Un 0.012% eficiente y autónomo
En días recientes, NotiCel, cual crónica de un martirio por esquelas, publica el nombre de las Agencias de Gobierno supuestas a desaparecer. Entre ellas, no faltaba más, la Oficina Estatal de Conservación Histórica, OECH (State Historic Preservation Office, SHPO, por sus siglas en ingles). 'CHIPO', en la jerga de dolientes y dolosos, es una entidad gubernamental creada para velar por el cumplimiento de una cincuentenaria ley del gobierno de los EEUU que establece cortapisas protectores al patrimonio en la ejecución de proyectos con injerencia federal.
De igual forma, dicha ley, instaura un escalón superior de protección al promover la inclusión de propiedades de reconocida valía al Registro Nacional de Lugares Históricos de los EEUU. Inclusión, que no solo prestigia al honrado recurso, sino que tambien provee mecanismos (mediante incentivos de hasta un 20% de reducción a los impuestos) para la rehabilitación - según las normas establecidas por el Secretario del Interior- de propiedades para uso comercial o de arriendo. De manera que usted, proponente, privado, de una agencia gubernamental (federal o estatal) o de un gobierno municipal tiene que consultar a 'CHIPO' para toda obra que involucre fondos, permisos, garantías, acuerdos o cualquier otro envolvimiento federal.
En un país donde, tristemente, el desconocimiento, la politiquería y la corrupción demeritan injustamente a la sociedad, este filtro es invaluable. La opinión que emiten los especialistas de la oficina solo pretende, de forma juiciosa y profesional, que ningún recurso histórico (arqueológico o arquitectónico) sufra por el embate de intereses ajenos a la salvaguarda del patrimonio. Básicamente, tres opiniones - con matices de reacción entre respeto y animadversión- puede exponer 'CHIPO': proceda con la obra pues no afecta recurso alguno (reacción feliz), proceda según las siguientes recomendaciones de cuidado (reacción resignada) o un efecto adverso al recurso que implica un proceso de negociación para evitar, mitigar o documentar el dicho efecto (recordatorio materno, llamadas y presiones de todo tipo).
La Oficina Estatal de Conservación Histórica de Puerto Rico, con apenas el 0.012% del presupuesto consolidado del país, evalúa proyectos cuya suma total supera los cientos de millones de dólares en fondos federales que llegan al país y cuya relevancia, hoy, es vital. Las opiniones dictadas, responsables y humanas - por supuesto - han protegido y protegen el acervo histórico de nuestro país aún con vientos nada favorables y amenazas constantes de disolución o perdida de autonomía.
Al presente, ante la inmensa necesidad por la devastación ciclónica y la llegada de cuantiosos recursos federales para la reconstrucción, es injustificable el cierre o la absorción del deber ministerial de la agencia. Su disolución, o un posible conflicto de interes aupado por una innecesaria consolidación que ahorre centavos, puede provocar el cierre del programa por parte de la entidad federal que nos regula y cuasi financia o, y más lamentable, un conflicto de interes que, al abrigo de la urgencia y la inyección multimillonaria, enaltezca la depredación de un patrimonio lastimado. El cierre o descertificación del programa ante el Gobierno Federal, traería como consecuencia inmediata la evaluación de proyectos en otra jurisdicción federal con la resultante perdida de tiempo y recursos en el proceso. Hay que considerar además, que tan necesario es velar soberanamente por la etica y el uso del dinero público, como lo es por el cuidado de nuestra memoria colectiva
El gobierno debe asegurar que la pulcritud de las decisiones que se tomen en la OECH alejen, por decisiones atropelladas, controversias innecesarias. Se debe escuchar el parecer de importantes Agencias Federales que apoyan el fortalecimiento de la OECH, máxime en estos tiempos. Por último, remarcar la contradicción que implica el castigo al eficiente manejo de una enorme responsabilidad con una exigua asignación y un recurso humano profesional muy limitado. Será hipócrita la queja, cuando los centenarios adoquines se reflejen en la tristeza simplista de unas persianas de aluminio o si el occipital de un ancestro lo engulle el basurero de turno.
*El autor se desempeña como Especialista Principal de Informática de la OECH. Las opiniones vertidas en ese artículo solo representan la opinión personal del autor.