Puerto Rico en el espejo de Haití, los cambios tienen que ocurrir desde adentro (galería)
La verdadera catástrofe de un terremoto es el vacío que deja. ¿Cómo recuperar el talento que se perdió? ¿Cómo reconstruir un país sumido en la pobreza cuando miles de sus habitantes no tienen los recursos básicos? Cuatro años despues del terremoto en Haití, una nueva generación intenta responder a estas interrogantes y reconstruir los escombros a traves de la educación.
Pese a los retos que enfrenta la nación caribeña por la corrupción política, la precariedad del sistema educativo y la extrema pobreza, un grupo de estudiantes haitianos está interesado en participar de ese resurgimiento socioeconómico. Eddens Firmé, de 29 años de edad, es uno de ellos. Se graduó en junio con el mejor promedio de su clase en la Pontificia Universidad Católica. Pudo completar su Maestría en Educación del programa de la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR).
Firmé y otros 21 jóvenes, que fueron becados en Puerto Rico mediante la alianza Universidad Solidaria del Caribe, tienen claro sus objetivos: formarse y retornar a su país para compartir el conocimiento adquirido. No quieren ser parte de la fuga de talento, que sólo consigue más aislamiento.
'Estamos aquí para aprender e ir a crear esa fuente importante que perdimos', expresó a NotiCel, Louis Jean Delinois, quien comenzará estudios doctorales en química, en la Universidad de Puerto Rico.
Más que una reconstrucción de infraestructura física, de edificios, catedrales y escuelas colapsadas, los nacidos en la nación hermana apuntan a la importancia de fortalecer la infraestructura humana, sobre la cual realmente se erige el desarrollo. Con más de 200,000 muertes que causó el terremoto, el vacío se hizo palpable en los hospitales, las escuelas, las fábricas y oficinas.
Lejos de ser una cifra más, los fallecidos tenían rostro: eran docentes, ingenieras, enfermeros, delegados y obreras.
'La fuente humana que estaba trabajando se perdió...', reconoce Delinois. 'Esta oportunidad de aprender y luego formar otros grupos de personas, no iba a ser posible sin la Fundación', agradeció el químico de 29 años de edad.
La burocracia, el papeleo excesivo y el dinero no fueron impedimento para llegar a Puerto Rico. La solidaridad vino tanto de las universidades privadas y públicas, como de unos fondos de Mayagüez 2010, que sirvieron para costear los suministros de once de los 22 jóvenes.
Tampoco los detuvo la incertidumbre natural de encontrarse solos en un país desconocido. La barrera lingüística fue superada; el trauma inicial de tener que alojarse en un edificio de más de 20 pisos fue dejado atrás. Y cada vez están más cerca de la meta: ya tres se han graduado, dos se encuentran trabajando en Haití. Todos han mantenido promedios sobresalientes. Incluso, un pequeño grupo proseguirá a cursar estudios doctorales.
Sin embargo, la encomienda de quien regresa no es precisamente un paseo en bicicleta. Más cuando se trata de introducir cambios a un sistema que se resiste. El escepticismo, la renuencia y el rechazo pueden ser su comitiva de recibimiento. El vacío laboral-comunitario que dejó el sismo, rápido tuvo que atenderse. Muchas plazas se llenaron con personas que no tenían la preparación. Llegar a impartir direcciones no es el tipo de liderazgo que producirá efecto.
'Hay que escuchar y hablar con la gente', reconoció Delinois.
Sandra Dorsainville, de 30 años, fue una de las personas que colaboró, en 2010, con pacientes que llegaron en estado crítico al hospital. Con tan sólo un bachillerato en enfermería y las capacitaciones que ofrecía Médicos Sin Fronteras, logró hacer intervenciones quirúrgicas. Pero al experimentar ese vacío de profesionales especialistas, se animó para completar una Maestría en enfermería médico-quirúrgica, mediante la beca que le otorgó la Universidad Adventista de las Antillas.
'Se siente bien curar y ayudar gente que de otra forma no puede recibir los servicios' comentó.
La conciencia les dice que abandonar el país es dejar su futuro a la suerte. Y quién se apodera de un país sin dueño?
'Nadie afuera puede cambiar el país. Somos los haitianos que debemos hacerlo. Si nosotros mismos no queremos cambiarlo, quién lo va a hacer?', cuestionó Firmé, quien tendrá la ardua tarea de ayudar a reformar un sistema sin recursos, y pocos docentes. 'Por eso estamos trabajando muy fuerte... porque sabemos que la situación es muy difícil', reiteró.
La FCPR está buscando ampliar sus Fondos para poder costear los gastos de los cinco estudiantes que fueron admitidos al nivel doctorado. Para colaborar, visite:www.fcpr.org/