Log In


Reset Password
SAN JUAN WEATHER
Ahora

105 años de sacudidas y meneítos, recuerda sobreviviente del terremoto de 1918

Un relato de primera mano sobre un siglo de sismos

El 19 de octubre de 1918, Isabel Cruz Custodio, sus dos hermanos, su madre y su padre se fundieron en un abrazo, resignados y entregados a lo que pensaban inevitable: la muerte, provocada por el derrumbe de su hogar a causa del terremoto más fuerte en la historia de Puerto Rico.

La casa, ubicada en el Barrio Caguana en Utuado, se sostenía con cartones altos hechos de madera de moralón. 'El cemento de antes', según Isabel. Pese a la confianza en la fortaleza de la estructura, el miedo a los sismos se ensambló con la incertidumbre de este impredecible fenómeno.'Nosotros vivíamos en una casa alta, pero por debajo era vacío. No tenía nada. Entonces, la casa pues se movía, pero esas casas de antes las hacían bien buenas, bien hechas y no se cayó la casa. Papá le creyó [a mamá] que la casa se nos venía encima, que nos mataba. Mi papá nos cogió los brazos y nos cogió y nos abrazó, porque dijo 'aquí nos vamos a morir y entonces vamos a morir juntos'. Creyó él que la casa se nos venía encima. Y pasó el temblor', relató.Para esa fecha, Isabel tenía cuatro años. Al presente, con 105 inviernos superados, admite que su recuerdo de los sucesos es 'vago' meramente por hacérsele imposible precisar si vio casas destruidas a su alrededor. Sin embargo, recordó que aumentaron el precio del arroz a 23 centavos luego del sismo en octubre y la Primera Guerra Mundial, que finalizó el 11 de noviembre de 1918, en lugar de su precio original que oscilaba entre siete y diez centavos.De acuerdo a la escala Richter, se trató de un sismo de magnitud 7.3 que comenzó a sentirse a las 10:14 de la mañana. Datos oficiales apuntan a que 116 personas perdieron sus vidas y la destrucción de propiedad, según un informe de la Sociedad Sismológica de América, ascendió al equivalente a cuatro millones de dólares, una cifra cuantiosa para la época.En los recuentos orales y escritos de la Isla, el sismo es acompañado por el nombre 'San Fermín', pues ocurrió el día en que, por las raíces españolas aún frescas en la rutina puertorriqueña, se honraba a San Fermín de Amiens.'Antes le ponían san a todo y el pobre santo no tenía nada que ver', bromeó Isabel. 'Mi mamá estaba lavando en una tastilla y yo estaba por allí. Yo tendría como cuatro años. Yo nací en el '14, hasta el '18, pues son cuatro años. Pues entonces, recuerdo eso, pero no recuerdo el resto del temblor. Mamá le tenía mucho miedo. Entonces en casa había una muchacha que se llamaba Juana y no le tenía miedo a nada. Entonces, cuando hizo el temblor, un señor que sí tenía miedo se agarró de un palo y empezó a llamar a los santos, pero no sabes tú que él tenía muchos hijos y tenía una que se llamaba Carmen, una Trinidad, uno Santos, un Jesús, uno Ángel, una Monserrate y una María. Entonces la muchacha que estaba en casa empezó a reírse porque el señor estaba llamando a los hijos. Pero [él decía] que no era a los hijos a los que llamaba, que eran los santos según él', recordó Isabel, antes de soltar una carcajada.Ella, en cambio, no le pide nada a los santos. Desde el 1979 es adventista. Solo requiere de 'Dios y el cielo', la vayan a recoger, o cuando 'la señora flaca' —a modo de referirse a la muerte— la visite, que sea a buena hora. Su visión se limita al ojo derecho y tiene dificultades auditivas. Utiliza una silla de ruedas para combatir el dolor en sus rodillas. Durante el día, prefiere tomar 'baños de sol' para calentarse.[naviga:img embed-content-articleid='1156758043' embed-content-groupid='593030471' embed-content-id='1156758043' embed-content-imgalign='none' embed-content-index='0' embed-content-location='input_story-body' embed-content-type='PHOTO' src='https://ntc-legacy-assets.s3.amazonaws.com/photo/2020/01/12/IMG_1663_1578856834043_39794828_ver1.0_640_360.jpg' style='width:100%;']Antes de perder la vista en uno de sus ojos, le encantaba leer y hacer crucigramas. No tuvo hijos. Su sobrino, Rafael Portalatín, es su custodio y contó que Isabel solía escribir en una libreta las palabras que desconocía para utilizarlas como referencia futura. A eso le atribuye su memoria clara de los sucesos del 1918, así como los del huracán San Felipe, cuando cosía por encargo o los relatos de su abuelo, quien suponía participar del Grito de Lares.Isabel, al igual que toda persona, es un refugio de incontables relatos, cual libro de historia pulsante que pone sus páginas a disposición de un lector curioso. En este capítulo, recuerda las fuertes sacudidas del temido octubre de 1918 y sus réplicas, hasta los 'meneítos' del presente que no le han quitado el sueño. En todos, ha aflorado la dicha de estar acompañada por su familia ante la adversidad. O sea, la fortuna de tenerse.'Después de eso yo he visto temblores más fuertes que han hecho en otro tiempo, lo que pasa que ahora están siendo a menudo', aseguró.Antes del 'terremoto de San Fermín', consta en el récord histórico también que del 17 de noviembre de 1867 al mes de abril de 1868 se sintieron temblores consecutivos que provocaron daños en estructuras, como iglesias.Puerto Rico lleva 15 días de remezón en remezón. Miles en los pueblos del Sur de la Isla han abandonado sus hogares por temor a las réplicas y se encuentran en refugios municipales al aire libre. En Guánica, Guayanilla, Yauco y Ponce, entre otros, cualquier estructura de concreto, ya agrietada con la frecuencia de los movimientos, se ha convertido en una amenaza para la paz mental y física de sus habitantes.La gobernadora Wanda Vázquez Garced firmó una declaración de emergencia de desastre mayor y estimó los daños preliminares en $110 millones.No obstante, una centuria de vivencias después, Isabel se canta 'curá de espantos'.'¿Los de ahora? Eso era un meneíto nada más. Ay bendito, chacho, comparado con aquellos temblores. [Antes] cantaban una decimita que decía 'primero la guerra/ después los temblores/ después la influenza, son los tres dolores', eso lo cantaba la gente porque primero hizo la Primera Guerra Mundial. Estoy curá de espantos. Estos de ahora no se comparan con otros que he visto, pero yo en 105 años tengo que haber oído bastante', sonrió.Mientras compartía su relato ayer, sábado, la tierra se movió nuevamente con una magnitud de 3.5, empero, no se percató o, a tono con su quietud, le restó importancia. Las paredes, en cambio, rugieron en lo alto del Barrio Ángeles, en Utuado a modo de aviso del movimiento que se avecinaba.En horas de la mañana, se registró un sismo de magnitud 5.9, el más fuerte desde martes previo, 7 de enero, cuando un movimiento de magnitud 6.4 sacudió la Isla y provocó el colapso de viviendas, escuelas y del sistema de energía eléctrica.'Esta mañana mismo me movieron a mí, pero eso no es casi nada. En el '18 hacían muchos, pero también hubo un tiempo en que la tierra estuvo temblando mucho tiempo. Lo que pasa es que las personas que están en movimiento no se dan cuenta, pero los que estamos quietos sí nos damos cuenta, por eso es que yo aquí me doy cuenta', afirmó.

Isabel Cruz Custodio, sobreviviente del terremoto de 1918. (Adriana De Jesús Salamán / NotiCel)

Foto: