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La industria del libro en Puerto Rico escribe páginas tristes

La industria del libro es una parte fundamental del tejido cultural del país. Su deterioro durante los últimos años es motivo de preocupación para los dueños de librerías y casas editoriales, quienes dependen de la producción y venta de libros, como el pulmón depende del aire. Las causas de su caída son variadas y las soluciones que se requieren son complejas, pero, a juicio de estos pequeños comerciantes, el gobierno debería auxiliar con prontitud a esta industria abandonada.

A dos años del cierre de Borders en Puerto Rico, los libreros destacan que sólo quedan menos del 50% de los puntos de venta que había antes de que la cadena estadounidense se estableciera en la isla. El cierre de librerías ha provocado un efecto en cadena que ha llevado a algunos libreros a determinar que es el peor momento del libro en Puerto Rico.

Cerca de 25 librerías han cerrado en los últimos diez años. Los puntos de venta se han reducido en un 50%, y como consecuencia, las casas editoriales han tenido que reducir la tirada de sus libros. 'Con pocos puntos de venta, el inventario es cada vez más limitado', lamentó el dueño de La Tertulia, Alfredo Torres Otero. A este problema se le añade que el 80% de los libros del país son importados, cuando hay una cantidad muy reducida de distribuidores y las dos editoriales más importantes del país están 'prácticamente inoperantes', según Patricia Gutiérrez-Menoyo, de Plaza Mayor.

La propietaria indicó que el panorama también ha sido desalentador para las editoriales. 'Antes tiraba 10 títulos de interés general al año y ahora si tiro uno o dos es mucho', contó, al sostener que una tirada de mil ejemplares sale, fácilmente en $15,000, entre los gastos de editor, imprenta y materia prima.

La falta de reglamentación que garantice la sana competencia es uno de los mayores retos que enfrentan los pequeños y medianos empresarios. Países europeos como España, Francia y Alemania han creado leyes para fijar precios estandarizados para que, según Torres Otero, se controle a las multinacionales que pretenden acaparar el mercado con precios más bajos.

La competencia es, además, más agresiva ante el surgimiento de medios más atractivos. 'Ser lector es más difícil que sentarse a ver una serie', opinó el también presidente de la Asociación Puertorriqueña de la Industria del Libro, quien reconoció que cada vez hay más alternativas de entretenimiento.

Sin embargo, no se puede creer la falacia de que en la isla no se lee, destacó el dueño de LibrosAC, SamuelMedina. El primer aniversario de la librería, ubicada en Santurce, demuestra precisamente lo contrario. 'Demuestra que el proyecto se pudo dar y que el panorama cultural, creativo, literario y artístico del país está saludable y, sobre todo, que es viable', comentó a NotiCel.

Camino de propuestas

El fortalecimiento de la industria es un camino largo, que inicia con el desarrollo de programas educativos para fomentar la lectura, y continúa con medidas que auxilien al sector privado para que invierta y produzca en la isla, en un modelo de sana competencia.

El proyecto de la cámara 1235 del representante José 'Conny' Varela, que aumenta a 90% el incentivo contributivo de los editores de libros sobre el ingreso de ventas, es visto con buenos ojos, aunque los libreros mencionaron que son necesarias unas medidas más arriesgadas para reconstituir la industria. 'Si no se reconstituye es poco lo que se puede caminar', opinó Torres Otero.

La propuesta, además, exige al gobierno y a sus municipios que contraten empresas nativas para sus impresiones. El argumento es que si el gobierno logra recuperar $100 millones que se escapan del erario público, se crearían en la industria unos 2,000 nuevos empleos.

'Tengo pérdidas año tras año. Da igual el porciento que me quieran dar de exención porque si no tendré que cerrar, no le puedo financiar nada a Hacienda', mencionó Gutiérrez-Menoyo, en apoyo a la medida.

Una propuesta adicional es que el gobierno exima del IVU a toda compra de libros; sin importar el género o tipo de publicación y procedencia de manufacturación. 'El pueblo debe asumirlo como una inversión a largo plazo. Si se logra, quizás sería la medida más efectiva tomada en años. Automáticamente se generaría mayor interés en los libros y en la lectura', argumentó el dueño de Libros AC, Samuel Medina.

El fenómeno que experimenta la industria local es sólo una pieza dentro del rompecabeza mundial, donde grandes multinacionales del libro han tenido que cerrar o mudar sus operaciones ante la pérdida de ingresos. 'Estamos en un momento bajo en la industria mundial del libro. Sin embargo, creo que hay esperanzas. Ante la debacle, muchas editoriales pequeñas han empezado a surgir', comentó la escritora y directora del Festival de la Palabra, Mayra Santos Febres.

La celebración de ferias de esta índole es precisamente, uno de los factores que contribuyen al crecimiento de la industria editorial y sus mercados. El circuito internacional de festivales crece de una manera más diversa y nutrida que nunca antes en la historia del mundo, destacó Santos Febres.

'Aquí sí puede haber una industria del libro robusta. No solo tenemos el talento de los autores, sino de los editores', puntualizó Gutiérrez-Menoyo, quien advirtió que el gobierno debe centrar sus esfuerzos en las empresas nativas.

(Archivo/EFE)
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