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Vender drogas para sobrevivir (2do de una serie)

La economía subterránea no parece tener fin, mientras el costo de vida se eleva y las oportunidades de empleo se hacen cada día más cuesta arriba. Carlos Meléndez Arvelo es uno de muchos puertorriqueños que han visto en el llamado bajo mundo una opción para generar ingresos.

En un encuentro con NotiCel narró cómo, de tener un trabajo en una fabrica de plástico y aluminio en New Jersey, la vida lo llevó a vender sustancias controladas en Vega Baja.

Hoy, a sus 50 años, reflexiona sobre lo que hizo en su vida y trabaja para darle un rumbo distinto a sus días.

Tras llegar a Puerto Rico en 1983, tuvo problemas en conseguir empleo. Entonces, al recordar lo que aprendió con su padre, que era carpintero, se motivó a laborar como albañil.

No obstante, 'la piña se puso agria' y sentía la presión de sacar a su familia hacía adelante, principalmente a su esposa.

Para evadir su realidad tomaba alcohol, porque frecuentaba la casa de un tío que era alcohólico y desde pequeño había adquirido un gusto por la bebida. Debido a esta adicción y a la falta de transportación se le hacía complicado conseguir un trabajo.

Se puso a trabajar haciendo 'chiripa, pero en un momento la cuestión económica se puso difícil'.

En el 2000, comenzó a vender sustancias controladas en Vega Baja.

'Cuando me quedo sin trabajo, pues me sentía encerrado en casa, y fui al sitio que yo conocía, porque yo lo visitaba hacía muchos años. Me relacioné con otras personas allí y pues, me integré a lo negativo, me hice parte del grupo. Cuando me aborrecía en casa, arrancaba pa' allá pa' buscarme los chavos para comprar cigarrillo, todavía usaba marihuana', dijo Meléndez Arvelo.

En Altos de Cuba en Vega Baja fue el primer lugar donde trabajó como vendedor de un punto de drogas. Allí estuvo un par de meses y tenía a su cargo la venta de Xanax y Valium. Además, ayudaba al dueño del punto.

'Él (dueño) tenía una úlcera por la circulación y yo le curaba la úlcera que tenía, lo veía como mi abuelo. Él me ayudaba, por eso yo también lo ayudaba a vender las pastillas', sostuvo.

Al cabo del tiempo, empezó a experimentar con otras sustancias controladas. Luego de que el dueño del punto murió, ya él no quería estar consumiendo más heroína y quería alejarse de este mundo.

'Un día en mi hogar, mi esposa no sabía que yo me metía heroína, ella lo que pensaba que yo lo que fumaba era marihuana, pues un día decidí quitarme de la heroína y me tiré y pensé, si me quito bien y si me muero también, porque no quiero estar en esto más. Y me tire a romper en frío. Fue fuerte dos veces, porque no le podía decir a ella que era eso, yo le decía a ella que era la rompehueso y ella me creía porque era sana y no estaba en vicio', detalló.

Logró salirse del vicio por un tiempo, y comenzó a trabajar en la construcción, pero la adicción otra vez comenzó a dominarlo.

'Lo mío fue una transición, empecé con marihuana, después cocaína, después use heroína -no intravenosa sino nasal-, fumé crack, use ácido en una ocasión. Ahora entiendo que eso era un desorden, no tenía la capacidad de superar algunos problemas y buscaba otra alternativa, tampoco tuve la capacidad de ir a un psicólogo o un psiquiatra que me diera algún medicamento para aguantar mi depresión', explicó Meléndez Arvelo.

NC: Qué te deprimía?

CMA: El no tener trabajo. En New Jersey hay muchas fábricas. Yo aprendí a trabajar desde muchachito. Yo veía vender sustancia como un trabajo y no era lo mejor que estaba haciendo, ahora lo reconozco como tal.

Fue en la barriada Colombo en Vega Baja donde 'Carlitos', volvió a vender drogas.

NC: Cuántas horas trabajabas allí?

CMA: Más de doce horas. A veces yo hice 24 horas con la marihuana.

NC: Cuánto te ganabas en un buen día?

CMA: Sobre $200 a $300.

NC: Y en un mal día?

CMA: No hay mal día ahí.

NC: Siempre es bueno?

CMA: Sí, esa es la maldición del diablo, ganas mucho, pero a veces los que la están vendiendo la utilizan, pues lo gastan allí, porque una persona puede vender un montón y salir pelao.

NC: En tu caso, cómo llegabas a tu casa?

CMA: A veces llegaba pelao y a veces con chavos.

Lejos de su trabajo en el bajo mundo, 'Carlitos' ayudaba en la crianza de unas sobrinas de su esposa, quiénes mientras eran pequeñas no se daban cuenta de lo que él hacía.

No obstante, todo cambió 'cuando la mamá de ellas, la hermana de mi esposa, empezó a llevarlas a sitios negativos porque se unió a una persona ahí y se iba a beber a un sitió más arriba, pues ya los nenes iban allí también, entonces a mí me entró el deseo de quitarme de eso y meterme a la iglesia', dice.

NC: Cómo te coge la policía?

CMA: Yo le pedí a Dios que me ayudara en eso. El día que me cogen, yo fui allí y lo que iba a hacer era uso de sustancia y me iba pa' casa, yo no iba a vender como tal. Ese pa' mi era el último día. Gracias a Dios lo hice, fue el último día que usé sustancia. Mi primo estaba allí trabajando y me dice ‘Carlitos pa' que trabajes'. Y yo le dije ‘yo no vine a trabajar hoy, yo vine para curarme y me voy pa' casa'. Él me dijo ‘no chico que yo llevo ya dos días amanecio' y yo no sabía decir que no. Yo le dije ‘pai no tengo cartucho', y al otro día yo sabía que había vigilancia como tal. La vigilancia era en un monte y yo me metí en el fanguero pa' dentro. Yo me encontré con oficiales allá adentro. Ellos estaban arriba y yo me metí allá, porque ellos no me podían ver, pero no pensé que estaban al frente haciendo la vigilancia. Ellos me estaban mirando y me llamaron y me dijeron ‘cierra que están por ahí'. Yo cerré, pero yo no me puse a correr tampoco por una situación que tuve. Yo decía yo no voy a correr y pasaba por ficha un montón de veces. Pero en ese momento era mi momento de no pasarla con ficha.

NC: Prácticamente tu permitiste que te apresaran?

CMA: Lo acepté, lo cogí con calma y me sometí a las leyes del hombre.

NC: Entendías que era la única forma de salir de ahí?

CMA: Dios es poderoso y sabe lo que es bueno para uno. Y yo entiendo que sí, que esa era la única forma. Yo entiendo de que si no hubiera cogido el caso, pues quizás estuviera en lo mismo.

Fue así como llegó el 14 de noviembre del 2009 a Bayamón 705, por un caso 401 que es de distribución de sustancias controladas. Allí pasó dos días hasta que los transfirieron a la cárcel Las Cucharas en Ponce, en donde estuvo en custodia de máxima seguridad por nueve meses.

NC: Fue fuerte la experiencia en la cárcel?

CMA: Sí, primeramente meten a uno a lo que le dicen 'las peceras', eso es en un aire más fuerte que este que me tiene temblando, allí es más fuerte todavía. El trato de los oficiales no es el mejor, son bien malcriao. A nadie le gusta que le hablen restrujao. Estaba 22 horas en la celda y una de recreación.

El proceso que vivió Arvelo en la cárcel le despertó interés por el programa de Teen Challenge, pero solo se le permitió ir a Hogar CREA. Su primera experiencia en Hogar CREA fue aprender a controlar sus impulsos y manejar sus emociones. Si cometía alguna falla recibía un señalamiento de grupo, en el que se sentía que lo estaban 'regañando como un niño'.

Pero hoy se siente agradecido con el programa porque 'si yo hubiera seguido en la forma que estaba, no estuviera aquí, quizá tuviera otro caso más grave'.

Hoy tiene permiso para salir tres días en la semana a la calle a vender los productos de Hogar CREA, por el cual recibe un 3% de cada venta.

'En vez de buscar chavos para lo negativo, busco la venta para un propósito de cómo aprender a llevar el sustento al hogar, para cuando nos reeintegremos a la comunidad', finalizó Meléndez Arvelo.

Lee la 1era Parte de esta serie sobre problemáticas actuales de las drogas en el País:

Entre la rehabilitación y la conveniencia

Carlos Meléndez Arvelo comenzó a vender drogas para poder producir un sustento.
Foto: