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Empresaria asesinada y su hijastra habían tenido confrontaciones previas

Según testimonio de la hija mayor de la empresaria

Con 17 años, y a un mes de haber comenzado su cuarto año de estudios de escuela superior, la hija mayor de Hilda Padilla Romero presenció desde el asiento del pasajero múltiples incidentes de violencia contra su madre que, el pasado 30 de septiembre, culminaron con su vida.

Padilla Romero viajaba junto a sus dos hijas —17 y 8 años de edad— en una Honda Pilot color negra por la carretera PR-177 cuando un vehículo se le acercó y comenzó a dispararle a corta distancia.

Según agentes del Negociado de la Policía, la víctima tenía varios impactos de bala en la cabeza y el brazo izquierdo. Las niñas, en cambio, resultaron ilesas.

La mayor de las hijas detalló ante el Tribunal de Primera Instancia de Bayamón su reacción tras percatarse del estado de su madre el día de los hechos, hasta lo que era su rutina diaria y su relación con su familia extendida, como parte de su testimonio en circuito cerrado durante la vista preliminar contra Keishla Pérez Bigio y William Alexis Avilés González.

Ambos están imputados en la muerte de la empresaria en cargos de asesinato, tentativa de asesinato, violaciones a la Ley de Armas y riesgo a la seguridad u orden público al disparar un arma de fuego.

A Pérez Bigio, en particular, se le señala como la autora intelectual del crimen, pese a que es la hijastra de Padilla Romero. Contrario a Avilés González, la imputada se encuentra en libertad bajo fianza.

'Yo me quedé dormida en un punto porque estaba enferma y recuerdo despertarme porque escuché como si fueran unos petardos. Escuché los últimos dos y me asusté, pero a la vez me reí porque pensaba que mami se estaba riendo. Ahí miro hacia la derecha en el cristal y veo un roto y como estillado, porque el cristal no se llegó a romper completamente. Yo estaba sentada al lado de mi mamá, ella estaba guiando. Miro hacia al frente veo una motora negra y un señor montado hacia al frente y miro a mi mamá. Tenía la cabeza hacia abajo y las manos así en los muslos', describió la testigo, entre lágrimas.

La niña, acompañada de una asistente de víctimas del Departamento de Justicia, ofreció su relato ante los fiscales y abogados de defensa en una sala. Mientras, el juez, el público, la prensa y los imputados solo podían escucharla desde otra sala del tribunal.

Ese día había transcurrido con normalidad, pues su madre las buscó a la escuela a las tres de la tarde, las esperó mientras compraban libros en una feria escolar, visitaron las oficinas de la empresa, como de costumbre y fueron al correo a buscar un folleto del examen estandarizado SAT, pero estaba cerrado. Luego, y al momento de los hechos, se encontraban de camino a su hogar.

Aunque la testigo no pudo precisar desde dónde provenían los ruidos que escuchó, ni pudo identificar a la persona en la motora que miraba hacia la Honda Pilot, a preguntas de los abogados aseguró que su hermana —desde el asiento detrás del conductor— vio un carro negro y una pistola que apuntaba hacia el carro en que viajaban.

'Yo la estaba escuchando tratando de respirar, como si estuviera ahogada. Mi hermana empieza a gritar ‘mami, mami' y le digo en el ‘shock' [sorpresa] que se calme. Veo que el carro sigue en movimiento, así que cojo el guía, paso el pie, pego freno y busco el botón de ‘parking' [estacionar] y le doy. Vuelvo a mirar a mi hermana, ella cogió su juego que estaba jugando, que era un Nintendo Switch, y sigue jugando y cojo el teléfono y llamo a mi padrastro porque fue el primero que me vino a la mente', explicó la niña.

Con el teléfono de su hermana, que se encontraba en la cartera de su madre, llamó al 9-1-1, luego se bajó del carro para pedir ayuda a quienes transitaban por esa vía de Guaynabo. Una señora se detuvo y la asistió hasta que llegó la ambulancia y la policía.

Al regresar a su vehículo para sacar a su hermana, la niña de ocho años, asustada, le señaló el charco de sangre que ya se había formado debajo del asiento. En el vehículo también viajaban con sus mascotas, una perra y un pájaro que reposaba en el pecho de la víctima. El animal, según encontrado por los paramédicos con vida, estaba lleno de sangre de la empresaria.

Cuando hablaba con la policía, 'ahí recibo una llamada, me sale que es desconocida, digo ‘hello hello', pero nadie contesta. Se lo doy a la policía y como nadie le contestó, ella dijo que eso no importaba ahora'.

Como parte de su testimonio, la niña indicó que, antes de ser asesinada, la empresaria tuvo al

menos tres confrontaciones con Pérez Bigio.

'Ellas tenían confrontaciones, eran por el trabajo porque Keishla solo iba cuando necesitaba dinero y también porque mami decía que Keishla no era hija biológica de Juan. Ella le pedía a mi padrastro que se hiciera la prueba de paternidad', declaró la testigo.

Juan Pérez Colón, padre de Pérez Bigio, es dueño de las empresas que Padilla Romero administraba y en las que fungía como 'secretaria, archivaba, hacía los cheques y también hacía cosas de contable', según el testimonio.

El incidente más reciente surgió en agosto de 2019, aproximadamente un mes antes de los hechos, en una de las tres oficinas de la empresa.

'Mi mamá fue a buscarme a la escuela y yo la vi que estaba como yo le digo en un modo ‘grinch'. Molesta. Mi mamá me contestó que Keishla y Juan estaban en la oficina peleando, tratan de incluirla en la conversación y mi mamá dice que ella no tenía nada que ver, pero Keishla sigue y le dice palabras malas a mi madre. Puedo decirlo? Como puta. Ahí mi mamá me contó que Keishla la agarró por el pelo. La señora que limpia aguantó a Keishla. En el forcejeo, mami le agarra un mechón de pelo a Keishla, luego de eso mi padrastro Juan se mete para separarlas', explicó la niña.

Del relato se desprende que posteriormente la imputada lanzó el mechón de su cabello al inodoro, pero la empleada doméstica fue instruida por Padilla Romero a recogerlo y guardarlo en una bolsa plástica.

La testigo añadió que Padilla Romero le mostró la evidencia ese mismo día cuando la buscó a la escuela.

'Después de la escuela, fuimos al hospital', aseguró. Aunque no se especificó para qué fue la visita, se asume que Padilla Romero diligenciaría la prueba de paternidad. En los dos incidentes previos, uno ocurrido en el 2010 y otro unos años antes, la imputada cortó a Padilla Romero con una llave y lanzó una piedra al cristal del vehículo en que se encontraba, luego de una discusión con Pérez Colón. El cristal no llegó a romperse, pero se agrietó.

Luego de la muerte de Padilla Romero, la testigo contó que Pérez Bigio se le acercó para expresarle que sus problemas eran con su madre, no con ella, y que si necesitaba conversar sobre lo sucedido podía contar con ella. La testigo afirmó que grabó uno de estos acercamientos con su celular.

En la madrugada del incidente, Pérez Bigio visitó la casa bajo el pretexto de que a su padre le había ocurrido algo. Allí, preguntó por Padilla Romero y, tras no creer que había muerto, preguntó en qué hospital se encontraba.

'Keishla no volvió a aparecer por ahí', añadió.

Los abogados de defensa objetaron en múltiples ocasiones la línea de cuestionamiento del Ministerio Público, por entender que apuntaban hacia un testimonio sobre el carácter de Pérez Bigio y eso no era admisible. No obstante, el juez Pedro J. Saldaña Rosado pidió en igual cantidad de veces que le permitieran escuchar el testimonio y más adelante eliminarían, si algo, lo que estimen innecesario.

'Yo no puedo traer un incidente de hace diez años como suficiente para decidir matar una persona. Eso es insuficiente en derecho', objetó el licenciado Edwin Castro fuera de sala. El abogado representa a Avilés González y reiteró que nada de lo dicho por la testigo implica a su representado.

Durante el contrainterrogatorio, el abogado estableció que la testigo nunca mencionó a su cliente y que no notó que ningún vehículo se le acercara ese día mientras se encontraban visitando la última oficina. Tampoco mencionó nada que le llamó la atención, ni que la hiciera sentir preocupada o intimidada.

El testimonio de la joven fue interrumpido varias veces, no solo por las objeciones de los abogados, sino por problemas técnicos del tribunal con su sistema de sonido y transmisión.

La vista preliminar tendrá su continuación el viernes, 28 de febrero, desde las 8:30 a.m. y, de ser necesario, se reanudará el 11 de marzo a la 1:30 p.m.

El caso lo llevan los fiscales Lisette Sánchez Vázquez, Jessika Correa y Juan Rivera Labrador. Relacionado a este caso también está implicado Luis González Martínez, quien había renunciado a su vista preliminar tras alcanzar un acuerdo con la fiscalía. Como parte del acuerdo, se le archivarían algunos cargos y se le rebajaría la condena.

KeishlaPérez Bigio, acusada por el asesinato de su madrastra, la empresaria HildaPadilla Romero. (Juan R. Costa/NotiCel)

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