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SAN JUAN WEATHER
80 Grados

Blanquitos

Hay gente que no puede mentir, se delatan a la legua. Es el caso de los policías de investigaciones criminales o los del FBI. Usted entra a un sitio donde están ellos o ellos entran a un sitio donde está usted, y uno sabe quienes son. Siempre me ha gustado observar a las personas y conjeturar características particulares del sujeto. Rara vez me he equivocado.

Empecé a jugar este juego en Argentina, particularmente en Buenos Aires mientras estudiaba en la universidad. Mi juego, en el que involucraba a mi compañera que era argentina, era que al caminar por las calles identificaba de lejos quién era chileno dentro de la multitud. Nunca, siempre que tuve oportunidad de comprobarlo, me equivoqué. Es que hasta caminamos diferente a como lo hacen los argentinos, pero particularmente nos delataba, en aquellos años, el corte y el largo del pelo y, fundamentalmente, la vestimenta, además de las características físicas. Aquí, en Puerto Rico, disfruto mucho identificando a los 'blanquitos', entendiendo por blanquitos a los oportunistas desclasados que no son dueños del poder ni la riqueza, pero que están en el medio y aspiran a tener, cada día más, una mayor capacidad de consumo sin importar cómo se consigue ni cuántas almas se destruyen en el camino. La pequeña burguesía arribista.

Es delicioso ser un advenedizo, y lo he sido en varias ocasiones, y entrar a fiestas en estos círculos. Si son fiestas familiares, la residencia es suburbana con amplio patio en césped, piscina, parrilla y barra en un costado de la piscina, mobiliario de patio, terraza techada con amplia sala de estar con todos los aparatos electrónicos, televisor y música. Las veces que he llegado a una de ellas se diferencian rápidamente tres secciones:

Los adultos, padres y sus amigos en un rincón cerca de la barra discutiendo asuntos presumiblemente, sesudos, pero usualmente con conocimiento y detalles pegados con alfiler, como gotitas del saber de la 'Reader's Digest'. Sus calibres etílicos dependerán de sus contexturas.

En otra esquina, las señoras comentan asuntos que tienen que ver con las superficialidades de nuestro vivir cotidiano. Una que otra asomará algún comentario político, pero no irá más allá de lo 'weird' que se sintió la esposa de García Padilla cuando se juntó con los Fortuño-Vela en la Fortaleza. Todos discuten y comentan las últimas disquisiciones de 'Lo sé todo' o 'Dando candela'. Ninguno ve los programas. Ninguno lo admite. 'Yo iba pasando de canal en canal cuando escuché esto, esto y lo otro y así me enteré. Dios me libre, yo no veo esa cafrería, a veces sintonizo algo de 'Dando candela', que tiene un poquito más de clase, pero 'Lo sé todo', no, jamás.' Ustedes les creen?… Yo no.

En la tercera esquina está una mesa con un tapiz verde donde los jóvenes juegan póquer. Esa es la moda de los futuros ejecutivos del país… jugar póquer mientras hablan de carros, mujeres, fiestas, discotecas, el fastidioso tapón, los deambulantes que afean y hacen peligrosas las calles, y los que piden en las luces, a los que ahora se les han unido los vendedores de agua, hortalizas, escapularios y los que trabajan regalando algunos periódicos. Estos jovencitos, mientras juegan, hasta comentan atrocidades como la fiesta de la semana pasada cuando alquilaron un deambulante para divertirse con él. Sí, leyeron bien, alquilar un deambulante. Le pagan, pero este debe hacer de todo. Literalmente de todo, desde lamer la suela de algún zapato hasta desnudarse o correr encapuchado. También se puede mezclar, es decir correr desnudo y… encapuchado.

La noche de las elecciones, la tarima donde se esperaba al que ganó la gobernación, Alejandro García Padilla, era una delicia. El hombre llegó poco después de las diez de la noche, pero subió a la tarima casi tres horas después, alrededor de la una de la mañana. Todo ese tiempo estuve parado en una baldosa. Me dolían las plantas de los pies y la corva detrás de las rodillas por el cansancio y el estar parado, porque el hombre ya venía, ya venía, pero no terminaba de llegar. En varias ocasiones tuve que usar a mis compañeros fotoperiodistas para afirmarme y estirarme mientras la tarima se iba llenando de 'patricios' del nuevo orden.

Mientras hacía eso, junto a dos compañeros de un periódico empezamos a hacer el ejercicio de mirar a los que iban llenando la tarima. Eran los mismos blanquitos y blanquitas que siempre acompañaban al otro candidato que perdió las elecciones, pero estos con el corazón de otro color aunque salivando igual que los anteriores ante la proximidad de haber ganado la administración. 'Ahora', pensaban… y los más osados decían, 'somos nosotros los que vamos a repartir el bizcocho'.

*El autor es periodista y presentador de Las Noticias Univisión. Tomado de 80 Grados.