Para esta fecha el año pasado el país se encontraba en un lockdown.

El sol de verano, el Morro lleno de familias volando chiringa, la playa con grupos de personas con cerveza en mano; todos pensaríamos que es un Jueves Santo normal, pero no, es uno con COVID-19, mascarillas y distanciamiento social.

Davelva Cruz lleva 31 años trabajando en su carrito en El Morro vendiendo hot dogs y hamburgers, pero comparado a otros años, considera que este ha sido bien diferente.

“Las ventas no son las mismas, nos hacen falta los cruceros, las guaguas escolares, muchísimas cosas”, relató Cruz, quien para esta fecha el año pasado estaba encerrada, como todo el país, en un lockdown impuesto por la entonces gobernadora Wanda Vázquez.

A pesar de que las ventas no son como las de Semana Santa de años anteriores, cientos de personas caminaban por San Juan - incluyendo a turistas - que vienen a disfrutar del calor que no tienen sus respectivos estados.

“Lo amamos aquí. Estaremos por 12 días por acá. Encontramos súper buenas las regulaciones de Covid-19 en la isla, vemos que todos están con mascarillas y nos sentimos seguros aquí”, comentó la pareja Ellen y Travis de Rhode Island, quienes disfrutaban de unas cervezas en Nono's.

Pero no todo ha sido calma y deleite recientemente con los turistas en los comercios, específicamente en el área de Condado.

“Aquí se han formado par de peleas, recuerdo una pareja peleando algarete, también una local con una turista y terminaron llegando los policías, han sido muchas cosas que hemos visto”, contó el joven de 21 años, Derek Kuchno, quien hace unos meses comenzó a trabajar en el negocio “El Corner”.

En el Condado, pareciera que no hay un manual de como usar la mascarilla, pues se ven a personas que no se tapan la nariz, personas que la usan como collar, o personas que simplemente se rehúsan a usarla. Esto, a pesar de que toda calle tiene algún rótulo que le exhorta a la ciudadanía - en inglés y en español - a usar la mascarilla.

Otros rótulos que antes no existían, pero ahora sí, son los que dicen “no se permiten scooters aquí”, pero las scooters parece que vinieron para quedarse.

Turistas, familias puertorriqueñas, empleados, todos comparten algo en común en este recorrido: una cierta adaptación a lo que ahora llamamos nuestra nueva realidad con Covid-19, a un año del lockdown total.