Alexis Massol: ‘Esto no hay quien lo despinte'
Alexis Massol González tomaba un cafe tranquilo. De hecho, mucho más sosegado que la última vez que habló para La Perla del Sur.
Sentado en uno de sus rincones favoritos dentro de Casa Pueblo en Adjuntas, aprovechaba la plática para hacer confesiones que nunca antes había divulgado, ni siquiera a su inseparableTintiDeyá, esposa y amiga por los pasados 48 años.
Entre otras, admitía cómo su oposición a la Vía Verde revivió en él el fantasma de la persecución y opresión a su familia, tal como ocurrió en la década del 80.
También, reconoció cómo la actitud obstinada del Gobierno le arrinconó hasta el doloroso dilema de un día tener que escoger entre la lucha pacífica o la confrontación. Entre el diálogo civilizado o la desobediencia civil.
Aún así, acepta que la angustia vivida por más de 25 meses era el irremediable precio a pagar por la batalla contra el Gasoducto del Norte, un proyecto que amenazó con crear una cicatriz de hasta 150 pies de ancho en la Cordillera Central, para transferir 'gas natural inexistente' desde EcoEléctrica en Peñuelas hasta las centrales generatrices al norte del país.
Un proyecto que, además de ser impulsado por el poderoso Gobierno Central, contaba con la fuerza de decenas de millones de dólares en fondos públicos, asignados sin subasta.
'Es la primera vez que digo esto, pero me empecé a preparar para lo peor… y solo', declaró el ingeniero fundador de Casa Pueblo, al repasar los momentos más álgidos del choque de poder entre proponentes y detractores de la Vía Verde.
Del dolor al que puede exponerse un opositor al gobierno de turno, Massol también arrastra penosos recuerdos: los de lucha contra la explotación minera. 'Hay gente que no sabe esto, pero tuvimos un agente encubierto infiltrado aquí y durante la divulgación de las carpetas quedó al descubierto'.
El precipitante -señala- fue la aprobación de la Evaluación Ambiental Preliminar del gasoducto, trámite que certificó el Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos en la mañana del 30 de noviembre de 2011. 'Eso me jamaqueó'.
'Fue entonces cuando el Gobernador, a pesar de información pública que lo contradecía, decidió otorgar más contratos para el proyecto y dijo agalla'o ‘esto no hay quien lo despinte''.
La reacción gubernamental, agregó Massol González, redujo a solo una las opciones puestas sobre la mesa por Casa Pueblo y el frente unido contra el gasoducto 'y era precisamente, la que queríamos evitar a toda costa'.
'Estaban demostrando (los proponentes) que aquí y allá estaban decididos a imponerlo. No importaba el razonamiento, no importaba nada, y fue allí cuando me dije ‘aquí no queda otro camino. Nos están empujando a la confrontación''.
'Y sentí dolor, un profundo dolor', continuó. 'Porque nosotros somos gente de paz, gente de cambio, no de guerra. Fueron momentos muy, muy difíciles, pero si la guerra era su opción, no quedaba otro remedio. Yo, en silencio, decidí que iba a la desobediencia civil'.
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