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Endereza su camino la nueva DivEdCo

A punto de finalizar el segundo semestre consecutivo en los salones de clase y con la puesta en marcha de un nuevo plan gerencial, el proyecto educativo Taller Cien -o la nueva División de Educación a la Comunidad (DivEdCo)- evidencia una vez más su impacto cultural en las escuelas públicas del país a la vez que se esfuerza por corregir errores administrativos del pasado que provocaron en su momento la molestia de decenas de artistas del patio.

Treinta artistas se hicieron cómplices de los estudiantes de treinta escuelas públicas, quienes reforzaban sus destrezas en la materia de español a través de talleres de teatro, danza, artes plásticas, cine, y literatura. Las huellas que dejaron los talleres se multiplicaron en obras de teatro, cortometrajes, murales, y otras manifestaciones artísticas donde los protagonistas eran los estudiantes. Sin embargo, la iniciativa se vio ensombrecida por la falta de pago a los talleristas quienes durante horas intercambiaron sus conocimientos con las nuevas generaciones.

Los fondos estancados en el Departamento de Educación (DE), el alto nivel de burocracia y la falta de seguimiento del gestor del proyecto, la Corporación para la Difusión Pública (WIPR), opacaron la gestión en las escuelas. Tres meses después de concluidos los talleres, los artistas no habían recibido compensación monetaria alguna por su labor. Fue durante esa fecha que tomó la batuta del proyecto la gestora cultural, productora y documentalista Caridad Sorondo, asumiendo su cargo el 7 de septiembre.

'Ese era mi requisito para entrar a dirigir el proyecto, que se le pagara a todos esos recursos… y se les pagó, a todos, el 23 de septiembre', dice Sorondo.

La presidenta de la WIPR, Cecille Blondet, envió una carta disculpándose y 'se hizo responsable por esa deuda', afirma Sorondo. Sin embargo, el DE no ha retribuido esos fondos.

'El Departamento de Educación aún no ha pagado, pero ya recibieron toda la documentación de facturación… Está en Hacienda y se supone que antes de diciembre los recibamos… Son fondos federales, así que se supone que no los toque nadie', advierte la gestora.

Más allá de los problemas gerenciales, Sorondo insiste en la necesidad de que el proyecto perdure. 'En el proceso hemos aprendido mucho. Es un proyecto hermoso que le transformó la vida a esos niños… donde había muchos entuertos era en el área administrativa', prosigue. Por tal motivo, lo primero que Sorondo puso en marcha al llegar a la dirección de Taller Cien fue la reorganización gerencial. Fue así que se unieron Alejandra Martorell como supervisora de los coordinadores y Jennifer Pizarro, quien estuvo presente durante el proyecto piloto, como asistente administrativa.

De 30 coordinadores originales, ahora participan 15. Cada uno establece el vínculo con dos escuelas públicas del país, preparan la matrícula de estudiantes, consiguen el maestro y los talleristas, y monitorean la contratación de los mismos. Hay seis recursos asignados por escuela, a quienes ahora se ha añadido una empleada de comedor escolar para que brinde merienda a los estudiantes durante los horarios de talleres.

Para evitar que se vuelve a incurrir en un impago dada la tardanza de Educación, Sorondo ha activado un plan que da seguimiento constante al proceso de pagos y contratos, que actúa con suficiente tiempo de antelación, y vela porque se procesen los cheques cada diez talleres. De sufrir un impago del Departamento de Educación, 'el canal (WIPR) tiene unos fondos discrecionales para eso', asegura.

Incluso con esa primera mala racha los recursos no tardaron en llegar y hoy el proyecto cuenta con la participación de más del doble de artistas que en su versión original. 'Llegaron de muchos lados', agrega Martorell. De la base de datos de la clase piloto, de la comunidad propia de la escuela, de la región, de los centros culturales, del Departamento de Educación.

Fue así cómo llegó Egberto Oquendo, 82 años, mascarero de Ponce. Un día se apareció en un taller de capacitación en su municipio de Taller Cien. Dijo que tenía 'ganas de trabajar con niños', de transmitir su memoria artística, de enseñarles a los más pequeños a confeccionar brochas con pelo de caballo y a extraer el color rojo del achiote. Así, las historias de esa convergencia entre dos generaciones distantes se suscitan.

Para dar la bienvenida al proyecto, se le pedía a cada artistas que elaborara un plan de lección para tres talleres, el cual integrara las artes al fortalecimiento de las destrezas del español.

Hay mucha presencia de la bomba, hay gente que la mezcla con el teatro como Francis Carrasquillo en Yabucoa, hay actores reconocidos como Carlos Miranda, Jerry Segarra, Tere Marichal y Mariana Quiles, enfrascados en los salones de clase, David Buchen y Arlemar Méndez unen la música y los títeres en una pequeña escuela de Trujillo Alto, el bombero Julio Alvarado pone a sonar el ritmo en Ponce.

Actualmente, el proyecto ha florecido en 33 escuelas. Al final del semestre se presenta el saldo cultural los meses de trabajo. En una escuela de Carolina, preparan la actividad 'Santa Cló visita la escuela de Carolina', y en Culebra realizan un mosaico que cuenta la historia de la isla municipio, para el cual incluso dialogaron con el historiador del pueblo.

'No ha sido fácil, pero lo más importante son los niños, qué les interesa, manejar sus deficiencias en el área de español, en el lenguaje… lo que está ocurriendo dentro de las escuelas es maravilloso', concluye Sorondo.

*Editada para eliminar referencia incorrecta a uno de los miembros del equipo de Taller Cien.

Tere Marichal ofreció un taller de técnicas narrativas a los maestros de Taller Cien para enlazar las bellas artes con el español. (Suministrada)
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