La 'estadidad' como pretexto de procesos y de gobernantes corruptos
Cumplido el aniversario 399 de la llegada a Massachusetts de sus primeros migrantes europeos permanentes, me han pedido que abunde un poco sobre mi afirmación de 'que la inmensa mayoría de quienes dicen creer en la 'estadidad' para Puerto Rico, ni conocen los principios bajo los cuales se crearon los Estados Unidos, ni los fundamentos de la separación y reparto del poder político'.
Creo justo hablar de algunos de esos principios fundacionales de los Estados Unidos, así como de los fundamentos de la separación y del reparto de poderes, aunque son muchos los temas y subtemas en los que se ramifica la historia política de ese país. Opinare tambien sobre el oportunismo de personas en Puerto Rico que esconden sus corruptelas detrás de la aspiración estadista manipulando elecciones y procesos. De hecho, considero un acto de corrupción en sí propio, llamar 'ideal' a la venta de la lealtad por un plato de lentejas, es decir, a renunciar al ser y a la identidad propias por simples y cuestionables 'ventajas' económicas. Igualmente, considero un acto de traición querer condenar a Puerto Rico al eterno colonialismo de ser permanentemente una minoría política dentro de los Estados Unidos.
Que hay mucho más detrás de lo que es Estados Unidos, y de su origen europeo desde el arribo del buque Mayflower, con sus 102 viajeros, el 9 de noviembre de 1620; la adopción de la esclavitud poco despues, y el exterminio y acorralamiento de las naciones indígenas hasta la declaración de independencia 256 años despues; el robo de medio Mejico; la guerra imperialista Hispano-cubano-norteamericana, y todo lo que con ello comporta forma parte de una historia enciclopedica de altibajos, muchas sombras y algunas luces.
Que su guerra revolucionaria abrió en el siglo XVIII un espacio crucial para dar vida a un experimento político de enormes consecuencias y repercusiones, y que muchos podamos admirar a casi dos siglos y medio aquellos principios y a los revolucionarios antimonárquicos que los pusieron en marcha, es un claro testimonio del aporte extraordinario de esos colonos de la Corona Británica, sujetos a las leyes de su Parlamento que se cansaron de ser mandados, mangoneados, ninguneados y privados de su libertad.
Fueron estos revolucionarios una minoría, de entre cientos, acaso miles, aunque quienes sobrevivan a la niebla del tiempo son gente como Benjamin Franklin, Thomas Jefferson, James Madison, George Washington y Thomas Paine, entre otros independentistas, para gloria del pasado de aquella nación y vergüenza de su triste liderato presente.
Estos revolucionarios --que sin duda vomitarían hoy ante el colonialismo que su país le impone a los puertorriqueños-- lo arriesgaron todo --vida, honor, libertad y hacienda-- pensándose y haciendose diferentes. Eran personas educadas, los más eran autodidactas --nada como los Trump y los Pence de hoy-- ; eran fajones y trabajadores, --nunca vagonetas, ni de oficio corrupto-- , eran personas honorables --creían en que el honor era una virtud política y cívica indispensable--, eran idealistas y soñadores --podían ver más allá de sus narices y arriesgarlo todo por una idea o por un sueño-- no como los de hoy, que sólo buscan riquezas y brasa para sus sardinas… en fin, que aquellos revolucionarios fueron patriotas que no doblaron rodillas ante los grandes intereses (que los había), ni los poderosos; patriotas que no se tragaron la injusticia contra los suyos, y que supieron mirar hondo y lejos.
Cualquier parecido con la piltrafa mediática que pulula en Washington, D.C, por estos días, y con las imitaciones, 'Made in China' que deambulan en el gobierno de esta ínsula boricua, es una irónica ratificación y una mueca dolorosa, de los estragos que el imperialismo y el colonialismo pueden producir.
Hablemos de Fundamentos
Los primeros Estados Unidos fueron una confederación, es decir, un agregado de trece colonias insurrectas donde convivían y navegaban con sus respectivos gobiernos aliados para la defensa de su endeble proyecto de soberanía e independencia.
Los delegados de las colonias habían superado momentáneamente sus diferencias profundas para intentar nadar juntas frente al Imperio más poderoso de la epoca. Eran como un grupo de párvulos enfrentándose no sólo al gigante Británico, sino que sus ideas presentaban retos a las monarquías de las otras potencias europeas, incluida Francia, quien apoyó la independencia de las colonias por su enemistad e intereses enfrentados con los de Gran Bretaña. De hecho, Francia había disputado y controlaba buena parte de Norteamerica --el extenso territorio de la Louisiana, desde el delta del río Mississippi en el Golfo de Mejico hasta los Grandes Lagos y las tierras de la plataforma Atlántica que hoy ocupan Quebec y Labrador.
Si fuesemos a enumerar fundamentos del proceso de gestación estadounidense que se prolongó casi una decada desde la declaración de Filadelfia en julio del 1776, habría que subrayar:
1) La unidad política como fundamento de la supervivencia política.
2) La paz interior como garante de la unidad política.
3) La prevención del espíritu faccioso el cual es un elemento debilitante de la comunidad política.
4) El respeto a los derechos de los 'states' y la limitación a los derechos enumerados que se concederían a un gobierno federal en el tránsito de una decada a una federación.
5) La noción misma de poderes del gobierno limitados.
6) La intolerancia frente a la tiranía y a la monarquía.
7) Los derechos ciudadanos recogidos en las doce enmiendas a la Constitución aprobadas inmediatamente luego de la Constitución federal el 25 de septiembre de 1789 y su ratificación posterior.
8) El valor de la voluntad del Pueblo representado por sí propio (voto) y por sus Asambleas.
9) El eventual convencimiento de la necesidad de un gobierno central (federal) fuerte.
10) La separación de poderes.
Fundamentos de la separación y del reparto de poderes
La monarquía y la tiranía no son sinónimos, pero para los revolucionarios norteamericanos en terminos prácticos lo era. Es que aunque la monarquía británica se había constitucionalizado contando con un Parlamento poderoso y con principios constitucionales sólidos no escritos para limitar el poder del monarca, las colonias atlánticas americanas no estaban representadas en el Parlamento que representaba al Pueblo Británico. Ese Parlamento aprobaba leyes para hacer y deshacer en las colonias.
De manera, que esta exclusión de representatividad, unida a la continua interferencia de las leyes de la Corona --con la autoridad de las Asambleas coloniales creadas por acuerdos con la Corona y diversos monarcas y compañías mercantiles-- crearon un campo de fricciones y agravios. La imposición de tributos y restricciones al comercio, y las amenazas de controlar actividades lucrativas como la trata de esclavos crearon condiciones de antagonismo económico que probarían ser importantes reclamos de las colonias y de los revolucionarios.
Ambos, el monarca británico y su Parlamento, representaban para parte de los residentes de las colonias opresión y tiranía. Se ha dicho que ni una cuarta parte de los habitantes de las colonias favorecía la independencia dos años antes de la declaración del 1776.
La separación y el reparto del poderes
La separación y el reparto de poderes no son la misma cosa. La primera tiene un carácter más estructural, el segundo es de orden más funcional y pragmático.
La garantía de una forma republicana de gobierno abogada por los revolucionarios, prevendría contra su concentración. Esta exigencia que es una de forma, atraviesa todo el cuerpo político estadounidense. De la misma manera que no podría haber un rey en Estados Unidos, no lo podría haber en ninguno de sus estados, ni territorios. Tampoco sería posible la concentración de la función Legislativa y Judicial, con la Ejecutiva, ni en el gobierno federal, ni en los estados. En Puerto Rico desde Muñoz, y particularmente bajo el Fortuñato y el Ricky-rossellato la hubo y existe, fuera de escaramuzas incidentales.
1) Esta separación de poderes es imperativa y cualquiera que la corrompa, atenta contra un elemento fundamental originario --fundacional-- de los Estados Unidos. De hecho, la existencia de territorios --no incorporados, categoría creada posteriormente en los casos insulares a principios del siglo XX-- gobernados plenariamente por el Congreso, es una especie de aberración en el marco de la separación de poderes. Cuando se crea una autoridad insular que barre la forma republicana de gobierno y las garantías de enmiendas constitucionales, se atenta igualmente contra la separación de poderes.
2) El reparto de poderes y autoridad entre el gobierno federal y los estados
Viniendo de ser una Confederación en la decada de los años setenta y tempranos ochenta del siglo 18, el 'precio' de consentir a formar una Federación, supuso el principio de que el gobierno federal no mandaría a los estados, salvo excepciones específicas enumeradas. Como lo lee. En principio el gobierno federal interviene en las áreas que le fueron delegadas, mediante los poderes enumerados que tendría según el texto constitucional, mientras que los poderes no enumerados pertenecen a los estados y al Pueblo.
Acostumbrados a ser arreados y aporreados por el gobierno federal, los políticos estadoístas coloniales, no entienden esta visión de poderes limitados del gobierno federal. De ahí, que la postración federalizante que exhiben los estadoístas del patio les parezca aberrante a los 'estadoístas' de los estados.
Muy poca gente valora la estadidad por sí misma en la inmensa mayoría de los estados de Estados Unidos. De hecho, ven como algo neutro, o acaso negativo, la intromisión del gobierno federal en sus asuntos. Ahora bien, lo que sí les resulta chocante es que haya gente en cualquier lugar --incluido cualquier territorio, ínsula o colonia--clamando por la intervención de los federales. Les provoca conmoción que haya personas entregándole poderes al gobierno federal, o clamando por la incursión federal en las instancias de gobierno propio local.
A los estadounidenses que siguen estos temas, que son una minoría, debe parecerles alucinante la forma en que el proceso de investigación criminal local ha sido entregado a los federales por colonialistas y estadoístas colonialistas del patio. Asimismo, debe resultar chocante la forma en que el gobierno de Puerto Rico no investiga los casos de corrupción local entregándoselos a los federales a ver si les da la gana investigarlos, si es que caen entre sus agendas o prioridades.
Un político o funcionario estadounidense federal o estatal --de aquellos 50 estados--debe mirar con estupor el entreguismo y la falta de vertebras locales, es decir de columna vertebral, de funcionarios electos y no electos en Puerto Rico que tienen una venda cultural política para atender y entender este fenómeno --de profundas bases históricas, políticas y jurídicas-- determinante en la forma en que se mira en Estados Unidos al gobierno, la toma de decisiones y el ejercicio de la representatividad e incluso el derecho al voto.
La falta de comprensión en Puerto Rico de lo que son los estados en la Federación y de lo que es el Congreso, puede explicar quizás, tanto disparate del liderato anexionista puertorriqueño. No sólo son vistos como 'líderes' de un país distinto. Son vistos además, como personajes incultos no acreedores, no ya de la igualdad política por la que claman, si no de la ciudadanía de segunda clase que exhiben. Esto de por sí, es indigno, y se agrava cuando se adereza de sinrazones como el racismo y otros tipos de discrimen. A nadie debe alegrar esto. Sin embargo, comisionados residentes sucesivos se han esmerado por acentuar el dislate. La actual comisionada residente a causa de un mal cálculo oportunista y ventajero lo ha reforzado --el disparate-- convirtiendose en porrista --cheerleader-- de Donald Trump. Como la actual comisionada ni entiende los fundamentos del sistema político estadounidense, ni comprende la gravedad de su mandato con voz Berlitz, pero sin voto, tampoco puede darse cuenta de la manera en que la miran y se ríen, no solo los demócratas que de opresión saben un chispito más, sino sus compañeros republicanos. Estos sin duda, hacen ejercicios faciales para contenerse la risa cuando la comisionada les explica cómo el 97% de los puertorriqueños 'creen' y votaron por la estadidad. Esos congresistas le provocan vergüenza a cualquiera, y la comisionada debiera escucharse, para no corresponderles provocando vergüenza ajena.
3) La nulificación de la Asamblea Legislativa estatal (territorial)
La usual absoluta flexión (dobladura) del legislativo puertorriqueño al ejecutivo puertorriqueño, debe parecerle patetica a cualquier observador con ánimo no prevenido, ni información sobre el acondicionamiento que provoca el aplastamiento colonial de cinco siglos., incluidos casi cuatro de estos al mando omnímodo de capitanes generales, tenientes de guerra, intendentes, entre otros. Lo mismo debe parecerle a congresistas y funcionarios federales los procesos de confirmación instantánea en Puerto Rico de jueces supremos vitalicios bajos criterios, por decir lo menos, ideológicos y misteriosos.
No en balde congresistas y el presidente Obama, demócratas y republicanos, endilgaron con tanta facilidad --despues de todo tenían el apoyo del gobernador Alejandro García Padilla y del comisionado residente Pedro Pierluisi -- la ley PROMESA y su Junta de Control Fiscal. A nadie debe extrañar el desparpajo napoleónico con el que se desenvuelve esa ganga o junta de dictadorcillos devastadores del presente y del futuro de Puerto Rico.
A nadie debe extrañar tampoco, que lo poco que queda de espacios de partícipación, y de algún contrapeso minoritario, sea extirpado mediante legislación blitz de fin de sesión, por quienes dócilmente se han 'espatarrado' ante la Junta desde el legislativo local, aunque no hayan faltado los pulseos de aguaje. Baste ver cómo estos aplastados por la Junta hacen lo mismo con las minorías por aquello de pasar para adelante la opresión. Y se llaman a sí propios 'estadistas', desde una práctica del analfabetismo político y de la incultura política que niega los principios y los fundamentos de aquella aspiración democrática surgidas expresada originalmente en Filadelfia. Ironía brutal y fatal cuando aspiran a ser admitidos como estado 51 ó 754, da igual, en el año 3,000 o 4,000. Aunque antes alegaron que llegaría en tres meses.
4) La intransparencia y la corrupción como trágicas cartas de presentación estadoísta
Los que les forjan estatuas y las instalan frente al Capitolio insular a los presidentes de los Estados Unidos --cualquiera que sea el motivo romántico o espurio de sus escapadas caribeñas y visitas a Puerto Rico-- portan una penosa carta de presentación ante el Pueblo y los gobernantes estadounidenses.
El gobierno de Puerto Rico es famoso por la tramposería grosera con la que administra los recursos públicos y las transferencias de dinero de los contribuyentes federales. Algunos gobernantes se ufanan 'de coger de p… ' a los mismos suyos; senadores y congresistas estadounidenses no se cansan de denunciar la falta de transparencia del gobierno de Puerto Rico, la opacidad de sus finanzas y la torpeza de sus operaciones, la abundancia de casos de corrupción, la desidia e irresponsabilidad, en suma, la enciclopedia de barbaridades del gobierno local de las que los enteran.
El Ejecutivo estadounidense --el señor Trump-- mandó a aguantar los fondos de emergencia --hecho criminal-- con el pretexto provisto irónicamente por los desaparecedores de furgones y esfumadores de 'ayudas' y fondos de asistencia. Que Donald Trump haya podido ganar credibilidad al denunciar al gobierno corrupto de Puerto Rico, y que la fuga del gobernante Ricky Rosselló se haya materializado, sin que más del 95% de su gabinete haya parpadeado, y sin que sepamos si habrá investigaciones con resultados sobre su camarilla, es una sencilla muestra del tufo a podrido que abunda a vuelta redonda y que lo huelen desde lejos en Washington hace años.
Se llama corrupción estructural, sistemica y para algunos seudo líderes de Puerto Rico, vocacional. Cuando se destapa, claro que la peste llega hasta el D.C. donde tienen corruptelas de sobra, pero suavizadas en su dictadura esmaltada con la corrupción institucional y el inversionismo político.
Que el Departamento de Justicia de Puerto Rico no haya podido responder a las oleadas de corrupción que le dan en la cara al país durante la incumbencia como Secretaria de la ahora gobernadora inelecta Wanda Vázquez, es un triste anticipo de lo que viene.
El legislativo no ha iniciado una sola investigación que valga la pena sobre la inmundicia del Departamento de Educación, la ASES y las decenas de agencias mojadas por el 'publigate' BDO. No mueven un dedo ante la recontratación y el reciclaje de los contratistas succionadores que reaparecen con nuevos disfraces y antifaces para prestar servicios profesionales. La expedición de licencias para la impunidad sólo compara con las cuotas del inversionismo político que se recaudan por maquinarias bipartidistas en la mayor parte de las agencias, municipios y corporaciones públicas del gobierno. Esta corruptela que fractura la prestación de servicios, la contratación honesta privada cuando es excepcionalmente necesaria, la capacidad del gobierno, la vigencia del honor y de la honradez, es hija de un bipartidismo local maquinero y maquinador, grotesco y putrefacto. Ojalá que no encuentre cauces de retroalimentación y agrandamiento en las ligas grandes de la política estadounidense.
No debe extrañar a nadie que por estas fechas la mayoría legislativa local este creando nuevas áreas de oportunidad corrupta en el ámbito electoral y municipal al inversionismo politico mediante leyes impuestas facciosamente, antidemocráticas de cuerpo entero, producto de la falta de vergüenza política, rayana en lo obsceno.
Con este registro de incultura, desfachatez y glotonería de apariencia de poder se pavonean ante los estadounidenses --supuestamente a 'luchar' por la estadidad -- esta legión de oportunistas. Saben que por buenas razones allá no les interesa el cuento de la estadidad, y que por malas razones desprecian a nuestro Pueblo. Pero utilizan la estadidad analfabeta de pretexto, ordeñando la inseguridad de la gente, engañándola en su buena fe, y aprovechándose del profundo daño que el colonialismo y la dependencia le ha provocado como producto del miedo y la dependencia.
Despues de todo, ¿podíamos esperar otra cosa? Si es que según dicen ellos, y su pasado líder espiritual Ricky, 'cogemos de p… a los de nosotros mismos'.
*El autor es doctor, abogado, profesor y estudioso de los procesos legislativos y reglamentarios. Fue asesor y luego portavoz del PIP en la Cámara durante 24 años.