Pierluisi o cuando la procesión va por dentro
El gobernador enterró hoy a su padre, fallecido el pasado 26 de mayo a los 96 años, en el Cementerio Nacional de Bayamón, donde dio muestras de su pesadumbre en compañía de su hermana y novia.
No lloró, pero el gobernador Pedro Pierluisi Urrutia sí demostró que la procesión va por dentro y, aunque contenido por momentos, su rostro habló por él al despedir a su padre, el exsecretario de la Vivienda, Jorge "Georgie" Pierluisi Díaz, en el Cementerio Nacional de Bayamón.
Fallecido el pasado 26 de mayo a los 96 años, los restos mortales del también exsoldado Pierluisi Díaz fueron enterrados hoy en el camposanto con una ceremonia militar que incluyó una guardia de honor de 16 efectivos y un escuadrón de tiro de ocho miembros, que disparó tres salvas al aire con sus M14 usadas en Vietnam
Pero esta no fue la parte más emotiva de la ceremonia, que comenzó con la llegada, poco después de las 10:00 de la mañana, del cortejo fúnebre al cementerio, donde ya estaban reunidos familiares, políticos, legisladores, alcaldes y amigos del primer ejecutivo del país.
Pierluisi Urrutia, vestido de guayabera blanca y pantalón negro, ingresó a la capilla número 2 (al aire libre) en compañía de su hermana Caridad Pierluisi y su novia, la abogada Fabiola Ansótegui Blanc, quien se instaló entre el mandatario y la directora de la Oficina del Gobernador para presenciar la ceremonia.
De pie, Pierluisi Urrutia esperó por unos incómodos y silenciosos cinco minutos para llegar hasta la capilla el féretro, que fue extraído de la guagua fúnebre Cadillac y llevado ante sus ojos, que durante la ceremonia se perdían en algún punto acompañando su aflicción.
Ya con el ataúd frente a él, el gobernador se llevó su mano derecha al pecho, escuchó al trompetista y luego los disparos de salva, para después esperar a recibir la bandera de Estados Unidos, el momento más emotivo y cuando el primer ejecutivo del país casi se quebró.
Con la bandera en sus manos y después de casi un inaudible "gracias" al general de brigada Narciso Cruz, Pierluisi Urrutia mantuvo sus ojos cerrados y su rostro contraído por su pesar: era el último adiós a su padre, lo que también sabía su hermana Caridad, quien a su lado se secaba las lágrimas con un pañuelo blanco y recibía la bandera de Puerto Rico, también como agradecimiento por los servicios militares prestados por su progenitor.
Concluida la ceremonia, el gobernador habló de Pierluisi Díaz y, aún afectado, dijo que "Dios nos da esta vida y nos corresponde a nosotros hacer uso de la misma. Él (su padre) lo hizo en todos los aspectos de su vida y eso nos da tranquilidad".
El gobernador aseguró que su padre había sobresalido "como padre, esposo, abuelo, bisabuelo, familiar y amigo. Se distinguió también como profesional y servidor público, por lo que lo admiramos y lo seguiremos admirando".
Político al fin, recordó que el exsecretario de la Vivienda "abogo toda su vida por la estadidad" y reveló que antes de ser hospitalizado y perder la conciencia tuvo un encuentro con él en el que se lamentaba de dos cosas.
"Fue en uno de mis últimos viajes que lo visité. Iba de camino al aeropuerto. Él estaba consciente, pero entubado y se lamentaba de no poder cuidar a mi madre y también de que no iba a poder votar en la próxima elección... Increíble. Estaba haciendo campaña todo el tiempo", contó Pierluisi Urrutia.
Ya con la pesadumbre controlada, el gobernador saludó a algunos presentes, esbozó sonrisas y finalmente abandonó el cementerio a las 10:46 de la mañana.
Los restos de su padre, en tanto, descansan en la sección E del cementerio (de Ingenieros) y su tumba es la 2106A, donde quizás, en algún momento de intimidad, el gobernador sí podrá dar rienda suelta a su tristeza.