Ian Pagán siembra la tierra para cosechar un país (video y galeria)
Ian Pagán Roig tendría menos de 12 años cuando sembró por primera vez en el terreno que sus padres adquirieron en un campo de Toa Alta. Y con una simple sandía, que fue el producto de su primera siembra, ya sabía que era a eso a lo que quería dedicarse el resto de sus días.
Hoy, con 27 años, Ian es el gestor y coordinador del Proyecto Agroecológico El Josco Bravo, localizado en Toa Alta, y que posee dos componentes: uno educativo sin fines de lucro a través de una Escuela de Agroecología y otro de producción ecológica de alimentos para el pueblo.
A Ian no le gusta identificarse como la primera generación de agricultores de su familia, pues aunque sus padres y sus abuelos no lo fueron, sus bisabuelos y tatarabuelos sí trabajaron la tierra. 'Prefiero decir que soy la continuación de una familia de agricultores que tuvo un receso y ahora estoy retomando un legado que tiene casi todo el puertorriqueño. Pero mis padres siempre fueron visionarios y reconocieron la importancia que la agricultura iba a tener en el futuro', afirma.
'Ya a los 12 años, yo estaba completamente claro de que quería dedicarme a la agricultura. Cuando llegué a la intermedia dedicaba casi todo mi tiempo libre a desarrollar mi primeras siembras, así que fue un proceso de aprendizaje desde esa edad y casi todo el tiempo libre lo dedicaba a la agricultura, hasta el sol de hoy', agrega.
El toalteño ingresó al Recinto Universitario de Mayagüez a estudiar agronomía teniendo muy claro que deseaba dedicarse a la producción; él quería tener su propia finca para producir alimentos, pero desde el punto de vista agroecológico.
La agroecología es una manera de trabajar la tierra libre de agro tóxicos, y de una manera compatible con el medio ambiente. Y es la agroecología, precisamente, la espina dorsal de El Josco Bravo, un proyecto que lleva casi una década de camino con un grupo de fieles colaboradores. Allí, Ian cultiva vegetales y árboles frutales, experimentando con distintas variedades y alimentando la tierra con abonos verdes y tés de composta. Al final de la cosecha, todo el cultivo lo venden a los mercados y a uno que otro restaurante.
Apostamos a una nueva agricultura que es la de pequeños empresarios en donde eres tu propio jefe y quien único te manda es la naturaleza. No existe riqueza más grande que la libertad.
Sin embargo, los cursos largos El Josco Bravo se oficializaron en 2014 y desde entonces, han recibido cientos de solicitudes de personas que tienen un interés genuino por educarse en agroecología. Por lo general, la mayoría de los interesados son jóvenes que han culminado estudios universitarios en otras áreas, pero que por algún motivo se ven dedicados a este tipo de cultivo.
'Además de amor por la naturaleza, sembramos compromiso social y ese amor por la tierra material, por el país, por Puerto Rico. Siempre ha habido una preocupación por el bienestar del País, qué es lo que se vislumbra, qué es lo que pasará, qué alternativas existen, qué podemos hacer como individuos para aportar al País… todo eso reafirmó mi deseo de trabajar por la agricultura', dice.
'Desde la agricultura podemos aportar grandemente al País, así que me lancé a desarrollar este proyecto porque, además de producir alimentos ecológicos y sustentables para hacerlos disponibles al pueblo a diario, también pude desarrollar un proyecto educativo que aportase a las soberanía alimentaria del País. Este es un aspecto fundamental de seguridad nacional: desarrollar un agricultura sustentable', asegura.
Ian opina que las propuestas que vienen de parte del Gobierno en torno a la agricultura 'son escasas y poco serias', por lo que se debe proponer desde el plano ciudadano, para demostrar la responsabilidad y el compromiso con Puerto Rico.
'Estoy convencido de que eso es lo que salva al País, que las propuestas salgan de abajo, del mismo pueblo. Y esta es nuestra humilde aportación, esta iniciativa educativa para ayudar al desarrollo de una nueva generación de agricultores del país', expresa. 'Creo que estamos experimentando una nueva visión. Apostamos a una nueva agricultura, no a esa visión de la agricultura del pasado. Nadie quiere regresar a sembrar caña de azúcar, que fue un modelo de explotación. Apostamos a una nueva agricultura que es la de pequeños empresarios en donde eres tu propio jefe y quien único te manda es la naturaleza. No existe riqueza más grande que la libertad. Y esa sensibilidad que te ofrece la agricultura no la encuentras en ningún otro oficio', concluye.