Un grito de alerta el libro científico sobre la violencia en PR (documentos)
Si Puerto Rico no adopta una nueva política pública para trabajar con el problema de la violencia que impera en la Isla desde la prevención de una manera integral, multisectorial, y con otra perspectiva penal, la isla se irá convirtiendo en 'tierra de nadie' y en un 'fuego cruzado'.
Así opinó el sociólogo Manuel Torres Márquez, uno de los miembros de la Junta de Editores del libro 'Perfil de la Violencia en Puerto Rico: 1984-2004', cuyos hallazgos fueron presentados hoy martes a la prensa en el Colegio de Médicos Cirujanos de Puerto Rico.
De acuerdo a Torres Márquez, quien es coordinador general del Centro Agenda Puertorriqueña para Calidad de Vida (CAPUCAVI) de la Universidad Interamericana, la Isla está en 'máximo riesgo, al borde del abismo… y nos vamos a seguir picoteando hasta que nos devoremos'.
Este agregó que 'si algo es un perfil de la sociedad puertorriqueña es que nuestra mecha cada vez es más corta en las relaciones de pareja, en la relación laboral, en la relación profesor-estudiante, en los periodistas, en todo, en todo, en los políticos, cada vez la mecha es más corta, porque nosotros somos un país que es como un campo minado de todas las manifestaciones de la violencia y el detonante es muy corto. Lo que quiere decir que la situación, es una situación de emergencia nacional', puntualizó Márquez.
Por eso, concluyó que es necesario establecer un plan decenal de seguridad con un enfoque salubrista que al mismo tiempo promueva una nueva perspectiva penal.
Al menos así también coincide el doctor Salvador Santiago, administrador de la Administración de Administración de Servicios de Salud Mental y Contra la Adicción (ASSMCA), quien destacó lo poco productivas que han sido políticas públicas como 'Golpe al Punto', que ha adoptado el gobernador Alejandro García Padilla a través del superintendente Héctor Pesquera.
De hecho, reprobó que de acuerdo al nuevo Código Penal firmado el cuatrienio pasado, si un adicto entra a robar en una residencia no tiene derecho a recibir tratamiento contra su adicción sino que es ingresado a prisión.
Según Santiago, hay que buscar la interacción entre los individuos inmersos en la violencia y el ambiente en que se desarrollan.
'Nosotros hemos perdido 30 mil años de vida, debido a la violencia en Puerto Rico', sentenció.
Del perfil de los confinados se desprende que: un 52% tiene menos de 20 años; 61% posee una educación de noveno grado o menos; 91% estaba desempleado al momento de su arresto; 80% no tiene ninguna ocupación, oficio o destrezas para insertarse al mercado laboral; 69% consume sustancias controladas; y el 94% son varones jóvenes.
Este abundó en que la Organización de las Naciones Unidas ha recomendado que se cree y ponga en práctica un plan nacional para la prevención de la violencia. Uno de los objetivos que avalaron los deponente.
El profesor Samuel Figueroa Sifre, director de Coprevi, detalló que ya varias organizaciones comunitarias y del sector académico han desarrollado una Estrategia Nacional de Seguridad Pública Solidaria en Puerto Rico, y han desarrollado una legislación a tono con esta iniciativa.
Todos los deponentes de la presentación del libro aseveraron que algunos factores de riesgo son la deserción escolar, los trastornos afectivos, el desempleo, las enfermedades de salud mental, la adicción al alcohol o las sustancias controladas, los distintos estresores sociales, entre otros.
La doctora Alma Irizarry, investigadora principal y editora del libro, expuso que el estudio arrojó que la mayor manifestación de violencia que se experimenta en el país es en el núcleo familiar, entiéndase, la violencia entre parejas, violencia contra menores de edad, abuso sexual, y la violencia contra personas de edad avanzada.
Asimismo, otra ramificación de la violencia más prevaleciente en la Isla es la que se desarrolla desde la misma comunidad, ya sea en las escuelas o en los lugares de trabajo, o incluso la violencia juvenil.
Otro punto que resaltó Irizarry es que 'las tasas de homicidio resultaron ser más altas que las del suicidio. Por ende, el homicidio afectó más la mortalidad general de la población en Puerto Rico'.
El homicidio es más recurrente en jóvenes entre 15 a 24 años.
Sobre el suicidio se encontró que desde la década de los ochenta, el ahorcamiento ha sido el principal método usado para consumar el acto. Los actos son más frecuentes en personas de edad avanzada, principalmente en hombres.
Irizarry abogó también para que se cree una base de datos en el Instituto de Estadísticas sobre los casos de violencia, para así poder llevar a cabo una vigilancia epidemiológica.