado y justo cuando desayunaba recibí una llamada del Licen confirmando la cena pautada para esa noche.

Debo admitir que me puse un poco nerviosa al escuchar el timbre de esa voz tan varonil. Aproveché la tarde y hasta me hice una pedicura casera y me maquillé en el intento de querer lucir perfectamente.

Él se ofreció a buscarme; yo preferí encontrarnos en el lugar.

Me presenté unos minutos tarde –con toda la intención- para asegurarme que fuera él quien llegaba primero.

Quise verme sencilla, un traje ajustado a mi figura con un escote en el busto disimulado por unos botones que no cerré. Mas me sentía como una diosa junto al cuarentón que había sido mi 'crush' de la infancia.

El Licen vestía casual pero lucía elegante: unos mahones y una polo violeta que resaltaba su negritud. Estaba que estilla, como dicen por ahí.

La exquisita cena en aquel restaurante en el Condado estuvo acompañada por un par de botellas de vino y una conversación muy amena.

Para bajar la comida nos dimos una vuelta por el mar que se escuchaba de fondo en el restaurante. Claro, esto luego de que el Licen comprara otra botella de malbec que saboreamos tirados en una sábana grande que yo tenía en el carro.

Aunque la noche estaba fría, entre él y yo las cosas se ponían cada vez más calientes.

Nos tocamos en aquella esquina solitaria de la playa, iluminada solo por la luna.

Me entró un deseo incontrolable por comerle el pene grande y sabroso. Jugué con mi mano un rato y después le pasé la lengua hasta que se corrió.

Me invitó a que me quedara con él; descansamos un rato ahí en la playa y después quise irme a mi hogar.

El lunes me llamó para invitarme a una boda que es mañana. El plan es quedarnos a dormir por el área este, a ver si por fin me dispongo a experimentar con mi viejo de la infancia.

LA MATA HOMBRES
Foto: