Johnathan Dwayne: la espantosa historia de maltrato de su madre y su proceso de sanación
El cantante y actor reveló en El Push de la Mañana, edición estelar, todo un drama de vida marcada por la violencia y cómo el arte y su fe le permitieron perdonar
Johnathan Dwayne Jiménez Sotomayor, el cantante de Words Four Two, la desaparecida banda de new wave en la década de los ’80 y del Party Time, nació en 1963 en una familia que del arranque estaba resquebrajada. Sus padres se separaron durante el embarazo y se divorciaron ni bien salió del hospital.
Ese inicio abrupto lo marcó todo.
Su madre era farmacéutica y su padre era agente de seguros. Al padre lo veía solo los sábados y su crianza recaía principalmente en su madre. Una mujer guapa, con preparación profesional, evangélica, modelo en la comunidad, pero aterradora en la intimidad del hogar.
A medida que Johnathan Dwayne iba avanzando en sus años escolares y las materias requerían más de él, su madre cambió de una personalidad afable a una mujer implacable que le golpeaba constantemente. No podía sacar una B porque “la pela” estaba asegurada, lo que según narró el cantante, marcó su desamor por la escuela- aunque terminó una carrera en Cine y en Sicología- pero también representó un miedo permanente hacia su madre.
Sentado con El Push de la Mañana, edición estelar, este hombre que tanto hizo bailar a una generación, mantiene la misma mirada penetrante de ojos verdes que en ocasiones se apagaba y a veces se iluminaba, dependiendo del tema que tocáramos. Decidió revelar mucho de su pasado en conversación con NotiCel y la sorpresa fue tan grande que el salón quedó en silencio.
Su madre, Elsa, exhibió toda su vida una personalidad sumamente compleja y contradictoria, que iba desde cuidarlo mucho, vestirlo impecable, darle la mejor educación, asegurarse de que siempre comiera, ayudarle a caminar mientras usaba zapatos con ganchos en la niñez, y regalarle obsequios de la nada, hasta darle las peores palizas y romperle la boca.
Johnathan recuerda que a veces tenía dificultad para sentarse en los pupitres de la Academia Bautista de Puerto Nuevo porque las heridas que tenía en el cuerpo le rozaban contra el espaldar y le manchaban el uniforme con sangre.
Su padre, Johnny, era otra cosa.
Cuando habla de él automáticamente se le ilumina el rostro. Era su amigo, su fanático, exigente pero a la buena. Un día, narró, su papá lo buscó a la Escuela Luchetti, donde estudió después de la elemental, y el tiempo se les pasó volando. Cuando llegó a su casa, la mamá los estaba esperando con un machete e intentó atacar y cortar a su padre en su presencia. Su mamá agresora terminó pidiendo que le radicaran cargos a su padre alegando que había él tenido la intención de hacerle daño.
Durante meses la madre estuvo sembrando en el cerebro de su hijo que la culpa era del padre. Cuando llegó el día del juicio, el padre pidió que sentaran a Johnathan a declarar. Johnathan no iba a mentir. Su mamá entonces retiró los cargos. En el injusto proceso su papá perdió el trabajo.
Ese día Johnathan temió por su vida. Y narra que en una ocasión su mamá se enojó tanto estando en la cocina que le tiró con el cuchillo que le alcanzó un lado de la pierna. Ahí pensó que su mamá era capaz de matarlo.
Mientras vivía toda esa tragedia personal, Johnathan estaba haciéndose ya espacio en el modelaje y en la actuación, lo que le permitió alejarse de un hogar donde raras veces había paz y donde reinaba la violencia. Lamentó que al él marcharse, entonces su madre comenzó el ciclo de maltrato contra su hermana Leslie, producto de otro matrimonio que también duró poco. Una vez contó 38 correazos y cuando él intervino en defensa de su hermana, la madre solo le dijo “para que aprenda”.
Johnathan asegura que su madre odiaba su manera de ser y que una vez en llanto se lo confesó. Su separación fue necesaria y un día, tratando de buscarla una vez más, porque en realidad la amaba a pesar de todo, llamó desde Estados Unidos donde estaba actuando y le dijeron que estaba en el hospital. Era diabética y tuvo una gangrena en los dedos del pie. Cuando llamó al hospital le dijeron que pasaran a buscarla. Que buscaran el cadáver porque había muerto de una tromboembolia hacía dos días. Murió sola, viendo un canal evangélico.
Murió sin pedirle perdón, y sin haberle dicho que lo amaba, jamás. Pero él cree que sí lo amó, a su modo y dentro de las circunstancias, siendo una que ella misma fue criada “a puños”. El la amaba con todo su ser, a pesar de todo.
Su papá ya había muerto de cáncer. Su relación con su madre marcó muchas cosas, desde la no tolerancia a la violencia, de parte de nadie y no tolerancia al bullying. Es muy sensitivo a la violencia y es defensor de los hombres agredidos, a los que piensa que no se les toma tan en serio como a las mujeres agredidas.
El fenómeno de Words Four Two
Words Four Two lo llevó a la fama, con su estilo diferente. Usaban ropa que compraban en el Salvation Army hasta que él, buscando hacer cosas novedosas, empezó a convertir ropa de mujer en su atuendo, y ahí llegaron las faldas. Ya en Europa lo hacían. Pero en Puerto Rico no se había visto.
Durante meses estuvo tocando puertas en Wapa y Telemundo para aparecer en los shows más pegados. Llegaba en guagua pública todos los días de Dios, hasta que le dieron la oportunidad, prácticamente para sacárselo de encima. Y ahí las pegó todas.
Johnathan también pinta y pinta hermoso. Y compone canciones. En el pasado fue reconocido como compositor del año en canciones escritas para Ednita Nazario, entre otros.
Cuando Words Four Two terminó su ciclo, se dedicó a pintar, actuar, educar y componer, con lo que logró afianzar sus finanzas. A la actuación, fuera de la Universidad de Sagrado Corazón, llegó por accidente. Una vez fue a hacerle un favor a un amigo y por error se metió a la oficina incorrecta, donde se estaban llevando a cabo audiciones. Y sin saber, audicionó. Y sin esperarlo salió ese mismo día con un rol de actuación. Nada más y nada menos, actuaría con Cordelia González y Walter Rodríguez.
Pausa para cuidar de su tía y hermano
Aunque siempre se ha mantenido trabajando tuvo una pausa del ojo público cuando decidió cuidar a su hermano Jancy, producto de un segundo matrimonio de su padre, que tenía varios padecimientos como la diabetes pero había desarrollado esquizofrenia.
A la vez, cuidaba a su tía Ada que entre otros padecimientos, ya estaba muy mayor y necesitaba ayuda por su senilidad.
Johnathan se encargó de ambos y hacía malabares con su trabajo de actuación para poder cumplir con todo. Ninguna oportunidad era negociable si no podía estar a las 6:00 pm cuidando a su tía y a su hermano.
Hasta que un día, cuando ya estaba demasiado avanzada la enfermedad, los colocó en un hogar de cuidado. Estaba drenado y realmente no tenía las competencias ni el conocimiento para atender sus complejos cuadros de salud.
Ambos murieron en enero del año pasado, en plena pandemia, con quince días de diferencia. La muerte de su hermano aún se investiga por parte de la Policía y del Departamento de la Familia porque cuando fueron a levantar el cadáver tenía una herida en la cabeza hacía al menos dos semanas. Fue una herida profunda que en el hogar donde le cuidaban nunca le informaron.
Regresa a cantar
Johnathan sacó recientemente un sencillo que está en todas sus plataformas sociales y que ya suena en países como Argentina y Panamá: “Me olvidé quererme a mí”. Pronto la grabará en inglés.
Está solo y prefiere estarlo. No quiere tener relaciones por tener relaciones. Hay algo de lo vivido con su madre en esa decisión.
Johnathan ha perdonado, sin buscar ayuda profesional, agarrado de su fe y de su fuerza. Pero hay resabios innegables de ese maltrato en su persona. Y aconseja buscar ayuda y que se puede sanar del abuso.
La suya es una historia fuerte de escuchar que te hace pensar en cómo el amor de madre siempre tratará de ser justificado. Y a la vez cómo hablarlo es parte de un proceso continuo de sanación.
Vea la entrevista completa en El Push de la Mañana edición estelar.