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Bomberos recuerdan 'el incendio más grande en la historia de Puerto Rico' (galería)

La noche del 22 de octubre de 2009, los bomberos Jose A. Fernández García y Benedicto Gelabert Caraballo se encontraban en la estación de Cataño en el turno que comenzó a las 10:00 de la noche. Eran las 12:23 de la madrugada cuando el bombero Fernández escuchó un ruido desde el segundo piso y sintió que el edificio temblaba, mientras su compañero Gelabert en el área de reten se disponía a salir al estacionamiento, pero la puerta se estremeció con fuerza. Jamás imaginaron que su turno no terminaría como de costumbre.

Ellos y otros tres compañeros recordaron cómo lograron apagar 'el incendio más grande en la historia de Puerto Rico' al conmemorarse cinco años de la explosión en la refinería Caribbean Petroleum Corporation (CAPECO).

'Siento como un temblor, me asomo por la ventana de la segunda planta de la estación y veo una gran llamarada, pienso que es por el residencial Juana Matos de Cataño y bajo de inmediato, y al teléfono de la estación comienzan a entrar llamadas', relató Fernández sobre las primeras llamadas indicando una gran explosión. Gelabert pensó que se trataba de un avión que se había estrellado en algún lugar cercano, se montaron en el camión bomba y fueron los dos primeros bomberos que llegaron a las facilidades de CAPECO.

Inicialmente, el personal de seguridad de la empresa no les permitió entrar a combatir el incendio por desconocer su origen y causa. No fue hasta casi las 3:00 de la madrugada que estos dos bomberos, junto a todos los demás funcionarios de respuesta rápida, pudieron entrar a tirarle agua a los tanques incendiados, y otros a darle enfriamiento a tanques cercanos para evitar que el fuego se propagara.

Entretanto, el líder del 'task force' de bomberos y coordinador de la Agencia federal de Seguridad Nacional (Homeland Security), sargento Joel Figueroa, se activó para identificar recursos internos y externos que ayudaran a mitigar el fuego.

Por su parte, la teniente Celia Feijoo junto a personal de las Oficinas de Manejo de Emergencias de Guaynabo, Cataño y Bayamón, así como personal de la Autoridad de Carreteras y Transportación (ACT), trabajaron desde la carretera PR 22 para construir un dique que evitara que el combustible llegase a otros lugares.

Para esa fecha, el actual jefe del Cuerpo de Bomberos de Puerto Rico, Ángel A. Crespo Ortiz, había dejado de ser el oficial de prensa de la agencia, y se encontraba a cargo de la estación de bomberos de Salinas, pero tras ser avisado por un familiar de la explosión, se comunicó con el jefe interino de los bomberos, quien le solicitó que llegara al lugar para coordinar la información inicial a la prensa y posteriormente trabajar en la extinción del incendio.

'Cinco años después de la explosión de CAPECO puedo decir que la misma significó un momento muy importante para los bomberos de la generación actual, pues podemos asegurar que fue la consumación de nuestro adiestramiento como bomberos', dijo Crespo Ortiz, al tiempo que rememoró los retos de ese combate al 'sentir la temperatura tan alta, fue algo bien impresionante; luego de haber sido el oficial de información pública, se me pide que ayudara a organizar la información a la prensa, y luego se me encargó una escuadra que literalmente logró entrar a un área entre dos tanques inflamados para rescatar un monitor, y junto al sargento Luis Cumba Pomales poder cerrar unas válvulas, que permitió bajar la intensidad del fuego'.

Aunque muchos de los bomberos y otros funcionarios sintieron preocupación por la magnitud del incendio y los contaminantes a los que se pudieron haber enfrentado, el denominador común fue el trabajo en equipo, con unión de voluntades, muchas lecciones aprendidas, pero sobre todo demostrar lo que son capaces los bomberos y respondedores de emergencia en Puerto Rico.

En CAPECO se procesaba el 10% de la gasolina de todo el país, se abastecía a la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) con 20% del volumen de combustible, y el 50% del combustible que se usaba en los aviones del Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín, a la vez que la corporación mantenía contratos con unas 200 estaciones de gasolina de la marca Gulf.

El incendio destruyó 21 tanques y trabajaron sobre 150 bomberos de todo Puerto Rico, quienes tras 60 horas de combate intenso lograron extinguir el 'fuego más grande de Puerto Rico' en la mañana del domingo 25 de octubre de 2009.

El siniestro se originó porque el sistema de monitoreo computarizado de los niveles de llenado no registró adecuadamente sobrepasando al capacidad de un tanque 105, derramando combustible. Tras evaporarse, los gases lograron contacto con un agente detonador, que se presume fue una lámpara fluorescente, que generó una chispa eléctrica.

   

(Suministrada)
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