Back in the Game
De tanto matar hombres, uno me mató a mí. Vamos, que a veces en el juego del sexo casual ocurre una conexión de almas imposible de ignorar, y al final, recuerdas que no eres tan inmortal como creías. Y toca, entonces, retirarte un poco en lo que te recompones.
Después de aquel jevo que mi madre me levantó, y las varias salidas con el culebronpr, me reencontré con un viejo amigo que me sacudió, en todo el sentido, mi universo de la poligamia. Y, con todo y el miedo que provoca, me atreví a asumir lo que corazón dictaba.
Fue el fin de lo que ocurrió en esos meses tan intensos y -más que todo- el constante recuerdo de un tubo que me succionó la vida de las entrañas, lo que llevó a mi amado Templo a una depresión que aborrecía el apetito sexual que antes me coronaba como una Ninfómana, con mayúscula.
Ha sido, tal vez, la época en la que más he salido con hombres, y a los encuentros más decentes que he me han invitado. También, cuando más polvos he pasmado. De ellos, literalmente he huido corriendo por mi asexualidad.
De ahí mi prolongada ausencia de estas páginas virtuales en las que compartí tantas aventuras y desventuras sexuales semanalmente con mis lectoras, y cómo he venido a aprender, también con mis lectores. No tenía ya nada que contar.
Pero en días recientes, finalmente, después de haber dejado a tantos soldados sin desfilar, logré recordar que soy yo La que Mata a los Hombres. La misma que el año pasado tuvo que asistir a las terapias grupales de Sexos Adictos Anónimos por la adicción de sudar con otras masas entre sábanas, paredes, muebles y cocinas. De eso les cuento en la próxima... I'm back.
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