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La ansiedad infantil se dispara en medio del confinamiento

El cambio abrupto de rutinas y el exceso de información son los causantes.

Debido al toque de queda y las medidas de distanciamiento físico, las actividades sociales quedaron vedadas para evitar el contagio con la enfermedad infecciosa.
Foto: Archivo

En la medida en que los casos de COVID-19 en Puerto Rico aumentaban, la cantidad de niños jugando en las calles y en casas de sus vecinos disminuía.

Con ese encierro, llegaron otros síntomas. Otros demonios.

“Jean Carlos es un nene muy atlético. Jamás en la vida pensé que le pasaría algo así. Pero nos tocó”, contó Fabiana, una madre de 42 años, que ha visto a su niño de 9 años caer en las garras del ataque de ansiedad desde principios de abril.

Como vendedora de productos de belleza, Fabiana también se vio encerrada en su casa desde el pasado 16 de marzo, cuando la gobernadora Wanda Vázquez Garced implementó la primera orden ejecutiva, con el mandato de “quedarse en casa” como medida preventiva para evitar la propagación del coronavirus.

“Yo no soy empleada esencial, mi esposo tampoco, así que fue un encierro de tres. Pero manteníamos la actividad, dentro de todo. Hacía sus tareas y todo estaba normal, hasta que empezó a pasar menos tiempo afuera”, recordó la mujer, que pidió cambiar su nombre y el de su niño proteger la privacidad del menor.

Al inicio de la cuarentena, Fabiana permitía que Jean Carlos saliera a jugar baloncesto con los vecinos varias horas al día. Pero conforme se apretaban las medidas implementadas por el gobierno, empezó a impedirle las salidas.

“Un día, estábamos viendo televisión, y empezó como a respirar bien fuerte y a sudar. Fue horrible, pensé hasta que se había contagiado de coronavirus y que no podía respirar, pero no tenía fiebre ni se sentía mal… nada”, recordó.

El niño desarrolló un ataque de ansiedad que, según un profesional que consultó, surgió a causa del encierro y el cambio abrupto de la rutina diaria.

De acuerdo a un estudio realizado por la Universidad de Carolina del Sur y la Universidad de Huazhong, uno de cada cinco niños que permaneció bajo cuarentena obligatoria en China presentó síntomas de depresión y ansiedad.

El estudio, que contó con una muestra de 2,330 niños y preadolescentes de las ciudades de Wuhan y Huangshi, los epicentros de la pandemia por COVID-19 en China, encontró que “el 18.9 por ciento de los estudiantes reportó síntomas de ansiedad, una prevalencia mayor a la registrada en encuestas previas”.

El 22.6 por ciento de los alumnos también presentó síntomas de depresión, una cifra que excedió el 17.2 por ciento reportado en otras investigaciones sobre las escuelas elementales en dicho país.

A pesar de que pudiera parecer que los niños pueden manejar mejor la llamada “nueva realidad” que ha traído consigo el COVID-19, en realidad han sufrido una alteración dramática en sus rutinas y ello se puede percibir en pequeños detalles.

“Entre los primeros síntomas, se puede encontrar que (el menor) te pregunte mucho sobre lo que está pasando. Que lo haga de manera continua. Que te pregunte cuántos muertos hay, cuántos enfermos hay, que te comente que en las noticias dijeron esto, o pregunte cuáles son los síntomas”, explicó a NotiCel la sicóloga especialista en familia, Solmary Marrero.

La doctora añadió que otra señal de ansiedad es el insomnio. Esa ansiedad se expresa en un temor a que les pueda pasar algo mientras duermen. Por ello, desean regresar al cuarto con papá y mamá para que puedan velarlos y protegerlos de esa amenaza.

Además, un cuadro de ansiedad puede percibirse en la falta de concentración. Este cambio se observa en el caso de los niños aplicados, ahora que cambió su rutina escolar.

“Estudiar en casa es un choque muy fuerte para ellos. Ahora tienen que estudiar en casa con mami, papi o abuelo, 'que no pueden entender lo que estudié, ni lo hacen como la maestra'. Para los niños que estudian en casa, el proceso de adaptación es de cinco a ocho semanas, y no hubo ese proceso. Por encima de eso, 'mi mamá y mi papá me dicen que si no termino hay posibilidad de castigo y eso me pone ansioso porque hay cosas que no puedo controlar;”, detalló la doctora sobre las ideas que se pudieran alojar en la cabeza de los pequeños.

Una de las recomendaciones principales es no exponer a los niños a los medios de comunicación, ni las redes sociales, que están sobrecargadas de noticias sobre la epidemia.

La especialista en conducta aconsejó a los padres a limitarse a la información que puedan tener en sus teléfonos o la televisión, en momentos en que los niños estén involucrados en otras actividades y no comentar detalles de la pandemia frente a ellos.

Fabiana decidió permitirle a su hijo salidas esporádicas para poder manejar sus ataques y, asegura, que ahora está dispuesta a salir a la calle con todas las medidas de precaución. Contó que esta prolongada estadía en el hogar le daba el espacio para sintonizar todos los programas de noticias relacionadas al coronavirus y entiende que ese exceso de información contribuyó a que su niño se sobrecargara.

“Yo me encargo de protegerlo y de protegerme como es debido. Tenemos mascarillas, guantes, hasta gorros. Y al regresar a casa, nos bañamos. Sencillamente, no puedo permitir que el remedio sea peor que la enfermedad, y para él lo fue. Lo estoy llevando a un parque de la urbanización para que practique baloncesto, que corra y libere energías. En casa ya ni prendo el televisor. Que salga a disfrutar de su niñez. En algún momento lo vamos a tener que hacer y tenemos que dejar el miedo. Nos cuidamos y ya”, apuntó Fabiana.

Nada lejos de la realidad. Hace apenas unos días, en España se permitió a los ciudadanos a salir a la calle a dar paseos a los niños, que también habían soportado una extensa cuarentena. Cuando los parques y aceras se abarrotaron, la crítica no se hizo esperar.

Funcionarios de gobierno advirtieron, sin embargo, que en adelante la norma deberá ser “una responsabilidad individual”, y que los ciudadanos tendrán que tomar un rol más activo, en la medida en que vayan flexibilizándose las normas del confinamiento.

“Todo el tiempo estamos en el mismo peligro. En este, en particular, hay cosas que son nuevas y por eso estamos tomando medidas más severas. Lo primero es que hay que seguir promoviendo el distanciamiento físico y, como el boricua es sabroso con sus muecas, puede ser muy creativo e inventar nuevos saludos. Seguir educando a los niños con la higiene y ayudarlos en el proceso, pero tranquilamente," apuntaló Marrero.

"El uso de la mascarilla es algo que vamos a tener por largo tiempo y podemos enseñarles que, así como te pones camisa y pantalón cada mañana, también vestirás mascarilla. El riesgo es parte de la vida, y si no nos arriesgamos a exponernos con precaución, nos quedaremos en cuarentena toda la vida”, concluyó la doctora.

Periodista con más de 20 años de experiencia en temas de espectáculos, arte y cultura, tanto para el mundo de los impresos y como para el digital. Egresada de la Universidad de Puerto Rico, fanática de las novelas y de los cuentos de su hija.