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Una copa desechable

Despues de aquella revolución personal en nombre de la patria, pense que ya sería difícil causar tales niveles de excitación.

Por suerte la regla estaba por bajarme en estos días y el cuerpo se predispone a disfrutar más de la sexualidad. Es decir, me lo pone un poco más fácil de lo usual.

Aunque lo cierto es que, por más que una se arregle, en esos días una se siente fea. Por lo que el jueves solo salí con la intención de bailar al son de la plena y bomba que habría en vivo en un chinchorro que frecuento.

En el sandungueo me sorprendió un jevo, que conocí en una fiesta familiar de un pana, y que me trae loca por la seguridad que proyecta a sus 21 años.

Con él ya había intimado hace bastante - unos 15 meses- pero, por su 'curfew', no cubrimos todas las bases. Desde entonces, siempre ha habido una labia mutua disimulada.

Sin embargo, no fue hasta el jueves que, no resistimos a la seducción del baile. Sin tener que decir mucho, nos fuimos al carro y quisimos completar lo que no se había terminado antes.

Su inocencia, combinada con la calentura, me excitaron lo suficiente como para treparme de inmediato en el asiento en el que el flacucho se había acomodado.

Nos cogimos bien rico. Por algún rato, olvidándonos de las luces, y los carros que se paseaban por el callejón en donde nos estacionamos.

Yo, seguía lubricando mucho, como de costumbre cuando estoy en regla. Él insistía en lo rica y caliente que estaba mi Baubo. Me susurraba al oído.

Saboreaba mis dos senos, me sobaba las nalgas e introducía su dedo entre ellas, y al mismo tiempo me penetraba. Su dominio con lo que le conocen como 'la combi completa' me tenían en otra dimensión.

Al menos había sido sabia, antes de me había puesto una copa desechable en mi Templo y cuando me vine él nunca tuvo que enterarse que estaba en mis días.