Mujeres siguen ganando menos, a 50 años de la Ley de Igualdad Salarial
Se levanta a las 4:30 a.m. de la madrugada a preparar a sus hijos para la escuela. Los deja. A las 8:00 comienza su trabajo en el Departamento de Finanzas de una empresa privada en la Milla de Oro. Sale a las 5:00. Busca a sus hijos al cuido, les prepara comida, estudia con ellos, los baña, los acuesta a dormir. Al día siguiente la rutina es exactamente la misma. Al final de la quincena, Solimar sabe que su cheque es diferente al de todos sus colegas varones. A ella le pagan menos.
Su situación no es diferente al de otras mujeres trabajadoras en Puerto Rico. Esto, a pesar de que existe amplia legislación que establece que las féminas deben ganar lo mismo que un hombre que realice el mismo trabajo.
El 10 de junio de 1963, el presidente de Estados Unidos John F. Kennedy firmó la Ley de Igualdad Salarial (Equal Pay Act).
'Nuestra economía depende de las mujeres en la fuerza laboral', dijo el presidente en aquel entonces.
Tan cierto sería, que 45 años después, Barack Obama le dio un espaldarazo e hizo de la ley de Equidad Salarial Lilly Ledbetter la primera legislación de su presidencia en 2008.
'Con la firma de esta ley, estamos defendiendo uno de los primeros principios de esta nación, que todos somos iguales y que tenemos derecho a perseguir nuestra propia versión de la felicidad', fueron las palabras de Obama en aquel subsiguiente esfuerzo.
Para la firma de la primera ley, las mujeres en Estados Unidos ganaban 60 centavos por cada dólar que ganaba un hombre.
Hoy, 50 años después, las mujeres representan el 52% de la población, tienen mayor acceso a la educación y están más preparadas académicamente, pero la brecha salarial apenas se ha reducido en un 17%. El salario para las mujeres es actualmente de 77 centavos por cada dólar que genera un hombre. En Puerto Rico, es ligeramente menor, las mujeres ganan 75 centavos por cada dólar que se les paga a los hombres.
De acuerdo con informes del Departamento del Trabajo y Recursos Humanos de Puerto Rico, cerca del 74% de las mujeres empleadas en la isla tienen al menos un año de estudios universitarios.
Pero no se trata solo de igual paga por igual trabajo. Al final del día, las mujeres suelen realizar más trabajos que sus compañeros jóvenes, la ocupación que ejercen y las tareas que la sociedad les ha achacado. Este peso social, en gran medida, es una limitación para avanzar en el mundo laboral.
La doctora en psicología Vivian Rodríguez Del Toro destaca en una de sus publicaciones sobre el tema que, desde hace varias décadas, el nivel de escolaridad ha aumentado para las mujeres, así como la tasa de participación laboral. Sin embargo, a pesar de que las mujeres están más preparadas académicamente que los hombres, todavía hay más hombres que mujeres empleados en Puerto Rico. Tampoco ocupan proporcional ni equitativamente las posiciones de jerarquía y poder en la estructura laboral y política, destaca Rodríguez Del Toro.
La directora del Departamento de Psicología de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, Tania García, resalta que cuando se trata de personas que han completado estudios de maestría y doctorado, la brecha es aun mayor.
'Los hombres ganan casi el doble que las mujeres teniendo igual preparación educativa a nivel graduado', sostiene la catedrática.
Pero Rodríguez Del Toro menciona en una de sus publicaciones sobre el tema que las inequidades de género que perjudican a las mujeres no solo se observan en la brecha salarial. Y es que las féminas también ocupan mayormente las posiciones de menor jerarquía administrativa en los salarios.
'Un problema resultante de esta realidad, es que estos empleos son frecuentemente a tiempo parcial, de baja paga y sin beneficios marginales, lo que provoca que en muchos casos las mujeres se vean obligadas a tener varios trabajos que impartan su vida familia, su salud y su calidad de vida', resalta en referencia a otros estudios citados en su publicación.
Hace falta mucho más que una legislación
El poco avance en la igualdad salarial para las mujeres es muestra de que 'el meollo' de la desigualdad está en el mismo concepto de cómo es que se percibe el trabajo y de cómo los hombres y las mujeres acceden a los trabajos, apunta la presidenta del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico, Ana Irma Rivera Lassén.
'A las mujeres se nos adscribe mucho trabajo que tiene valor social, pero que no tiene valor económico. Es la llamada doble carga. A la misma vez, es la situación que evita que las mujeres puedan avanzar', explica.
Rivera Lassén, abogada y feminista, resalta que la población escolar ha cambiado. En las escuelas y en las universidades, la mayoría, son féminas. Sin embargo, cuando se trata del mundo del trabajo. Los números se invierten. Entonces, la valorización no tiene que ver con la capacidad de realizar el trabajo, sino con la posibilidad de acceder.
Por ejemplo, al asignársele socialmente a las mujeres el cuidado de los niños y las niñas, así como el de la labor doméstica, el acceso al trabajo está limitado.
'Si una mujer no tiene otra posibilidad que faltar para llevar a sus hijos al médico, a atender asuntos de la escuela, eso sumado a otras presiones desde el trabajo, es una situación difícil'.
Rivera Lassén señala que la economía del cuidado -término acuñado para referirse al espacio de actividades, bienes y servicios necesarios para la reproducción cotidiana de las personas- es y tiene que ser una responsabilidad del estado. No puede estar únicamente sobre los hombros de las mujeres.
El gobierno debe establecer centros de cuidado gratuito, un horario escolar que no presione a las madres a salir del trabajo para ir a buscar a los niños.
La senadora Mari Tere González, presidenta de la Comisión de Asuntos de la Mujer del Senado, considera imperativo que la asamblea legislativa evalúe cómo se ha dado el desarrollo de la mujer en el campo laboral y 'cómo nosotras podemos seguir reclamando que se nos remunere de forma justa'.
González, trabajadora desde los 14 años, coincide en que la configuración cultural, en la que las tareas del hogar y del cuidado de los niños recae sobre la mujer, ha sido obstáculo para el continuo desarrollo de la mujer.
La senadora, madre y abogada, ha vivido en carne propia los obstáculos de ser una mujer en el campo profesional, en la política y en la asamblea legislativa, dominada por hombres. 'Sí, existe mucho discrimen aún, hay muchos patrones. Yo lo he vivido, pero no ha representado que mi fuerza se amilane', sostiene.
Por eso, dice creer indispensable la inclusión de una perspectiva de género en currículo escolar, que los niños y las niñas, desde pequeños entiendan el valore la persona como seres humanos. 'Podemos restablecer esa figura de un hombre que tiene una participación equitativa en las tareas del hogar, que decididamente haya un apoyo del estado, de muchos sectores, para enviar un mensaje de equilibrio, de equidad de género'.
Tiene que darse esa educación desde las edades más tempranas, opinó para ir eliminando la desigualdad que ahora mismo sigue teniendo rostro de mujer.
'Tú te das cuenta, primero, de que en el trabajo, sobre todo si es un área dominada por hombres, con jefes que son hombres, no te tratan igual que como tratan a los compañeros varones', testimonia Solimar, la trabajadora cuyo ejemplo da comienzo a este escrito.
'Segundo, si yo tengo dos hijos, soy una madre soltera, no cuento con el apoyo de mi familia, aunque quiera, no puedo seguir creciendo en el trabajo. Tengo unas responsabilidades, por ser madre y por ser mujer, que yo sé que no cargan mis compañeros de la misma manera y, que si yo no cumplo, soy señalada como una mala madre', añade. 'Yo tengo los estudios, la experiencia, el deseo y la capacidad de seguir creciendo en mi trabajo, que me encanta. Pero cuando se abra una posición de supervisión, un posible ascenso, a quién crees que van a considerar? A la contadora que tiene que faltar cada vez que se le enferma un hijo y que cuando dan las 5:00 ya está en la puerta para ir a buscar a los niños antes de que le cierren el cuido o al empleado que tiene quién lo haga por él?'.