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A La Francesa

Acompaña la aventura de un boricua en Francia

Ya, despues de darle vueltas y vueltas, tomas la decisión. Sin pensarlo mucho, porque si lo haces puede que cambies de parecer y decidas ir a donde todos van, donde tu primo fue, donde estuvo tu hermano, donde un amigo se ofreció a recibirte y mostrarte todo lo que hay para hacer. Donde todos ellos ya te han hecho una lista de lo que tienes que ver, lo que no te puedes perder. Pero no, te repites nuevamente que lo que quieres es una verdadera aventura, una experiencia inolvidable. Entonces decides ir a Francia, en inmersión cultural, sin hablar prácticamente nada de frances y donde la persona más cercana que sepas haya vivido allá lo fue Ramón Emeterio Betances, y bueno, digamos que cualquier referencia del país que pudiera haber dejado estaría un poco desactualizada. Entre nervios y emoción, la adrenalina corre mientras se acerca el día de la salida, y es que razones no faltan, Estarás al otro lado del mundo, Caminarás por donde se hizo historia, pasearás por los Campos Elíseos, por palacios, museos, catedrales, ciudades y campos, todos impresionantes. ¡Que no se espere más! Allez hop, c'est parti pour l'aventure!

Llegas a Paris luego de practicar incesantemente el vocabulario de supervivencia… pero a la hora de la verdad, al darte cuenta de la velocidad a la que hablan, la impresión del momento, ese vocabulario se reduce a tan sólo 'Bonjour' …'Je m'appelle Juan' 'Je suis portoricain'… 'Oui, merci, bonne journée'. Eso es todo lo que puedes aplicar en las primeras conversaciones, además de la infaltable sonrisa con significado de 'no entiendo el 50% de lo que me dices'. No te desesperas, sólo anhelas el momento en el que domines el idioma para explicar, entre otras cosas, que no, Puerto Rico y Costa Rica no son el mismo país. Continúas y tomas el tren para llegar hasta tu nuevo hogar en el que descubres la versión diminuta de todos los enseres y equipos de la casa, pronto te darás cuenta que es lo justo necesario. Comienzas a explorar los alrededores llenos de memorias y escudriñar cada rincón de la ciudad que te harán descubrir algo nuevo cada día. Te levantas con el repicar de las campanas de la catedral, y camino a tus paseos el olor a pan recién horneado invade las calles. Nunca podrás resistirte a la delicia de un pain au chocolat o un croissant crujiente. En una plaza frente al hôtel de ville, la alcaldía, ya temprano en la mañana preparan el mercado diario, sea el lunes o miércoles de frutas y vegetales, los martes de las flores, o el jueves de pescado fresco, carnes y charcuterie, los embutidos. Y es que entre quesos, saucissons y tanto deleite de comida pasan los días volando y no te das cuenta que ya estás en posesión del idioma y disfrutas las pláticas con las señoras en el café, contando cómo es la vida en una isla, cómo llegaste a Francia, disfrutando el sentirte exótico y el contar con la atención de todos, por ser la novedad en las conversaciones. Sin darte cuenta ya comienzas a soñar en francés. Ya te has acoplado al ritmo de vida y ni se te ocurre pedir un café para llevar. Así como te lo dijo el dueño de la cafetería que se rehusó a vendértelo 'El café no se toma a la ligera, si quieres un café tú te sientas, agarras el periódico, disfrutas el momento, si no, no te lo vendo.'

Cae la noche y ya esperas el acostumbrado 'apéro' que significa tomarte algunas copas acompañadas de piscolabis con tus amigos franceses, antes de la cena. Luego saldrán a algún bar, que es donde mejor se perfecciona un idioma. Aceptas que para bailar no tienes que tener ritmo y que es completamente normal que en pleno 2014 suene 'bésame, que quiero sentir tus labios besándome otra vez' y que todos la canten y bailen como si fuera el álbum más reciente. Mención obligatoria, en términos de canciones de artistas puertorriqueños que hayan llegado a Francia, nada va a ser más gracioso que descubrir la versión en francés de 'Mataron al negro bembón' de Ismael Rivera.

Luego de haber visitado el Palacio de Versalles y sus jardines, el Museo del Louvre, el Museo d'Orsay, la Torre Eiffel, Montmartre, los barrios pintorescos, las hermosas campiñas de la región de la Loire, que nadie puede evitar recorrerlas, te lanzas a conocer las bellas ciudades al norte, sur, este y oeste de Francia. Claro que no puede faltar la huelga justo el día en que decides ir a un lugar desconocido y por suerte terminas en el medio de campo perdido, gracias a un tren que decidió parar en el medio de la nada y no llegar a su destino. Ahí tomas una aventura por autobuses que te llevarán de pueblo en pueblo hasta que llegues a la ciudad que planificabas en un principio. De esa forma le das un toque de emoción al viaje, porque los franceses saben hacerlo de la mejor forma, y llegas a conocer ciudades hermosas como Rennes en la región de Bretaña, Estrasburgo, capital de Alsacia, muy cerca de Alemania, donde se toma la mejor cerveza y se come ricas salchichitas, junto al plato típico de la región, la tarte flambée. Por otra parte, Lyon, conocida por sus 'traboules', los corredores que comunican unas calles con otras, donde puedes encontrar maravillas del Renacimiento y su gastronomía es sorprendente. Los Alpes y el impresionante Mont Blanc de 15,780 pies de altura. Aix-en-Provence, una pequeña ciudad en el sur del país, le midi, cuna orgullosa del pintor Paul Cézanne. Burdeos, conocida mundialmente por sus viñedos, entre otras ciudades que te dejarán sin aliento.

No hay mejor manera de aprender un idioma extranjero que desde la inmersión total. Aprender a hablar francés en una región francófona es muy emocionante. Servirá tanto para beneficiarte de sus riquezas como para valorar lo tuyo. En un abrir y cerrar de ojos ya ha pasado la temporada y te encuentras en el avión de regreso, con los ojos llorosos, recordando los buenos momentos de intensas emociones que has vivido.

Si te interesa esta experiencia, puedes contactar a la Alianza Francesa, la cual brinda la oportunidad de pasar cuatro maravillosas semanas en una región de Francia diferente, llevar a plenitud una típica vida à la française a la vez que tomas cursos del idioma 3 ó 4 horas al día. Se han visitado ciudades típicas como Burdeos, Tolosa, Niza, Estrasburgo y Aix-en-Provence. La idea es que durante la estadía el estudiante-viajero poco a poco deje de ser turista para convertirse en 'residente local', y termine conociendo la ciudad, sus barrios y sus alrededores, monumentos y parques, a la vez que va mejorando su habilidad con el idioma y enriquece el vocabulario. Verdaderamente es como estar en clase 24/7 sin darse uno cuenta. El próximo viaje de la Alianza será a la ciudad de Nueva Orleans, durante la semana de Acción de Gracias.

*Los autores son, respectivamente, administradora de la Alianza Francesa y secretario del Consejo de Administración de la AF. La

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