La presidenta de la Comisión Estatal de Elecciones (CEE), Liza García Velez, enfrenta una demanda en el Tribunal Federal por supuestamente sustituir sistemáticamente a empleados varones por empleadas mujeres que, según el pliego, tienen rendimiento profesional menor.

La alegación la hace José Enrique Alvarado Solivan, quien fuera jefe de Comunicaciones de la CEE desde 1991 hasta el 18 de mayo de 2015, cuando García lo relevó del cargo.

Alvarado solicita reinstalación en su cargo, salarios dejados de devengar y compensación por daños, de acuerdo a la acción sometida ayer por el licenciado Víctor M. Rivera Ríos.

El funcionario entró en la CEE bajo Juan Melecio, y sirvió con los demás presidentes hasta Ángel González Román, con quien García servía también como vicepresidenta. Tras la salida de González Román vino un interinato de García seguido por su designación al cargo, la cual estuvo rodeada de controversia porque se rompía la tradición de que la presidencia de la CEE recayera sobre un juez recomendado por consenso de los comisionados electorales. A esto, los defensores de García enfatizaron en que se trataba de un paso histórico por ser la primera mujer en dirigir la entidad encargada de todos los asuntos electorales de Puerto Rico.

Pero, según la demanda, tras su llegada al cargo García comenzó a sustituir a funcionarios varones, como Alvarado, por funcionarias mujeres que se indica no daban el grado para ocupar sus cargos.

En el caso de Alvarado, se dice que su sustituta fue despedida tras seis meses por desempeño pobre y que las funciones de prensa recayeron en la relacionista profesional Helga García. Alvarado alega que las nuevas encargadas de prensa no pudieron manejar adecuadamente las vistas de confirmación de García ni su ceremonia de juramentación y que se le solicitó ayuda de emergencia, la cual prestó sin que esto evitara su despido.

Tras la publicación original de esta historia, la exdirectora de Comunicaciones de la CEE, Delis Benítez Joubert alegó que, distinto a lo indicado en la demanda, su salida se debió a resignación y no a despido.