Olvidados y discriminados. Así se siente la población sorda de Puerto Rico, quienes a diario experimentan el abandono de los políticos, de las instituciones gubernamentales y privadas.

De hecho, muchos de los entrevistados por NotiCel dijeron que se sintieron mal y echados para un lado cuando en el debate televisivo de los candidatos a la gobernación ni siquiera hubo un interprete. Ante esto reclamaron cómo van a saber por quién votar.

Por esto y más su mayor reto es la comunicación, pues son pocas las personas en la población quiénes conocen el lenguaje de señas. Esto llena de frustración a esta población de alrededor de 150 mil a 200 mil habitantes en la Isla que tiene que hacer mil malabares para hacerse entender y así poder recibir los servicios que requieren en lugares como los aeropuertos y los hospitales.

Elizabeth Ríos, de la Fundación Enseñas, puntualizó a las 11:00 a.m. que se estaban organizando para marchar hacia el Capitolio desde el Parque Luis Muñoz Rivera en San Juan. La intención es reclamar los derechos de esta población que día tras día son pisoteados. Y a la misma vez crear conciencia sobre las necesidades de esta población que van desde empleo, educación, servicio de intérprete y recreación y deporte. Apuntó que el problema de la educación para esta población es tan agudo que su mayoría tienen un nivel de lectura de cuarto grado.

Destacó que para la marcha habían llegado personas desde Quebradilla, Aguadilla, Mayagüez, Rincón, Moca, Caguas, Cayey, Ponce, Guayanilla y Bayamón.

Su expectativa es que una vez lleguen al Capitolio sean recibidos por los líderes políticos para que atiendan sus reclamos.

De otra parte, Sheila Velázquez y Francheska Colón afirmaron que el mismo Departamento de Educación sigue poniéndole trabas a esta población, ante la deficiente ubicación de los niños en los salones contenidos.

Colón tiene que viajar todos los días desde Loíza a Río Piedras para que su hijo pueda recibir una educación, pues donde vive no hay escuelas adaptadas para atender a esta población.

Al final del día ambas madres se sienten desesperadas ante los escollos que tienen que enfrentar para que sus hijos reciban la educación que requieren. Y se cuestionan si en un futuro podrán hacer una carrera universitaria.

Su inspiración es la profesora Yolanda Rodríguez, quién pudo vencer los retos de su condición y logró completar un doctorado en Lamar University en Texas.