Fuerte testimonio contra Pedro Julio Serrano: “Le tenía miedo”
La presunta víctima relató dos agresiones sexuales sin consentimiento por parte de su exprometido, un activista de derechos humanos y la Comunidad LGBTTIQ+.
La alegada víctima de dos agresiones sexuales por parte del activista de derechos humanos, Pedro Julio Serrano Burgos, declaró el viernes en vista preliminar contra este cómo, en dos ocasiones distintas, fue violado por su pareja con quien estaba próximo a contraer nupcias después de varios meses de relación.
Ante la jueza Yazdel Ramos Colón de la sala 608 del Tribunal de San Juan, el joven de 28 años de edad, quien no será identificado por ser querellante en un caso de violencia sexual, testificó cómo entabló una relación con el activista luego de conocerlo a través de una aplicación móvil en enero de 2020.
Para inicios de febrero fue su primera cita. Por invitación de Serrano Burgos, asistieron juntos al concierto “Movimiento Tour” de Ricky Martin en el Coliseo de Puerto Rico. Previo al espectáculo, el querellante incluso pudo conocer al cotizado artista; una sorpresa que tenía Serrano Burgos para él.
En el encuentro, dice el testigo, Serrano Burgos lo presentó a Ricky Martin como “el hombre con quien me voy a casar. […] Fue muy lindo. Me gustó mucho. Me sentí valorado (y que) había un futuro o posibilidad con él”, expresó.
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Esa misma noche, a insistencia de Serrano Burgos, accedió a pernoctar con él pero alegó que dejó claro que no tenía intenciones de sostener relaciones sexuales ya que no estaba preparado para tener sexo con una persona que acababa de conocer. Según contó, Serrano Burgos inicialmente respetó su pedido, pero le hizo varias preguntas de índole sexual, como cuál era su rol (refiriéndose a qué prácticas sexuales prefería).
Pese a la advertencia, Serrano Burgos optó por “prepararse” para un posible acto sexual. Al regresar del baño a la habitación, manifestó el querellante que Serrano Burgos “se acuesta a mi lado. Siento que me empieza a tocar. Comenzamos a besarnos y abrazarnos y estábamos claramente excitados. (Serrano Burgos) procedió a buscar el lubricante y también buscó un inhalador, o '‘popper’'.
Esa noche, consumaron el acto sexual de forma consensual.
Luego, para el 14 de febrero, planificaron encontrarse, esta vez con intenciones de tener sexo. Y así, continuaron una relación que, dijo, a pesar de estar llenas de ilusiones y promesas de matrimonio, fue descrita como "tóxica" y donde “había que hacer todo lo que (Serrano Burgos) dijera”.
Sobre las imputaciones criminales a Serrano Burgos, el querellante especificó que en la madrugada del 16 de mayo de 2020, fue agredido por primera vez mientras dormía en la casa de Serrano Burgos.
“¿Qué pasó la noche del 16 de mayo?”, preguntó la fiscal.
“Él me agredió sexualmente”, respondió el testigo.
La respuesta provocó una objeción inmediata de la defensa. “Debe explicar qué pasó”, le recalcó la fiscal, a lo que el testigo contestó que en algún momento de la madrugada, mientras dormía, se despertó al sentir al acusado sobre su cuerpo, pillándolo con su peso y contra la esquina de la pared a la que la cama estaba pegada.
“Yo tenía una camisa larga, no tenía ni pantalón ni calzoncillos. (Serrano Burgos) se trepó sobre mí, y comenzó a penetrarme de manera abrupta”, testificó antes de irrumpir en llanto.
La fiscal intentó continuar con su interrogatorio, pero fue necesario un receso debido al estado emocional del querellante. Al decretarse el receso, el testigo se levantó y, a paso ligero, abandonó la sala entre sollozos. Al regresar, más calmado, explicó que Serrano Burgos lo penetró a la fuerza, sin consentimiento ni tomando las medidas que entendía necesarias para sostener una relación sexual, como el uso de lubricante.
“Él me comenzó a penetrar de manera abrupta, comencé a llorar porque me dolía. Le comencé a decir que no, traté de arrastrarme (sobre la cama) para separarme de él pero quedé pillado entre las paredes y él… y simplemente lloré”, relató lloroso, agregando que al culminar el acto, Serrano Burgos bromeó “tengo que hacer ejercicios”.
Al culminar la agresión, testificó la víctima, fue al baño del apartamento donde se percató que tenía el área anal irritada. Inmediatamente, Serrano Burgos entró al baño a preguntarle si le gustó.
Al contestarle en voz baja que la agresión “me dolió”, Serrano Burgos insistió: “¿Que si me gustó? Le dije ‘ujum’, cerré la cortina y comencé a llorar”, agregó en sala. “Sentía que no podía decir nada porque yo lo amaba y estaba ilusionado de que las cosas siguieran su cauce y porque él me había dicho que las personas que se metían con él, se jodían”.
Además, atribuyó su silencio al miedo a la fiscal increparle porqué no acudió a las autoridades o a un médico en ese momento.
“Le tenía miedo. Mayormente miedo”, dijo el testigo.
“¿A qué?”, insistió la fiscal.
“A que me destruyera, como él dijo”, respondió.
Durante el testimonio, la jueza tuvo que recesar en varias ocasiones debido a los episodios de llanto de la víctima. En ocasiones, colocaba sus manos en el rostro y bajaba la cabeza. En otras, guardaba silencio, provocando que la jueza le repitiera las preguntas.
Mientras tanto, desde la mesa de los demandados se vio en varias ocasiones a los abogados de Serrano Burgos reírse o hacer gestos manifestando desacuerdo mientras la alguacil de sala atendía al querellante. Por su parte, el acusado se mantuvo muy atento al testimonio del joven, haciendo anotaciones en una libreta amarilla, típica herramienta en la práctica de la abogacía.
A pesar de la agresión en su contra, el querellante optó por continuar la relación.
Mes y medio después, en la madrugada del 2 de julio, indicó el testigo que nuevamente se despertó en medio de la noche cuando Serrano Burgos le arrebató las sábanas y se lanzó sobre él, sujetándolo por las muñecas.
“Él comenzó a penetrarme y yo le digo ‘¡no!’ y levanté el torso. Le dije que no porque no quería ser penetrado ni tener relaciones en ese momento”, recordó en sala.
El querellante se levantó de la cama y buscó refugio nuevamente en el baño del apartamento. “Esta mierda no me puede estar pasando otra vez”, recordó decirse a sí mismo mientras veía su reflejo en el espejo.
“Me sentía mal. Sentía dolor, en el ano y en el corazón”, agregó.
Tras varios minutos en el baño, regresó a la habitación y se acostó en la cama junto a su ahora expareja. “Perdón, no sabía que te iba a molestar”, se limitó a decir Serrano Burgos, según el testigo, quien dijo no haber podido dormir por el temor a una nueva agresión.
Al día siguiente, Serrano Burgos y la víctima acudieron a una cita ya programada para ver una residencia en Guaynabo, una de varias candidatas para comprar de cara a la boda el 21 de diciembre, fecha que eligieron por tratarse del solsticio de invierno.
Allí, fue que Serrano Burgos le informó que deseaba separarse ya que “dijo que me puse violento con él”, cosa que el testigo aseguró vehementemente ser mentira.
“No había explicación de por qué no podía dormir en la casa”, contempló el testigo.
Le advirtió al acusado que si lo botaba de la casa, no regresaría. Ante su aparente indiferencia, el testigo optó por buscar algunas de sus pertenencias y retirarse a casa de su mamá.
Fue su madre, a quien le contó lo sucedido y también testigo en el caso, quien le insistió que buscara ayuda legal y solicitara ante los tribunales una orden de protección.
Para su sorpresa, al llegar al Tribunal de San Juan, se percató que Serrano Burgos ya estaba allí radicándole una querella bajo la Ley 54.
A objeción expresa del testigo, hecha durante el último receso al asistente de víctimas de violencia doméstica en sala, el contrainterrogatorio continuará otro día ya que la defensa aún no había tenido tiempo para leer la declaración jurada del caso.
“Yo quiero que esto acabe hoy”, dijo lloroso ante los presentes.
La jueza, sin embargo, le explicó las razones por las que tenía que regresar y pautó para el 11 de septiembre el contrainterrogatorio.