Amor ciego a la Selección
A Picu, quien me ha dado muchas alegrías
El miercoles de la semana pasada era una noche buena, clima perfecto en la ciudad de Nueva York, iba a un show de música, todo bien y a mitad de noche esa incomodidad, esa sensación en la barriga de cuando te molesta algo, cuando pasa algo malo y no sabes que, pero no te deja tranquilo ni te permite disfrutar a plenitud. Claro, Puerto Rico perdía con Venezuela su tercer encuentro en el Preolímpico de Baloncesto que se celebra en la Ciudad de Mexico. Esta sensación es harto conocida para los que somos fanáticos del Equipo Nacional, y de otros deportes, pues es la misma. Yo la he sentido antes: en el 1990 cuando Picu pasó la bola hacia atrás en el Mundial en Argentina, cuando perdimos un puesto en los Juegos Olímpicos de Sydney en el Preolímpico en San Juan en 1999, cuando Barea falló un tiro en el juego contra Argentina en su casa que nos daba el pase a los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, cuando en los últimos dos Mundiales no hemos pasado de la primera ronda, cuando Nueva Zelandia con Cameron nos ganó en el Mundial de Indianápolis en 2002, que habíamos jugado increíble y cuya derrota nos llevó a no estar entre los primeros cuatro… en fin, el que es fanático del baloncesto en Puerto Rico y de nuestra selección nacional sabe lo que es sufrir y por suerte, tambien gozar. La lista de las alegrías la guardo para luego.
Este artículo no es solo un lamento borincano de la situación del baloncesto en Puerto Rico, sobre todo de su equipo nacional, también es una oda de amor forrada de recuerdos de lo que han sido mis recuerdos pero también un recuento histórico de los últimos años para situar el equipo y su espacio actual en la escena del baloncesto internacional. Así, no pretendo dar una radiografía completa de la situación pues requeriría más espacio, ni tampoco recetar los remedios para su solución, pues no la tengo y sería un acto de arrogancia. Solo contar mi amor que seguro comparto con miles, con momentos de alegrías y muchos de tristeza y frustraciones.
2002 – presente
El día que Puerto Rico clasificó para los Juegos Olímpicos de Atenas lo tengo grabado en mi memoria, el juego contra Canadá donde Picu se creció ante un Coliseo Roberto Clemente lleno nunca lo olvidaré, ese día, aún trabajando en el evento, me olvidé de mi rol y grité tanto en las gradas hasta quedar afónica. Era el 2003. Jamás pensé que un año más tarde pasaría uno de los momentos más importantes de la historia del deporte puertorriqueño y de hecho, de los momentos más felices de mi vida. Aún si cierro los ojos me acuerdo de cómo el corazón se me iba a salir el 15 de agosto de 2004 cuando Puerto Rico derrotó al Dream Team de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Atenas, Grecia. Recuerdo cómo brincaba frente al televisor, de pie, sin poder sentarme y preocupada por los vecinos de abajo que escucharan mis saltos. Recuerdo mi desespero porque terminara el juego, temiendo que de alguna manera nos descontaran la ventaja. Esa fue la última vez que participamos en unos Juegos Olímpicos, ya que no hemos clasificado a los de Beijing de 2008 ni Londres en 2012. En estos momentos estamos compitiendo en el Preolímpico de México para lograr uno de los dos puestos disponibles para América para los próximos Juegos Olímpicos en Río de Janeiro, Brasil, el año que viene (al momento de escribir este artículo, luego de concluida la primera ronda, Puerto Rico pasó con marca de 0-3 a la segunda ronda). En baloncesto, a diferencia de por ejemplo el fútbol, el evento mundial principal es el torneo en los Juegos Olímpicos, no el Mundial, por eso los equipos usualmente van mejor reforzados a la cita olímpica y también se valora mucho más el hecho de clasificar, ya que además solo van doce equipos, lo cual lo hace un evento mucho más exclusivo.
Aunque no hayamos llegado a los Juegos Olímpicos en las últimas dos ediciones, sí hemos ido a los Mundiales. FIBA cambió su formato, y los últimos tres Mundiales aumentó el número de países participantes de 16 a 24. En el 2006, luego de no lograr la clasificación, Puerto Rico fue uno de los cuatro países invitados por la FIBA al Mundial que se celebró en Japón, esto como un reconocimiento a su trayectoria. Nos eliminamos en la primera ronda. En el Mundial del 2010 en Turquía, Puerto Rico clasificó al lograr uno de los cuatro puestos otorgados en el Premundial de San Juan en 1999, en el cual llegamos en segundo lugar, detrás de Brasil. Luego en Turquía nos eliminamos en la primera ronda, por segundo Mundial consecutivo nuestra única victoria fue contra China. El último juego, contra Costa de Marfil, lo perdimos, lo cual nos eliminó. En España en el 2014, llegamos tras haber clasificado un año antes en Venezuela, habiendo logrado el segundo puesto detrás de México. En España, tampoco pasamos de la primera ronda, donde solo le ganamos a Filipinas y nuevamente perdimos con un equipo africano, esta vez Senegal. Para el próximo Mundial, la FIBA hizo un cambio de fecha y de formato, será en cinco años, en el 2019 en China y el proceso de clasificación será diferente y en vez de 24 países, serán 32, como en los mundiales de fútbol.
Así, el último Mundial que jugamos bien y pasamos de la primera ronda fue en Indianápolis en 2002 y la última vez que fuimos a unos Juegos Olímpicos fue en 2004, lo que indica que en poco más de una década hemos bajado mucho el nivel en el baloncesto mundial. Aún recuerdo el Mundial de Indianápolis, escuchando todos los juegos por internet, soñando con las jugadas espectaculares en las victorias contra Yugoslavia y España, pero desafortunadamente la imagen más clara que tengo es la del juego contra Nueva Zelandia, cómo nos íbamos cayendo mientras crecía un tal Pero Cameron, y así, luego de un torneo espectacular, con un Picu gigante, quedarnos fuera de las primeras cuatro posiciones. Así es la memoria, selectiva y traicionera. Aunque han pasado 25 años, todavía me acuerdo dónde estaba viendo el juego contra Estados Unidos en el Mundial de Argentina en el 1990, sentada en el piso de un canal de televisión en Puerto Rico viéndolo en pantalla gigante mientras mi papá trabajaba en la transmisión.
Si miramos los torneos regionales, aún Puerto Rico mantiene un cierto nivel de potencia, aunque muy irregular, por ejemplo, pasando de haber sido el campeón panamericano en Guadalajara en el 2011, a no haber pasado de la primera ronda en los más recientes celebrados en Toronto, donde solo ganaron un juego, y encima, cogieron dos palizas de Brasil y Estados Unidos.
Aún así, el baloncesto es el principal tema deportivo en Puerto Rico; si van bien las cosas, solo se habla de baloncesto y si van mal, se habla aún más. Basta ver las portadas de los medios principales y seguir los debates en las tertulias formales e informales en la calle e internet en Puerto Rico para saber que el país vive y respira baloncesto. En los eventos multideportivos internacionales, aunque todos los atletas son 'equipo nacional' de Puerto Rico, ya sea de esgrima, balonmano o tenis de mesa, hay solo UN equipo nacional, y es el de baloncesto. En medio de la sequía y la crisis fiscal, por muchos días se debatía en Puerto Rico si Rick Pitino era una buena selección como dirigente, si Peter John y Ricky Sánchez tenían un deber de estar en la selección, si Carla Cortijo debía recibir el permiso para jugar en WNBA y no ser sancionada por no ir al Preolímpico, si Carlos Beltrán debía renunciar a su puesto como presidente de la Federación de Baloncesto, entre otros. La audiencia televisiva es otro barómetro, pues usualmente en Puerto Rico los juegos del equipo nacional tienen muy buena audiencia. Otra manera de medirlo es con los auspicios, el equipo nacional mueve mucho dinero. Por ejemplo, aún después de la paliza que nos dio Brasil en Toronto, los juegos del equipo nacional de baloncesto seguían vendiendo muchos auspicios, aún más que algunos deportes que iban ganando medallas.
Qué pasa?
Como dije anteriormente, no voy a dar un diagnóstico minucioso de por qué llegamos a este punto ni mucho menos qué debemos hacer para mejorar. Pero es importante señalar algunos factores y hechos que observo. Definitivamente el baloncesto internacional ha cambiado. No solo ha sido la entrada de jugadores profesionales al llamado baloncesto aficionado, con la participación de los de la NBA siendo el cambio más drástico, sino que ha habido otros cambios. La FIBA ha cambiado sus cuotas, sus torneos clasificatorios para los dos grandes eventos mundiales, el Mundial y los Juegos Olímpicos, y el nivel ha subido en muchos países. Creo que se ha dado la mala combinación para nosotros de que Puerto Rico, más allá de estancarse, ha retrocedido, y muchos países de nuestra región han subido el nivel, como México, Venezuela o República Dominicana. Pero el cambio más significativo ha sido cuando vamos a torneos fuera de nuestra región, como mencionara arriba, donde en los últimos diez años no hemos logrado nada importante y el hecho de que perdamos con equipos africanos y que casi no podamos ganarle a ningún europeo e incluso a los de América que le ganamos en torneos regionales, una vez se refuerzan para los torneos globales, no les podemos ganar, como ha sido el caso de Argentina y Brasil.
A nivel nacional, pues nuestro torneo, la Liga Superior, ha decaído mucho, no solo el hecho que lleva décadas de cómo los refuerzos extranjeros afectan el desarrollo de nuestros hombres grandes, principalmente, sino que muchos equipos están endeudados y esto provoca mucho cambio de jugadores y a su vez una inestabilidad en la Liga. También está el issue de la fecha del torneo, que siendo en verano, coincide con muchos de estos eventos internacionales. Por ejemplo, mientras se jugaba el baloncesto de los últimos Juegos Panamericanos en Toronto, se jugaba en la Isla la serie final entre Ponce y Arecibo, donde estaban activos muchos de los jugadores que están actualmente representándonos en México. Pero tampoco es que tengamos muchos jugadores reforzando ligas extranjeras y cogiendo experiencia. Así, muchas veces armamos nuestro equipo días antes del evento en cuestión, lo cual impide que los jugadores se conozcan y a su vez se preparen junto al cuerpo técnico, que dicho sea de paso, también cambia demasiado, a mi entender, sin poder darle continuidad a una visión.
Una mirada al róster del equipo que logró el cuarto lugar en Argentina en 1990 dice mucho del nivel que teníamos y, a su vez, al compararlo con el de ahora, vemos dónde están muchas de las carencias. En el 1990 los doce magníficos eran: Piculín Ortiz, Fico López, Raymond Gausse, Papote Agosto, Jerome Mincy, James Carter, Ángelo Cruz, Ramón Rivas, Pipo Marrero, los hermanos Edgar y Papirito León, y Georgie Torres. Probablemente quien tenga más de 35 años recuerde muy bien estos jugadores de una gran época dorada del baloncesto puertorriqueño, no solo internacionalmente, sino del torneo nacional. Y es que los doce participaban del torneo en la Isla, lo cual los hacía conocerse entre ellos y el sistema de Puerto Rico, pero también facilitaba toda la preparación pues tenían el mismo itinerario. Pero más importante aún, tenían un compromiso real con el país y sabían del valor que tenía el baloncesto en Puerto Rico y para los puertorriqueños, pues lo vivían día a día. No quiero entrar en el debate de los puertorriqueños de la Isla versus los de Estados Unidos, pero sí hay una realidad que aún cuando, por ejemplo, en ese equipo del 1990 habían jugadores nacidos y criados en Estados Unidos o estadounidenses, jugaban en la Isla y era allí donde habían pasado sus años importantes como baloncelistas profesionales. Muy diferente del equipo actual donde muchos no juegan en la Liga Superior y no están vinculados a la Isla y su pasión y cultura baloncelística. Algunos de los jugadores que nos representan en México, aunque cumplen con los requisitos de elegibilidad establecidos por la FIBA, fueron reclutados semanas antes para estar en el equipo y esto no solo afecta la química del equipo, sino la relación con el fanático y el apego de estos jugadores con eso tan abstracto pero a la vez tan concreto que es el Equipo Nacional.
Amor
Pero aún cuando racionalmente sepamos que, dicho burdamente, somos malos y el equipo es malo, no deja de ilusionarnos siempre que juega la Selección y por eso la seguimos. Basta ver la prensa en estos días para darse cuenta que el equipo nacional es noticia siempre y que habemos muchos que luego de par de canastos y un rally, ya soñamos con la clasificación olímpica, con dar el palo contra Canadá o Argentina, con que de, alguna manera, aparezcan Carlitos Arroyo y Picu, y saquen la cara. Igual hay muchos súper pesimistas y criticones de todo lo relacionado con el equipo, pero esta otra cara de la moneda también es sintomática de la pasión que genera la Selección, pues si estuviera del todo muerta, ni siquiera sería tema de debate.
Yo no se por qué la Selección Nacional de baloncesto genera tanta pasión, atención y orgullo o vergüenza en Puerto Rico. Se me ocurre que en muchas ocasiones nos dio gloria internacional, como cuando llegó a las semifinales en los Juegos Olímpicos de Tokyo en 1964 con un estelar Pachín Vicens o cuando le ganamos a Yugoslavia en el Mundial de 1990 en Argentina. También ha sido motivo de orgullo patrio cuando nos ha permitido enfrentarnos de tú a tú a Estados Unidos, uno de nuestro rivales en este deporte, ya desde el 1976 en los Juegos Olímpicos de Montreal, donde solo perdimos por un punto, 95-94, liderados por Alfred Butch Lee. Y, mucho antes de la épica victoria en Atenas, tuvimos un clásico encuentro en San Juan, en los Juegos Panamericanos del 1979 en el juego final por la medalla de oro, cargado de rivalidad y tensión política, en el cual Estados Unidos nos derrotó, pero que quedó grabado en la memoria colectiva.2 Y, aparte de los boxeadores que nos han dado grandes triunfos, como Wilfredo Benítez, Tito Trinidad y Miguel Cotto, entre otros, los jugadores de la Selección Nacional de baloncesto son nuestras estrellas internacionales. También influye el arraigo del deporte en la Isla, pues eso permite que la gente pueda seguirlo y al conocer el deporte técnicamente, pues todo el mundo opina y se convierte la Isla en un foro de miles de ‘coaches' aficionados.
Como toda historia de amor, esta no es color de rosa, ha tenido altas y bajas y tiene momentos de pasión desaforada e irracional y otros de profundo análisis y ganas de racionalizar su situación. En fin, que cuando me frustro pienso en Atenas y en Carlitos Arroyo agarrándose la camiseta, o en Picu, Fico y Casiano, y me alegro. Y na', si no se puede en México, pues tratar en el repechaje, así, siempre con la esperanza de que lleguemos a Río y luego demos un tablazo a algún europeo y meternos en los primeros cuatro… y poder añadir memorias buenas al archivo, que está lleno de buenas y malas. Siempre pendiente a nuestra selección nacional, la que quiero, por lo que me hace sufrir y gozar, pero sobre todo estar pendiente a ella, imposible de ignorar, porque cuando juegan los doce magníficos, aunque no lo sean, la Isla y yo los seguimos.
*La autora es estudiante doctoral en Ciencias Políticas en la New School for Social Research y es egresada de la Universidad de Puerto Rico donde estudió Ciencias Políticas. Tomado de 80 Grados.