Log In


Reset Password
SAN JUAN WEATHER
80 Grados

Oro en el vertedero

¿Recuerdan a Wall-E? ¿El robot autosuficiente encargado de recoger, empacar y apilar la basura en un mundo donde ya no habitan seres humanos sino desechos? En la película animada de Disney, el futuro es un paisaje devastado y abarrotado de basura. Los seres humanos que quedan están confinados a una nave cuyas comodidades los hace vivir una vida al extremo sedentaria. La película nos invita a examinar varios temas, entre ellos el estilo de vida que llevamos, las serias consecuencias de la conducta descuidada del ser humano hacia su medioambiente, y la supervivencia guerrillera de lo verde y del amor. Wall-E nos ilustra el paradigma del desarrollo enajenado y no-sustentable, en donde el hombre no asume con responsabilidad una de las dimensiones claves de la vida en sociedad: la realidad que todos producimos y consumimos, pero tambien desechamos.

Es ante ese panorama crítico en la relación entre la tecnología, la naturaleza y el ser humano que comprendemos que el avance de la tecnología ha generado innumerables beneficios para el ser humano – han mejorado los estándares de confort y las expectativas de vida, y se han simplificado los procesos de producción así como las tareas cotidianas – sin embargo, esa misma revolución también tiene caras menos amables, una de las cuales es el crecimiento exponencial de un nuevo tipo de basura, la basura electrónica. La acumulación y el mal manejo de este tipo de basura que contiene metales pesados y sustancias tóxicas tiene consecuencias en la salud y en el medioambiente.

Qué es la basura electrónica y cuánta hay?

La basura electrónica ('e-waste') está compuesta por toda unidad que requiere corriente electrónica o campos electromagnéticos para su funcionamiento, como teléfonos celulares, computadoras, televisores y monitores, cámaras de video, 'DVDs', máquinas de copiar y facsímiles, consolas de juegos de video, y demás. En 2012, se generaron 50 millones de toneladas de basura electrónica a nivel mundial, el equivalente a ocho veces el peso de una pirámide egipcia. En un planeta en donde cada habitante contribuye un promedio de 15 libras de basura electrónica al año y cada hogar cuenta con un promedio de 24 productos electrónicos, se entiende cómo los cálculos pronostican que el volumen de estos desechos crecerá un tercio a nivel global, alcanzando 65 millones de toneladas de basura electrónica anual, en apenas el 2017.

La generación de este tipo de basura está aumentando a pasos agigantados en todo el mundo, y si bien se han puesto en marcha programas para hacer frente a las dificultades que acarrea, la velocidad con la que se generan estos desechos supera el ritmo en que las medidas están dando resultados. Se trata de un problema global para el que todas las soluciones parecen parciales. En Puerto Rico, en donde se recicla apenas 11.3% de todos los desperdicios, se refleja la complejidad de la situación.

Cada año tiramos $60 millones al vertedero[i]

La basura electrónica contiene recursos no-renovables que son extraídos de la corteza terrestre con un altísimo costo ambiental y social. Estos recursos bien pudieran reutilizarse en los mismos productos después de arreglar sus componentes rotos, o reciclarse para la fabricación de nuevos productos electrónicos o para su uso en otros campos de la manufactura. Para ilustrar el asunto consideremos, por ejemplo, que el teléfono celular que anda en mi cartera contiene 40 elementos de la tabla periódica. Elementos base como cobre, silicio, aluminio, estaño y cobalto, pero también elementos preciosos como oro, plata y paladio. La Organización de las Naciones Unidas estima que en Estados Unidos se tiran a la basura más de $60 millones en estos materiales cada año. Desechar al vertedero, millones de toneladas de computadoras y teléfonos celulares aun útiles, en cada uno de los cuales se ha consumido en su fabricación gran cantidad de energía, agua y materiales en su etapa de fabricación, supone un despilfarro. Una sociedad que por adquirir algo nuevo tira al vertedero lo viejo, desconoce los costos socio-ecológicos que comportan su bienestar.

Los beneficios del reciclaje

El reciclaje –que consiste en la separación de los residuos tóxicos y el aprovechamiento de los materiales que pueden ser reutilizados– es parte de la solución al problema de la basura electrónica. Por cada un millón de teléfonos celulares que reciclamos, recuperamos 35,274 libras de cobre, 772 libras de plata, 75 libras de oro, y 33 libras de paladio, además de cantidades importantes de plásticos y otros productos industriales de valor en el mercado. Condiciones similares se presentan para el reciclado de computadoras y monitores.

El reciclaje contribuye además a la reducción de gases invernadero. Mientras que se requieren 538 libras de hidrocarburos, 48 libras de químicos y 1.5 toneladas de agua para fabricar cada nueva computadora con su monitor, reciclar un millón de tabletas ('laptops') ahorra el equivalente de la energía que se usa en 3,657 hogares en Estados Unidos al año.

De manera que nos equivocamos al referirnos a los desechos electrónicos como basura. La realidad es que estos desechos justifican que se piensen como un recurso valioso. Además, el reciclaje logra la conservación de otros metales que también son importantes para la generación de energía renovable. El selenio, el telurio y el platino, por dar varios ejemplos, son importantes en la fabricación de paneles solares y carros eléctricos.

El reciclaje también previene consecuencias graves en la salud pública y el medioambiente. Mientras los aparatos electrónicos están en funcionamiento no presentan riesgos, pero si no son desechados y manejados adecuadamente pueden causar problemas, como ocurre a veces cuando se tiran en vertederos comunes. Las sustancias que contienen los productos electrónicos reaccionan con el agua y el material orgánico liberando sustancias tóxicas al suelo y a los recursos de agua superficial y subterránea. Si alguna parte de la basura se quema para así extraer energía de ella, también es importante tener cuidado que no se generen nuevas sustancias peligrosas como las dioxinas, que son compuestos carcinógenos provenientes de una incineración inadecuada de los desechos.

Además, algunos productos electrónicos como son los televisores y monitores que contienen tubos de rayos catódicos o cualquier equipo con pantalla de cristal líquido o 'LCD' ('liquid crystal display' por sus siglas en inglés), que se mercadean como beneficiosos porque utilizan cantidades menores de energía electrónica, se consideran desechos peligrosos ('hazardous waste'). Por sus propiedades intrínsecas, estos tipos de desechos deben manejarse bajo estándares más estrictos y costosos. De manera que existen técnicas y métodos para evitar la contaminación del suelo y del agua que puede resultar del procesamiento de los desechos electrónicos en los vertederos, sin embargo siempre es mejor prevenir que tener que remediar. Sobre todo cuando hoy día estos productos se pueden re-usar y reciclar permitiendo que se alargue su período de uso y haciendo más aceptable el impacto ambiental a que su fabricación original dio lugar.

Dónde está la basura electrónica?

El reciclaje de electrónicos es un proceso difícil, costoso y contaminante. Por estas razones y otras más, apenas 12.5% de la basura electrónica generada anualmente en Estados Unidos se recicla. A nivel mundial, el promedio es menor, un 5%. Lo demás va directo al vertedero. También existe la tendencia a exportar estos desechos a países en desarrollo. En 2011, Estados Unidos exportó 2.5 millones de toneladas de basura electrónica. Un grupo de científicos ha estimado la cantidad de basura electrónica y dónde se encuentra en el mundo, concluyendo que al menos una cuarta parte de esta basura termina hoy día en siete países: China, India, Nigeria, Ghana, Costa de Marfil, Benín y Liberia.

En su libro Junkyard Planet, Adam Minter describe el negocio de reciclaje de basura electrónica en China. Buques de carga salen diariamente de China a Estados Unidos llenos de mercancía electrónica. En su viaje de regreso, esas mismas naves llevan basura. El libro describe la ciudad de Wen'an, en la provincia de Hebei en China, ciudad que se ha convertido en el centro de reciclaje mundial. El libro nos hace ver que la motivación de los países que importan basura está fundamentada en que el reciclaje es un gran negocio que genera empleos y dinero en la reventa de materiales valiosos. Son bienes que, de no ser aceptados como basura, tal vez llevarían al país a minar recursos y a deforestar bosques. Por un lado, el libro celebra a la industria del reciclaje china por ser tan eficaz dado a que una vez que llega la nueva carga al basurero, ya no hay casi nada reciclable o reutilizable en los restos sobrantes del anterior envío. Por otro lado, y al igual que se da en tantos otros temas en que chocan la globalización con la justicia social, la reglamentación ambiental y el cumplimiento en China con los estándares de protección a los trabajadores son insuficientes. En Wen'an, los empleados respiran el humo del plástico que se quema, el río está obstruido por algas y residuos, e incluso el antiguo cementerio está cediendo ante la expansión del vertedero.

Es precisamente en esas condiciones de mal manejo de los desechos, ya sea que ocurra en países en vías de desarrollo o en países desarrollados, que el reciclaje pone en riesgo la salud de los trabajadores, muchas veces niños y niñas, que desguazan los equipos sin la debida protección. El cromo, que forma parte de las cubiertas de metal, es una sustancia carcinógena. El cadmio, que se encuentra en las baterías recargables, en los contactos y las conexiones de monitores de tubo de rayo catódico, tiene efectos adversos al funcionamiento de los riñones y la estabilidad de los huesos. El mercurio, que se usa en el sistema de iluminación de los monitores de pantalla plana, causa daños serios al cerebro y al sistema nervioso. El plomo, que está en los monitores y en las soldaduras, provoca deterioro intelectual y daños a los sistemas nerviosos, circulatorios y reproductivos. Los ignífugos reactivos que se utilizan en las tarjetas de circuito y cubiertas de plástico, son neurotóxicos y deterioran la capacidad de aprendizaje.

Una fuente de empleos nuevos para Puerto Rico

Fomentar el reciclaje de basura electrónica en Puerto Rico incentivaría la creación de pequeñas empresas a nivel local. Se estima que la industria del reciclaje de electrónicos tiene el potencial de crear más de 42,000 empleos en Estados Unidos, otorgando más de mil millones en ingresos para los empleados. No existe razón por la cual algunos de estos empleos no pudieran desarrollarse en Puerto Rico.

Según la Autoridad de Desperdicios Sólidos, existen once empresas en Puerto Rico que manejan basura electrónica. Las once son centros de acopio y procesamiento donde desmantelan, re-usan, segregan y venden los materiales a precio de mercado para exportación. El mercado en Puerto Rico aguanta la creación de muchas más empresas de este tipo. Además, existe el potencial de que todas estas empresas obtengan la certificación para demostrarle a los consumidores que se adhieren a las normas ambientales y sociales que atienden los asuntos antes descritos. Existen dos programas que certifican a las empresas para reciclar basura electrónica (e-Stewards y R2). Sin embargo, en Puerto Rico aun no contamos con ninguna compañía certificada.

Puerto Rico también pudiera buscar oportunidades para manufacturar nuevos productos con los materiales que se obtienen del reciclaje de electrónicos. Hasta la fecha, los intentos no han dado frutos por el costo tan alto de la energía en Puerto Rico, y porque estas empresas deben contar con una fuente estable de material para re-manufacturar. Estas dos limitaciones pudieran bien ser atendidas por el gobierno para así incentivar el establecimiento de una nueva fuente de empleos.

La creación de una legislación o normativa que haga hincapié en la responsabilidad extendida que tiene el fabricante de recuperar para propósitos de re-uso y reciclaje la misma cantidad de basura de la que pone en el mercado, generaría incentivos para la creación de empleos locales y crearía una disposición ordenada por parte de los usuarios finales para la recolección y posterior procesamiento de este tipo de basura.

En la Unión Europea se ha acelerado el crecimiento del sector de reciclaje de electrónicos a base de la creación de una legislación. Desde que la normativa entró en vigor, el reciclaje de basura electrónica en Europa ha generado $1.3 billones en 2012 y se estima que genere $1.79 billones para 2020. Tales normativas, sin embargo, deben considerar que en algunos países en donde se ha legalizado la gestión y se señalan unos porcentajes mínimos de reciclaje que cada año debe superarse, los desechos no acaban siempre cómo y dónde deberían. En ocasiones, para 'cumplir' con la normativa, los productos se queman al aire libre o se enmascaran los resultados de otra manera, haciendo más daño a la salud y al medioambiente. De manera que una de las premisas básicas para mejorar la gestión de los desechos electrónicos es la vigilancia y la persecución de las prácticas fraudulentas.

Qué podemos hacer los consumidores?

Aun si en Puerto Rico hubiese una legislación o normativa para la basura electrónica, no basta depender de la labor del gobierno. Los consumidores podemos asumir varias acciones para reducir estos desechos. Todas estas son medidas sencillas de aplicar que provocarán un efecto positivo de enormes impactos.

Antes de comprar:

Infórmense respecto a las prácticas de manejo sustentable de las empresas que fabrican los productos. En la medida posible, eviten las marcas desconocidas que son muy baratas. Por lo general estos productos están hechos con materiales de poca calidad que duran menos. Algunas empresas participan en el programa EPEAT, que establece estándares en el diseño de los productos electrónicos para que éstos sean más eficientes en el uso de la energía, y para que estén construidos de una manera que haga más fácil su reciclado. Greenpeace publica una guía que evalúa a las empresas en base a sus esfuerzos en remover tóxicos de sus productos, promover el reciclaje y evitar el calentamiento global. La Agencia Federal para la Protección Ambiental (EPA) cuenta con un programa en que tanto las empresas que fabrican los productos como los establecimientos de venta, se comprometen públicamente a incrementar el porcentaje de productos que recolectan y a enviar estos productos exclusivamente a compañías certificadas para reciclarlo.

Exíjanle al establecimiento donde compran nuevos productos que se haga cargo de disponer adecuadamente del antiguo producto. Algunos establecimientos de venta colaboran con las empresas que fabrican en programas de devolución de productos (en inglés le llaman 'take back programs') o participan en programas voluntarios por su cuenta. Existe al menos una ONG que emite reportes en que les da una nota (A, B, B-, C+, etcétera) a las empresas en base a la calidad de sus programas de devolución.

Durante la vida útil del producto:

Apaguen los productos electrónicos cuando no están en uso. Esto ahorra no solo batería, sino energía al no tener que recargar cuando no es necesario.

Actualicen los componentes cuando sea necesario y según recomiendan las empresas fabricadoras, para maximizar la vida útil del producto.

Antes de tirar el producto a la basura:

Piensen cómo pueden utilizar el producto de otra forma.

Donen o vendan el producto a organizaciones especializadas en reusar productos electrónicos y electrodomésticos. Diversas ONGs distribuyen computadoras usadas entre grupos desfavorecidos a nivel local e internacional. Al menos estas dos opciones les permiten donar el producto por correo para que sea reusado para propósitos benéficos.

Si están en Puerto Rico, conozcan las empresas de manejo de equipos electrónicos que enlista la Autoridad de Desperdicios Sólidos en su folleto.

Si estas empresas no aceptan productos directo de los consumidores, busquen en el Internet y encontrarán varias opciones a su alcance para enviar los productos a ser reciclados de forma responsable.

Averigüen cómo disminuir su impacto ambiental en la casa, la oficina, la universidad. Participen en el Puerto Rico Recycling Partnership. Involúcrense y tomen acción.

*La autora escribe el blog Coa La Macacoa (Coa es su apodo de la niñez) donde escribe sobre sus observaciones y experiencias, personales y cívicas, del pasado y del presente, y hasta del futuro cuando se atreve. Tomado de 80 Grados.