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Violencia machista en tiempos de 'La Comay'

Por Verónica Rivera Torres/Por fin le vi la cara. Durante todo el día pensé en la declaración jurada de una mujer, esposa de un entonces legislador, en la cual daba cuenta de haber sufrido gravísimos incidentes de violencia doméstica, que iban desde insultos y golpizas hasta amenazas de muerte.

Un hecho particular involucraba la intervención (o falta de intervención) del chofer del político, quien, según la mujer, presenció una de las golpizas. Reflexioné todo el día sobre las primeras reacciones públicas que leí y escuché de este caso.

Hasta ese momento, no sabía quién era Luis Farinacci y, de repente, le vi la cara en el televisor. Iba camino a una reunión del Proyecto Matria, organización sin fines de lucro que trabaja para el desarrollo económico de sobrevivientes de violencia doméstica, cuando me detuve en casa de mis padres y observé a Farinacci en el programa SuperXclusivo de 'La Comay'. Quise quedarme para escucharlo.

Entre otras cosas, dijo que amaba a su esposa, que su matrimonio había sido ejemplar y muy bonito. Se veía muy tranquilo. No parecía ser un hombre afectado, en lo más mínimo, por unas alegaciones de violencia doméstica en su contra. Señaló, además, que no podía creer que su esposa 'le hiciera eso' a pesar de haber sido un buen proveedor; que la complacía en todos sus gustos.

La muñeca y sus acompañantes asentían con aparente complicidad. La mesa estaba servida. 'La Comay' había tomado un bando y, con ello, comenzaba una campaña mediática en la que algunos abogados, políticos y medios de comunicación fueron cómplices de un atentado, no sólo contra una víctima de violencia doméstica en particular, sino contra la causa de erradicar la violencia machista de nuestra sociedad.

La férrea defensa mediática de Farinacci incluyó varios frentes, siempre dirigidos a dos propósitos: preservar su escaño legislativo y obtener un veredicto de no culpabilidad. No sólo SuperXclusivo sirvió como foro simpático al legislador sino que una estación radial de noticias, de las de mayor audiencia en Puerto Rico, también jugó un rol importante. Vale la pena que echemos un vistazo a cómo puedan ganarse ciertos casos judiciales en los tiempos de 'La Comay'.

En primer lugar, hay que conectar a un periodista-entertainer bien dispuesto. Él te hará las preguntas perfectas. Dirá y repetirá que no le está haciendo la camita a tu cliente pero aprovechará cada oportunidad para victimizarlo. Luego, publica la grabación de un fragmento del contrainterrogatorio de una vista preliminar en la que la esposa de tu cliente acepta que mintió para obtener el financiamiento de un vehículo. Pero no 'cualquier vehículo', debes aclararle al periodista-entertainer que se trató de 'un vehículo de lujo'.

Siéntate a escuchar cómo el audio se convierte en la 'noticia de la hora', lo que justifica que se repita cada quince minutos. Consigue entrevistas a los familiares de tu cliente. Permite que la sociedad escuche a las hermanas del acusado explicar por qué nadie debe creer las alegaciones de su cuñada, pues las víctimas de violencia doméstica no son profesionales, guapas ni educadas. No debes preocuparte demasiado pues el periodista-entertainer no contactará a ningún experto ni experta bonafide que pueda hablarle al país de estadísticas; que pueda explicar qué es el síndrome de la mujer maltratada; que pueda derrumbar los mitos sobre las víctimas de maltrato; que destaque cosas tan condenadamente simples como que es bastante común que las mujeres maltratadas, al romper el ciclo de violencia doméstica, no tengan un buen historial crediticio.

Cuando tu cliente se enfrente al juicio político, lanza bolas de humo. Confunde. Que nadie en realidad sepa de qué tratan las imputaciones éticas en su contra. No te olvides de activar a sus amigos y amigas del partido. Confía en los favores que le deben o en los trapitos sucios que guardan en casa. Y espera. Saldrán las voces misóginas a defenderlo.

'Farinacci tiene mi voto. Cómo yo voy a soportar tantos años de violencia doméstica y vengo a hablar después de 10 a 12 años?', dijo una de sus amigas legisladoras que pertenece a la Comisión de Asuntos de la Mujer de la Cámara de Representantes.

Cuando la presión aumente, aconséjale que renuncie a su escaño legislativo para evitar la expulsión. Total. El jurado ya está listo para escucharte.

Un mensaje de texto en horas de la noche me dejó saber el veredicto de 'no culpabilidad' del ex legislador. Me tomó por sorpresa pues pensaba que el hecho de que el jurado estuviese deliberando hasta altas horas de la noche significaba que el panel, compuesto por siete mujeres y cinco hombres, había logrado encontrarlo culpable. Me sorprendió porque, a lo largo del juicio, la fiscal había logrado presentar su prueba, que incluía una corroboración a medias del testimonio de la víctima.

El famoso chofer que la fiscal nombró como testigo de una de las palizas declaró, según el periódico Primera Hora, que ese día 'los escuchaba discutiendo' pero que él 'en problemas de matrimonio, no se mete'. Dijo, además, que la mujer le pidió ayuda 'gritando'; que 'en medio de la discusión' ella 'brincó hacia la parte frontal de la guagua y se mantuvo de rodillas hasta que llegaron a Ponce'; que durante el trayecto, Farinacci 'extendía sus manos hacia adelante para tratar de alcanzarla' y que cuando ella pidió que la llevara a casa de su hermano, el ex legislador le dijo que 'no lo hiciera'.

A pesar de todo lo declarado, los editorialistas de Primera Hora encontraron apropiado titular la noticia como Juicio contra Farinacci: No oyó, no vió y no olió nada. Todo porque el testigo dijo no haber visto golpes. Ya lo sabemos: en cosas de matrimonio, él no se mete.

Lo anterior no es cuestión de una persona ni unas cuantas; se trata de todo un conglomerado de actores, ideologías y sistemas. Para que lo anterior funcione hace falta una sociedad presta a dejarse llevar por estereotipos y prejuicios; una sociedad dispuesta a banalizar serios y complejos males sociales. Durante todo el proceso político y judicial me preocupó el efecto lacerante que la defensa mediática de Farinacci tendría en las miles de mujeres que viven la violencia en sus relaciones de pareja. Muchas enfrentan el rechazo de sus familiares y otras son maltratadas por la Policía cuando acuden para hacer una querella.

Hay quienes no obtienen apoyo en los tribunales cuando solicitan órdenes de protección y son humilladas e insultadas por los representantes legales de sus parejas. Otras, y ya van veinte este año, son asesinadas. La misma sociedad que llora a las muertas es la misma que no les cree a quienes buscan sobrevivir. No nos metemos en cosas de matrimonio hasta que el fin hace portada.

Después de la frustración, es el momento de la mirada al espejo. En el baúl del estancamiento se encuentra la educación desde una perspectiva de género para nuestras escuelas; el nuevo Superintendente de la Policía afirmó en sus vistas de confirmación que la Policía de Puerto Rico 'poco o nada puede hacer para evitar la violencia de género'. Asimismo, el Gobernador se limita a recordarnos que 'nuestros valores cuentan' pero ya ni siquiera hace el intento de viabilizar alguna estrategia, mientras la Procuradora de las Mujeres afirma que no se siente frustrada ante la escalada en los asesinatos de mujeres puesto que ella, alega, está trabajando desde todos los frentes.

En los tiempos de 'La Comay', me toca a mí y a ti hacer algo. No permitamos chistes sexistas a nuestro alrededor y eduquemos a nuestros hijos e hijas a respetar a las personas simplemente porque son seres humanos. Fomentemos la inclusión. Cuando una mujer afirme que es víctima de violencia, respondamos con compasión y diligencia.

Unamos nuestras voces para denunciar a políticos, juristas y supuestos periodistas que enferman a nuestro País con su ignorancia, sus agendas ocultas y sus propias debilidades. Rescatemos lo complejo, no nos dejemos llevar por la marea de lo banal.