El micrófono de chocolate
Ya se que les había prometido contarles sobre aquella aventura que me llevó a recordar que soy yo La que Mata a los Hombres. Pero para eso habrá tiempo despues; hoy quiero ser parte del 'trending topic' de la semana, porque tengo tela pa' cortar con el sexo oral.
Imagínense, entre tanto polvo que pasmé, tenía que recompensar a mis galanes para no poner en juego mi reputación. Además, la asexualidad que se había apoderado de mi solo hacía excepciones con mi lengua y el micrófono. Claro, no con cualquier micrófono.
En esto siempre he sido muy selectiva; supongo que por la experiencia temprana e indeseada (Las huellas de una experiencia temprana...e indeseada) que tuve con ellos.
Bueno, que en una de esas salidas decentes, en la que cenamos en un restaurante asiático y bailamos al ritmo de salsa, cuando la velada llegaba a su fin me entró un deseo incontrolable por el postre que nunca tuvimos. Creo que había una mezcla del sushi teniendo su efecto afrodisiaco y el 'sexyness' de lo inteligente que me resultaba aquel mozo.
Un 'dip' de chocolate y un pote de crema batida en mi nevera salvaron a mi paladar del horrible sabor al condón lubricado que teníamos. Sin pensarlo dos veces, le embarré el miembro de chocolate, y en la punta le puse el toque especial de la crema batida. Entonces, mi lengua no pudo parar de saborearse aquella verga que cada vez se ponía más dura.
Cuando el jevo no pudo más, quise que se quitara la gorra de la fiesta y probé su propia crema batida. Ver sus ojos extasiados, excitaba cada vez más mi lengua y mis manos. No podía controlarme; quería hartarme y lo hice por más de dos horas.
Pero tranquilos, que para desarrollar un cáncer de garganta, los encuentros casuales no son un riesgo. Para ello, necesitaría chupar una misma verga muchísimas, pero que muchísimas veces, al estilo Michael Douglas.
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