Las murallas del Viejo San Juan han resistido el salitre, los embates de las olas, vientos huracanados, cañonazos de buques de guerra, sabotajes y hasta un terremoto. Pero en el siglo 21, estas estructuras antiguas encontraron una verdadera y moderna amenaza en los gases de escape que emanan de combustibles fósiles que atentan con sofocar y derribar las murallas.

Ante este panorama, el Servicio federal de Parques Nacionales (NPS por sus siglas en ingles) emprendió en una operación de mantenimiento, con la conservación como norte en un segmento de la muralla que recorre el paseo del Morro. La operación, cuidadosamente monitoreada desde la sede de NPS en Washington DC, contrasta diametralmente con el lavado a presión que se realizó en el 2013 a espaldas del ente federal, que a su vez reprochó el acto.

Para entender la calidad de la restauración, primero hay que destacar que las murallas fueron edificadas con arena, pasta de cal, polvo de ladrillo y otros materiales que los españoles del siglo 16 tenían al alcance en San Juan. El resultado es una estructura porosa que permite la entrada y salida del salitre y el valor añadido de ser un material amigable para la acumulación de una capa de pátina, que provee protección adicional.

Jose Bastián dirige el operativo de restauración desde un laboratorio en el antiguo polvorín de Santa Elena. Por los últimos 20 años, Bastián -un maestro albañil del NPS- acopió decenas de muestras de arena para encontrar la más resistente.

'Nosotros entendemos, como eso era lo que ellos (los españoles) tenían en el momento, con eso fue que trabajaron. Pero nosotros podemos mejorarlo, porque nosotros estamos aquí para mejorar, para preservar para el futuro, y esa es la razón por lo que ves todos estos inventos de análisis y cuestiones', explicó Bastián a NotiCel.

Los inventos de Bastián suponen la primera vez en siglos que las murallas reciben un mantenimiento apropiado. Tras el cambio de soberanía en las postrimerías del siglo 19, el regimen estadounidense se vio poco preparado para atender la estructura, optando por usar cemento sobre la muralla en segmentos que requerían remiendos.

Otro impulso desastroso cometido por los estadounidenses fue el bloqueo de desagües con bolas de cañón para desviar las aguas de lluvia. El resultado fue el empozamiento de agua dentro de algunos segmentos de la muralla, lo que provocó a mediados de siglo el desprendimiento de una sección.

Ese empozamiento sigue ocurriendo hoy y es lo que permite el crecimiento de vegetación en las murallas. Parte del esfuerzo de conservación yace en reconstruir desagües y eliminar el contenido que los bloqueaba, que según Bastián, resultó en la remoción de más de 50 bolas de cañón.

Por una parte, NPS recrea el material que se utilizó para construir la muralla en aquellas áreas desprendidas, y por otra destapa los desagües para que el agua salga de la estructura. Aún así, queda por atender el hollín y la mugre que emana de las emisiones de combustible de embarcaciones, carros y otras estructuras.

'Cuál es el enemigo número uno de la pasta de cal: El ácido. Los ácidos que están en el aire, cuando llueve ellos bajan y caen en las paredes y si encuentran por donde meterse ellos van a degradar ese mortero', explicó Bastián.

Como consecuencia, la estructura comienza a socavarse internamente, dando espacio para la acumulación de agua que a su vez pone tensión sobre la estructura, debilitándola poco a poco. Por tanto, parte del proceso de conservación requiere un juego de balance para lograr eliminar esa capa de mugre sin eliminar la capa de pátina desarrollada a lo largo del tiempo.

'Si yo lo hago suavemente voy a remover todo eso (la capa de hollín), pero si lo hago a presión voy a llevarme la pátina, que es lo que no quieres. Porque la pátina la creó el tiempo', señaló Bastián.

Para lograr esto, el NPS emplea el uso de un limpiador D2, un detergente aprobado para uso en estructuras antiguas que no resulta corrosivo ni dañino para la muralla. Se aplica a la estructura, despues utilizan un cepillo frágil para remover el hollín y finalmente echan agua con una manguera, a baja presión.

El resultado final es una muralla que luce tal como fue edificada hace cuatro decadas, pero más resistente y mejor procurada.

'Los españoles, yo tengo un respeto tremendo por ellos, porque con el mecanismo que tenían y la viabilidad de los materiales, que no es como nosotros que nos montamos en un carro y vamos por todo Puerto Rico buscando materiales. Ellos usaron lo que tenían aquí y mira la estructura que han hecho. Es un reto para nosotros mantener el trabajo que ellos han hecho', reflexionó Bastián.

La restauración está pautada a culminar en verano de 2019, tras ser retrasada por el huracán María. Al presente, el plan solo contempla la restauración del segmento en el paseo del Morro, pues NPS tiene jurisdicción sobre esa parte de la estructura.

Mientras tanto, la sección de muralla que atraviesa el Paseo de la Princesa y cuya titularidad recae parcialmente sobre la Compañía de Turismo, no está en agenda para ser restaurada, confirmo tanto Bastián como el superintendente interino del NPS, Jon Bergeron. Aún así, el NPS colabora en la reconstrucción del Paseo, tarea que apremió tras las poderosas marejadas que derribaron casi todo ese tramo.

En lo que consta a la Compañía de Turismo, la directora Carla Campos mantiene como prioridad la reconstrucción del Paseo indicando que al presente no tienen planificado atender su segmento de la muralla. En lo que respecta a la restauración de la muralla, han optado por dar deferencia al NPS tomando en cuenta su pericia y experiencia en el asunto.

'Por eso respaldamos todos los esfuerzos que hace el NPS por velar por la conservación de este patrimonio... Ellos cuentan con los expertos necesarios para establecer cuales medidas utilizar para velar por la conservación del espacio', declaró Campos.