Caso Casellas: 'no hay crimen perfecto' (análisis)
La fiscalía ha sentado las bases para que el juez federal Salvador Casellas se siente en el banquillo de los testigos de cargo a declarar en el juicio que se sigue contra su hijo Pablo Casellas Toro, acusado de asesinar a su esposa en un hecho que aparentemente fue planificado un mes antes desde cuando el imputado alegó falsamente haber sido víctima de un 'carjacking'.
El juicio, que entraba el jueves en su septimo día a a las 2:00 p.m. en la sala 706 del Tribunal de Bayamón que preside el juez Jose Ramírez Lluch tras haber recesado el 19 de diciembre, no se celebró por un apagón en el Centro Judicial.
El que se hayan sentado las bases, no significa que el juez federal, en efecto, vaya a ser sentado a declarar puesto que, de los testimonios ya vertidos en el juicio por agentes de ley y orden, el ministerio público ya logró establecer que el padre de Casellas Toro acudió a la escena, impartió instrucciones y hasta le ordenó a su hijo: 'ni una palabra'.
El testimonio de una agente municipal de Guaynabo resume que Casellas se le presentó como 'juez' y que, aunque no entró a la terraza de la casa donde estaba el cadáver de Carmen Paredes, sí intentó dirigir la investigación dando instrucciones y evitando que su hijo hablara. Encubrimiento? Esa es la pregunta que mucha gente se hace.
Otro acierto de la fiscalía ha estado relacionado a las cuatro versiones distintas que dio el corredor de seguros respecto al supuesto 'carjacking' del que fue víctima un domingo, día de los Padres, en el que fue a practicar el deporte del tiro al blanco. Curiosamente, el club de tiro estaba cerrado, declaró el dueño del local.
Los dos sujetos negros que supuestamente intentaron asaltar a Casellas Toro, milagrosamente, no se robaron su lujosa guagua Acura luego de la balacera en el lugar. Tampoco se robaron las armas que Casellas Toro alegó, pues estas fueron incautadas el día que fue asesinada Paredes en el cuarto de la residencia en el que Casellas Toro coleccionaba su arsenal.
Agentes del FBI que investigaron el supuesto 'carjacking' también declararon desde el banquillo de los testigos que tres de los disparos se hicieron dentro del vehículo y que, contrario a lo que le dijo Casellas Toro a los policías, la puerta del auto si abría normalmente y no estaba dañada. O sea, Casellas Toro nunca se salió por la ventana de la puerta, además de quesu piel no tenía un sólo rasguño producido por cristales rotos.
A juzgar por los testimonios vertidos en la sala del juez superior de Bayamón, José Ramírez Lluch, una sola cosa podría concluirse de esa escena: no existieron los dos sujetos y el único que disparó allí fue Casellas Toro.
En algunos medios, se ha reportado como un logro de la defensa el que los testigos hayan entrado en supuestas 'incongruencias' en cuanto a las horas en que escucharon los disparos el día del asesinato. Lo cierto es que se trata de un asunto de percepción que no altera los hechos.
Por ejemplo, que un testigo diga que escuchó disparos a las 8:15 de la mañana y otro se siente después y diga que escuchó detonaciones a las 8:30 de la mañana no es una incongruencia en sí, es una percepción distinta del tiempo que es algo individual. El hecho cierto es que por la mañana allí hubo unos tiros y el resultado fue una mujer muerta.
El arma homicida, además, está en poder del ministerio público y supuestamente fue una de las que le robaron en el 'carjacking'.
Sobre ese particular, el director del FBI en Puerto Rico, Carlos Cases, defendió el proceder de los agentes que investigaron esa escena.
En una entrevista exclusiva con NotiCel, Cases reconoció que estuvo atento a los testimonios que ofrecieron los agentes federales Rubén Marchand y Rafael Díaz en el proceso judicial. Ambos defendieron los registros que se le hicieron a la lujosa guagua Acura del corredor de seguros en los que se ocuparon casquillos de bala, una cartera blanca de mujer, una cartera de bolsillo de hombre y una pipa que arrojó resultados positivos a marihuana.
El primer registro se realizó con el consentimiento del perjudicado y para romper la consola del auto sí se solicitó y obtuvo una orden judicial.
'Estoy al tanto, pero más importante es un caso que está en juicio ahora mismito y no sería apropiado de mi parte hacer cualquier tipo de comentario sobre ese caso', dijo Cases.
'Sí puedo decir que tengo plena confianza en mis agentes y en los policías que están adscritos al FBI de que son profesionales, personas bien capacitadas que saben lo que están haciendo', sostuvo Cases.
Las partes han estipulado los testimonios de más de una decena de testigos que constituyen prueba acumulativa, es decir que esos testimonios abonan a la teoría del ministerio público que sólo cuenta con evidencia circunstancial, que es más difícil de probar más allá de toda duda razonable.
Por ello, los testimonios de la investigadora forense y de la patóloga que realizó la autopsia son cruciales para demostrar que Casellas Toro fue el autor del crimen.
La testigo Giselle Rivera Cintrón, quien trabajó la escena en la residencia del matrimonio en la urbanización Tierra Alta III, de Guaynabo, es la próxima que se sentará a declarar.
Con su testimonio, la fiscalía procurará establecer que los supuestos asaltantes no existieron y que todas las balas que se dispararon en la escena pertenecen a las armas del propio Casellas Toro. También se conocerá finalmente cuántas balas se encontraron en el cuerpo de la víctima.
Con los testigos que han presentado hasta ahora la fiscalía, integrada por Janet Parra, Phoebe Isales y Sergio Rubio, ha establecido, además, que el día de los hechos los vecinos escucharon varios disparos, unos con menor intensidad que otros ya que la persona que disparó usó un silenciador.
Hay un refrán que dice, 'no hay crimen perfecto', y es precisamente eso lo que trata de establecer la fiscalía con la prueba circunstancial que tiene en su poder y que ha ido desfilando en el juicio.
A ambas partes se les va la vida en los informes finales. La fiscalía tiene que resumir y atar todos los testimonios para poder vincular a Casellas Toro con el crimen. Mientras la defensa, integrada por expertos criminalistas Harry Padilla, Arturo Negrón García, Juan Ramón Acevedo y Francisco Rebollo, tratará de sembrar la duda razonable en al menos cuatro de los integrantes del jurado, compuesto por seis mujeres y seis hombres.
El veredicto no tiene que ser unánime. Basta con una votación de mayoría de 9 a 3, para que Casellas Toro sea declarado culpable y enfrente una codena fija de 99 años de prisión.
Casellas Toro está acusado por asesinato en primer grado, violación a la Ley de Armas, destrucción de evidencia y declarar falsamente un delito.
Cuando se determinó causa para arresto en octubre 2012, la fiscal Isales explicó que ese último cargo se relaciona con la querella que el imputado presentó ante los agentes del cuartel de Levittown de que supuestamente el 17 de junio de 2012 le robaron tres armas y fue víctima de una tentativa de asesinato. Entre las armas, que Casellas Toro alegó falsamente que le robaron, se encuentra la utilizada para asesinar a Paredes.