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Ciudad del Futuro

Hato Rey bajo agua, urbanizaciones custodiadas por guardias de Blackwater, Minillas convertido en un campo de batalla entre ciudadanos y militares, las playas hechas un vertedero y la Baldorioty convertida en un jardín son algunas de las imágenes, muchas de ellas de un futuro hiperbólicamente nefasto, presentadas por la firma de arquitectos ae.i.ou como parte del Charrette 2011: Ciudades del Futuro.

La actividad del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico en conjunto con las escuelas de arquitectura del País, está dirigido a pensar cómo sería nuestra ciudad del futuro. El dúo de arquitectos, Víctor Nieto Villalón y Pedro Santa Rivera, exhibe una serie de trabajos que, además de las piezas de fotomontaje apocalíptico, presentan imágenes de una ciudad sostenible con molinos de viento y jardines sobre los edificios de San Juan.

La exposición muestra a la ciudad como una alternativa viable a la crisis ecológica y económica. Algunas imágenes son poco alentadoras revelando un Puerto Rico en el que impera el ensimismamiento y el consumo y donde escasean los elementos básicos para un desarrollo sostenible como transportación pública y planificación urbana.

'Se ha creado un fenómeno en el que la gente vive en urbanizaciones cerradas y no participa de la sociedad', dice Nieto. 'Muchas veces las Asociaciones de Residentes son una especie de gobierno local, no necesitan al gobierno y se enajenan del gobierno porque no ven la necesidad de participar'. Sus fotomontajes usan la técnica de yuxtaponer fotos –usualmente utilizadas por arquitectos y desarrolladores para vender sus proyectos– pintando un Puerto Rico del futuro inundado por agua y basura y dominado por la paranoia colectiva que nos lleva al encierro voluntario. 'Estos niños lo único que conocen del afuera es lo que ven a través de los portones', dice Nieto sobre una de las piezas en las que los niños juegan detrás de la verja custodiada por Blackwater.

El regreso a la ciudad

El economista de la Universidad de Harvard, Edward Glaeser, habla sobre la economía de la aglomeración de ideas y señala en su libro Triumph of the City que el futuro económico y las mejores prácticas de conservación del ambiente está en las ciudades. Según Glaeser una de las prácticas más desacertadas para mantener los recursos naturales es la construcción horizontal y desparramada que obliga a los ciudadanos a viajar diariamente largas distancias en automóvil.

'Según un estudio que hicieron unos compañeros del Departamento de Geografía (de la UPR) el puertorriqueño promedio pasa entre 4 y 5.5 diarias horas en el automóvil', explica el geógrafo Harrison W. Flores, que trabaja en la Junta de Calidad Ambiental. 'Yo creo que las personas no quisieran tener que pasar tanto tiempo en el tapón, pero no nos han dado muchas otras opciones. Tenemos un sistema de transportación que no se ha atendido eficientemente'. Esa es la historia de la mayoría de la gente en Puerto Rico: levantarse a las cinco para llegar al trabajo a las ocho y regresar a la casa de noche. A esa hora es que llegan a disfrutar de la casa con patio, marquesina y control de acceso que define lo que para la mayoría de los puertorriqueños es calidad de vida. En el proceso de cumplir con nuestra versión criolla del American Dream tenemos un área metropolitana que se extiende de Humacao hasta Arecibo.

'Posibilidades siempre hay. Habría que cambiar muchas cosas y unas de ellas tiene que ver con nuestra percepción general de lo que queremos en nuestras vidas. Aquí la gente quiere tener una casa y no tener a nadie al lado. Yo favorezco que se sigan fomentando mayores densidades en lugares urbanos', dice Flores, presidente de la Asociación de Geógrafos de Puerto Rico.

Flores menciona la falta del famoso plan de uso de terrenos –ese 'plan maestro para organizar todas las actividades de la sociedad'– como uno de los problemas que impiden un desarrollo coherente.

'En ausencia de una herramienta como esa lo que ha sucedido es que se siguen dando permisos para diferentes desarrollos sin ninguna planificación efectiva y eso nos ha llevado a tener una ciudad desparramada con cosas que no tienen sentido desde un punto de vista urbanístico, un revolú. Y eso tiene sus consecuencias, claro, y provoca problemas de ánimo y de productividad'.

Las áreas históricamente urbanas de la capital, como Río Piedras y Santurce, tuvieron su época de esplendor y progreso económico. Si nos dejamos llevar por la teoría de Glaeser recuperar esa productividad es posible y necesario: 'Cities must return to their roots as places of small scale entrepreneurship and commerce'. El economista explica la diferencia entre Detroit y Nueva York, la primera una ciudad orientada hacia una sola gran industria –la automotriz- dependiente de mano de obra poco educada y la segunda que se salvó de su decadencia transformándose de ciudad industrial poblada por fábricas a centro de desarrollo de conocimiento diverso con una mano de obra educada.

'Hoy día no creo que a la hora de comprar una casa la gente esté pensando en la paz y la tranquilidad de llegar al trabajo en diez minutos', dice Flores. A pesar de que hubo unos esfuerzos institucionales de volver a poblar las deterioradas zonas urbanas, como el caso de Santurce, lo cierto es que se ven muchas unidades de vivienda nuevas vacías en la zona. Muchas de ellas son caras –sobre los $500,000- pero hay otras que cuestan más o menos lo mismo que un walkup en las afueras de la ciudad, sin tapón, sin embargo están deshabitadas. Mala seña, según Glaeser: 'The hallmark of declining cities is that they have too much housing and infrastructure relative to the strength of their economies'.

'En algunas ciudades, como Portland, a la vez que se incentiva el aumento de densidad se limita el crecimiento horizontal', dice Pedro Santa, de ae.i.ou. 'Lo más importante es crear una dirección tomando en consideración que los suburbios son los contribuyentes más grandes al problema de la basura. Además, hay que recordar la historia de la burbuja para pensar en la ciudad'. La muestra de trabajos de ae.i.ou está en exhibición en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico hasta el 16 de marzo.

*Escrito por la periodista Mariana Reyes Angleró