Llegó la hora cero. Hoy domingo, 9 de junio y ante millones de espectadores, el municipio de Guayanilla será homenajeado durante el tradicional Desfile Puertorriqueño en Nueva York.

El evento anual, considerado la más multitudinaria expresión de puertorriqueñidad fuera del país, ya dio inicio en la ciudad de Nueva York el pasado sábado, 1 de junio con numerosas actividades culturales, religiosas y sociales en lugares de interés de la ciudad.

Las mismas continuaron el viernes 7 y sábado, 8 de junio con juegos tradicionales boricuas en el Roberto Clemente State Park, desde las 7:00 de la noche y las 9:00 de la mañana, respectivamente.

Finalmente, domingo 9 de junio se efectúa la Parada Nacional en la famosa Quinta Avenida, desde las 11:00 de la mañana. Allí al menos 500 guayanillenses visitantes harán alarde de su origen, como parte de varias delegaciones constituidas para el evento.

Wilson Nazario Torres, oficial de Prensa en Puerto Rico del Desfile Nacional, explicó que hace varios años un grupo de guayanillenses ausentes solicitó por escrito que se reconociera a su pueblo en el evento. 'Se llevó a votación y la Junta decidió reconocer a Guayanilla sobre otros pueblos', detalló.

Según Nazario Torres para esto se toman en consideración las 'aportaciones culturales, lugares de interés, personalidades y habitantes que tiene' ese municipio.

Con íconos aún sin explotar

Guayanilla celebró el pasado mes de febrero sus 180 años de fundación. No obstante aún tiene al menos dos lugares icónicos que permanecen bastante protegidos de la mano del hombre, quizá en parte por lo apartado de los sectores en que existen.

Ellos son la Cuevas del Convento en el barrio Cedro y la playa Ventanas en el barrio Boca.

Sobre esta última, el profesor universitario Otto Sievens Irizarry comentó a La Perla del Sur que el folclor se ha encargado de hilvanarla con una leyenda del Pirata Cofresí. 'El mar se vuelve bravo inmediatamente, porque está custodiando el tesoro que sembró allí'.

Allí hay varias cuevas. Por ejemplo, la Cueva de la Madama es un sistema cavernoso de donde se explotó guano para abono en los cañaverales, además se exportaba a Europa en el siglo 19. Algunas colapsaron durante los temblores de 1918, añade el historiador.

Por otra parte, las Cuevas del Convento -llamadas así porque 'una de las cuevas tiene una forma de arco ojival, muy utilizado en la arquitectura religiosa'- son un sistema de siete cuevas conectadas. Allí hay agua y ríos subterráneos que desembocan en La Playa de Guayanilla', especificó.

'El Fideicomiso de Conservación en 2005 compró 85 cuerdas de terreno para dar un enfoque ecoturístico y todavía no lo ha desarrollado, esos eran lugares de ganadería', continuó.

Otro punto de interés es la bahía de este pueblo, una de 'hondo calado y una gran ensenada. En el siglo 19 se abrió el puerto como un puerto internacional que permitía barcazas de diferentes lugares, especialmente de San Thomas. Además, entraron muchos extranjeros, especialmente corsos y catalanes hasta 1880', enumeró.

'Posteriormente fue cerrado hasta que vinieron las petroquímicas', añadió entre otros innumerables e interesantes datos.

De fina'os al Roripe

Antes de la celebración americana de Halloween, la gente de Guayanilla ya celebraba el Día de los Difuntos de una manera especial: los fina'os. 'Personas vestidas de negro y rostro escondido que solicitaban cooperación para comprarle velas a sus muertos el 2 de noviembre', dice Sievens Irizarry.

Según el historiador, en 1956 se establece La Stella, la primera urbanización de Guayanilla, y en el 1964 se construyó Santa Elena, cuyas casas estaban valoradas en $13 mil, una suma considerable en la época.

Manuel Zeno Gandía -médico y laureado escritor arecibeño- ejerció su profesión en Guayanilla. Se dice que su famosa obra La Charca fue inspirada y escrita en los campos de este municipio.

Por último, los comentaristas de la popular página de Facebook 'Eres de Guayanilla si…' recuerdan con nostalgia el negocio de Valdejulli, Abraham Nieves, si compraste en Casa Ivette, si fuiste al teatro Luri o al restaurante Roripe, incluso si viajaste con don Miguel Ortíz (don Migue), entre otro centenar de recuerdos y anécdotas.

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