Alarmante la violencia contra los maestros
Los estudiantes les faltan el respeto, los padres los amenazan, los directores los acosan y el sistema los tiene en muy baja estima. En los últimos años, la violencia contra los maestros ha aumentado dramáticamente, según un informe de la Asociación Americana de Psicología (APA).
Los casos más dramáticos se han reportado en Estados Unidos. El más reciente, el asesinato de cuatro maestros en la masacre de la Escuela Primera de Sandy Hook en Connecticut.
Sin embargo, no es un secreto que en Puerto Rico los maestros son diariamente agredidos verbalmente por estudiantes y que han habido casos en que son los mismos padres quienes propinan palizas a los educadores. Las escuelas de la isla tampoco están exentas de que los alumnos porten armas.
'La violencia contra los maestros es una crisis nacional con implicaciones de largo alcance que merece su inclusión en la ecuación de violencia escolar', estableció la autora principal del artículo 'La comprensión y prevención de la violencia contra los maestros: recomendaciones para una investigación nacional, práctica y agenda política', Dorothy Espelage.
Estudios indican que para 2008, el 7% de la fuerza laboral docente de Estados Unidos recibió algún tipo de amenaza o ataque por parte de los estudiantes.
Otros informes indican que el 7% de los maestros de educación primaria y el 8% de los profesores de educación secundaria han sido víctimas de la violencia en las escuelas.
La realidad que viven día a día los maestros en el salón de clases da indicios que las cifras son mucho más altas.
Reflejo de lo que aprenden en casa
La consejera profesional licenciada Mariela Sánchez Dávila confirma que los ataques contra los maestros se han multiplicado en los últimos años. Como consejera en una escuela en San Lorenzo, observa que muchos estudiantes demuestran tener menos tolerancia, manifiestan una actitud de desafío, se les cuadran a los maestros y retan a las autoridades escolares. 'Pero qué les podemos pedir a los estudiantes si esto lo aprenden de los padres?', cuestiona la consejera. En general, indica, cuando un estudiante es irrespetuoso con un maestro, se cita a los padres a la escuela y estos suelen defender el comportamiento de los menores e, incluso, se molestan si se les llama en horario de trabajo para que atiendan una situación del hijo.
La presidenta de la Federación de Maestros de Puerto Rico, María Elena Lara, coincide.
'El maestro también es víctima, como el resto de la sociedad, del aumento en los niveles de violencia para atender los conflictos que se presentan'. La educadora menciona que los ataques pueden venir tanto de los estudiantes como de parte de los padres y menciona casos en que maestros han recibido puños y palizas de parte de los adultos encargados de los alumnos.
'Uno como maestro, a diario, recibe agresiones verbales de parte de los estudiantes. Usualmente, cuando conoces al padre o a la madre, te das cuenta que son formas de conducta que ellos exhiben. Por lo general, cuando tienes un estudiante agresivo, maleducado, malcriado, el padre suele tener ese comportamiento y es mucho más difícil manejarlo si no tienes la ayuda del padre', señala.
'Los salones de clase son caldo de cultivo para la violencia'
Estudiosos han señalado las condiciones que ponen a los maestros en una situación propicia para ser víctimas de violencia. Para comenzar, trabajan en un ambiente que representa múltiples desafíos. Por ejemplo, se espera que enseñen a una población que es cada vez más diversa, no sólo en términos de sus antecedentes culturales, sino también en cuanto a sus habilidades académicas, sociales y de comportamiento. Además, los profesores deben lograr un alto nivel de aprovechamiento para todos los estudiantes, según se lo exige la controversial ley de 2001 'No Child Left Behind'. Deben ubicar a los estudiantes con necesidades especiales en entornos inclusivos sin contar con la ayuda para su atención justa y lidian con un alto número de alumnos que exhiben un comportamiento violento derivado de la falta de civismo creciente en la sociedad.
A la situación general, según describe la Asociación Americana de Psicología, los maestros están tratando de cumplir con estos objetivos dentro de comunidades con crecientes tasas de pobreza, indigencia, desempleo y reducción de los presupuestos para la educación pública.
'Los salones de clase son caldo de cultivo para que se generen los problemas', considera Lara.
'Tenemos salones con poca ventilación, pobre iluminación, plagas, malos olores, falta de materiales, presiones de los directores…', indica. Se trata de un ambiente incómodo donde surgen situaciones de molestia que quizás no existirían en un escenario más agradable, propicio para el aprendizaje.
Sin defensa los maestros
El mayor problema, señala Lara, es que el maestro se mantiene en una situación sumamente vulnerable. Si recibe una amenaza o agresión, puede recurrir a la administración de la escuela, pero 'si el director se hace de la vista larga, como suele ocurrir, no tiene ninguna defensa por esa vía'. El otro recurso es presentar una querella.
Añade que leyes como la 246 de 2011, que establece el maltrato institucional, han contribuido a que los docentes tolere mucho situaciones que no deberían pasar por alto. 'Si se le acusa de alegado maltrato, la agencia es bien despiadada. El Departamento de Educación aplica sanciones inmediatamente, incluso sin que haya una buena investigación'.
Urge acción
Dado que la mayoría de los maestros en las escuelas públicas son mujeres, la violencia contra el docente es también considerada violencia de género o violencia machista.
Ya desde 2011 los psicólogos organizados en la APA habían declarado una crisis de de niveles sin precedentes que impactan a las comunidades, escuelas, personal escolar y estudiantes.
La falta de seguridad en algunas escuelas y comunidades se ha convertido en un factor clave para que los profesores desistan de ejercer su profesión. La victimización de los docentes también ha significado que las víctimas dejen de recibir su salario por ausencias, que el estado tenga que invertir más en indemnizaciones por accidentes debido al estrés y afecciones psicológicas y traumas, así como en litigios en los tribunales y los estudiantes se ven afectados en su aprovechamiento académico por la hostilidad del ambiente y la pérdida en tiempo lectivo que se dedica a atender las situaciones de violencia en el salón.