A 4 meses de María se refugian en Parador Combate Beach
Una habitación del Parador Combate Beach en Cabo Rojo guarda sus únicas pertenencias: una maleta con alguna ropa, su máquina para la apnea del sueño, un viejo abrigo militar y cajas de comida militar. Es todo lo que posee tras perder todo lo que había en su hogar en Guayanilla tras el paso del huracán María.
Desde el 28 de noviembre Jesús Manuel Pons Torres, un retirado por discapacidad, es uno de las 15 familias que se mantienen refugiadas en el parador como parte del programa de Alojamiento Transitorio para desplazados por los huracanes Irma y María de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA).
'Hemos tenido hasta 27 familias de pueblos como Yauco, Juana Díaz y Añasco, entre otros. Cuando empezaron las clases los carros salían en la madrugada para cumplir con sus compromisos en pueblos lejanos, Hubo una familia de Jayuya que estuvo aquí ocho semanas', contó a NotiCel Tomás Ramírez, propietario del parador Combate Beach, uno de varios paradores que participan del programa.
FEMA solo paga por el alojamiento. Muchas familias, como el caso de Pons Torres, cargan con sus únicas pertenencias tras el huracán. Entidades cívicas de la zona, religiosos y varios grupos comunitarios junto con la administración del Parador, se han organizado para proveer ayuda como alimentos, ropa y otros artículos de primera necesidad para la subsistencia de los refugiados en lo que pueden arreglar sus viviendas.
'Tuvimos un ministro que nos ayudó haciendo labor social. Nos puso en contacto con otros grupos para ayudarlos', expresó Ramírez, tras contar que tambien se han vivido alegrías. Un refugiado recibió la noticia de que estaba libre de cáncer estando en el Parador y esta semana una de las familias celebrará el cumpleaños de su pequeño hijo con un sencillo bizcocho.
Uno de los que perdió todo es Pons Torres, quien mostró a este diario todas sus pertenencias. Su casa de madera y zinc fue destruida por el ciclón, que con sus fuertes vientos rompió ventanas lo que provocó que todo en el interior quedara expuesto a la lluvia. Dijo que antes de llegar al parador se bañaba en el río y buscaba alimentos en las áreas designadas en Guayanilla.
'Si no tuviera seguro social…', suspiró tras advertir que luego del 14 de febrero, cuando se supone expira su participación en el programa, tendrá que montar una caseta frente al Castillo del Niño en Guayanilla porque no ha podido reparar su casa ya que no cuenta con transportación ni ayuda de sus familiares.
Ese no es el caso del neoyorquino Rodney Banner y su esposa peruana María, quienes llegaron al Parador Combate Beach el 6 de noviembre tras perder su finca de tres cuerdas en San Germán donde habían desarrollado proyectos de acuicultura orgánica de camarones y langostas.
El empresario que lleva siete años residiendo en Puerto Rico no tiene familiares ni ataduras con la Isla, pero rechaza devolverse a Nueva York. Cada día viaja para trabajar limpiando los estragos que dejó María a su paso y asegura que reabrirá su empresa Caribbean Aquaculture Center, LLC.
Desde que vio la furia de María supo que su finca ubicada en el barrio Hoconuco Bajo de San Germán no era un lugar seguro. Con enorme tristeza en su mirada y la voz entrecortada relató a este diario la impresión de regresar luego de pasar el huracán en el coliseo municipal habilitado como refugio con lo poco que quedó de su propiedad.
Los fuertes vientos arrasaron con el techo que cayó plantado en otra propiedad considerablemente lejos. La mayoría de las cosas simplemente desaparecieron. El río se salió de su cauce y la cantidad de escombros y material vegetativo impedían el acceso para llegar al lugar. Su esposa casi muere al caer al río y ser arrastrada por las fuertes corrientes.
'Esa tormenta estaba furiosa. Esta tormenta ha quitado tu independencia económica, te ha quitado todo, pero no somos los únicos', dijo con hilo de voz al recordar la experiencia el tambien veterano de Vietnam.
De tener una empresa emergente en la que había invertido sus ahorros María los dejó solo con la ropa que pudieron recoger para salir al refugio y un auto que le permite ir diariamente a trabajar para reconstruir su finca. Agradece que está vivo y su esposa tambien.